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El Barcelona continúa tratando de debilitar al entorno que rodea a Leo Messi
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

El Barcelona continúa tratando de debilitar al entorno que rodea a Leo Messi

Luis Enrique ha llegado al Barcelona y lo ha hecho con modestia, pero tiene mucho trabajo por delante en un equipo que empieza a generar alguna duda

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Luis Enrique ha llegado al Barcelona y lo ha hecho con modestia. Dicen los que están dentro del Camp Nou,que el asturiano ha decidido observar, mirar y, sobre todo, escuchar. Opina, pero no impone. En el equipo sí que está teniendo peso en las decisiones como en el adiós de Cesc o en la llegada de jugadores como Rakitic o la probable de Reus.

El exentrenador del Celta ya sabe cómo se encuentra ese vestuario. Ha tenido informes directos. Mejor dicho, los tenía con anterioridad a su llegada. No le ha sorprendido nada de lo que se ha encontrado en su regreso, porque manejaba información privilegiada. Su primer apoyo ha sido Puyol, antes de llegar y ahora. La voz del excapitán, pese a que todavía no ejerce en su nuevo puesto, ha sido definitiva en alguna de sus decisiones.

Los dos grandes retos que tiene por delante Luis Enrique son recuperar a Leo Messi y solucionar la papeleta que dejó Martino con Xavi Hernández. El extécnico señaló al segundo capitán, lo dejó marcado de cara a la opinión pública. El jugador sabe que ha pasado a formar parte de la triste herencia dejada por el argentino, por eso prefiere callar y esperar. Su cabeza sigue dando vueltas a cómo afrontar la llegada del asturiano. Las sensaciones que llegan es que Xavi molesta en el Barcelona, pero el respeto que se merece un jugador así debería despejar cualquier duda. Luis Enrique habría querido apoyarse en el centrocampista pero, a día de hoy, su continuidad parece poco menos que imposible. El clima no favorece a que Xavi se haga con el brazalete de capitán en propiedad. Lamentablemente cierto.

El otro tema caliente que debe encarar Luis Enrique es el de Messi. Con el rastro de dudas que ha dejado el cuatro veces Balón de Oro en los últimos meses, refrendadas en sus declaraciones el día en el que firmaba un nuevo contrato y decía 'hasta luego', la situación no es sencilla, más bien diría que muy complicada.

Luis Enrique se ha comprometido a sacar lo mejor del argentino, pero tampoco está dispuesto a aguantar situaciones que él ha vivido como espectador o como simple aficionado al Barcelona. El club parece que está invitándole a un adiós precipitado. Guardiola advirtió con una Champions recién conquistada que había que cuidarle, y los directivos están haciendo todo menos eso. Primero, el adiós de Pinto y, ahora, el de Cesc, sus dos grandes puntos de apoyo dentro del esquema del día a día del argentino. Cuidado. El verano es muy largo y Messi sigue sin emitir señal alguna. Ni para bien, ni para mal.

Ante esta situación, en el Camp Nou se siguen moviendo con cautela. Sorprende que cuando se abren los micrófonos en encuestas radiofónicas, sin mucho valor como muestra pero al menos sí como referencia, los aficionados ya no consideran tan intocable a Messi. Ni mucho menos. Llama la atención y en el Camp Nou están tomando nota de todo lo que sucede. Y mientras, Luis Enrique en el hospital que no para de trabajar.

Luis Enrique ha llegado al Barcelona y lo ha hecho con modestia. Dicen los que están dentro del Camp Nou,que el asturiano ha decidido observar, mirar y, sobre todo, escuchar. Opina, pero no impone. En el equipo sí que está teniendo peso en las decisiones como en el adiós de Cesc o en la llegada de jugadores como Rakitic o la probable de Reus.

El exentrenador del Celta ya sabe cómo se encuentra ese vestuario. Ha tenido informes directos. Mejor dicho, los tenía con anterioridad a su llegada. No le ha sorprendido nada de lo que se ha encontrado en su regreso, porque manejaba información privilegiada. Su primer apoyo ha sido Puyol, antes de llegar y ahora. La voz del excapitán, pese a que todavía no ejerce en su nuevo puesto, ha sido definitiva en alguna de sus decisiones.

Los dos grandes retos que tiene por delante Luis Enrique son recuperar a Leo Messi y solucionar la papeleta que dejó Martino con Xavi Hernández. El extécnico señaló al segundo capitán, lo dejó marcado de cara a la opinión pública. El jugador sabe que ha pasado a formar parte de la triste herencia dejada por el argentino, por eso prefiere callar y esperar. Su cabeza sigue dando vueltas a cómo afrontar la llegada del asturiano. Las sensaciones que llegan es que Xavi molesta en el Barcelona, pero el respeto que se merece un jugador así debería despejar cualquier duda. Luis Enrique habría querido apoyarse en el centrocampista pero, a día de hoy, su continuidad parece poco menos que imposible. El clima no favorece a que Xavi se haga con el brazalete de capitán en propiedad. Lamentablemente cierto.

El otro tema caliente que debe encarar Luis Enrique es el de Messi. Con el rastro de dudas que ha dejado el cuatro veces Balón de Oro en los últimos meses, refrendadas en sus declaraciones el día en el que firmaba un nuevo contrato y decía 'hasta luego', la situación no es sencilla, más bien diría que muy complicada.

Luis Enrique se ha comprometido a sacar lo mejor del argentino, pero tampoco está dispuesto a aguantar situaciones que él ha vivido como espectador o como simple aficionado al Barcelona. El club parece que está invitándole a un adiós precipitado. Guardiola advirtió con una Champions recién conquistada que había que cuidarle, y los directivos están haciendo todo menos eso. Primero, el adiós de Pinto y, ahora, el de Cesc, sus dos grandes puntos de apoyo dentro del esquema del día a día del argentino. Cuidado. El verano es muy largo y Messi sigue sin emitir señal alguna. Ni para bien, ni para mal.

Ante esta situación, en el Camp Nou se siguen moviendo con cautela. Sorprende que cuando se abren los micrófonos en encuestas radiofónicas, sin mucho valor como muestra pero al menos sí como referencia, los aficionados ya no consideran tan intocable a Messi. Ni mucho menos. Llama la atención y en el Camp Nou están tomando nota de todo lo que sucede. Y mientras, Luis Enrique en el hospital que no para de trabajar.

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