Es noticia
Múnich vive su final en la prueba de fuego del todavía Chelsea de Di Matteo
  1. Deportes
  2. Es lo que hay
Antonio Sanz

Es lo que hay

Por

Múnich vive su final en la prueba de fuego del todavía Chelsea de Di Matteo

No es la final deseada en nuestro país. Quien más y quien menos aguardaba el duelo entre los colosos que reinan en el ecosistema futbolístico patrio,

Foto: Múnich vive su final en la prueba de fuego del todavía Chelsea de Di Matteo
Múnich vive su final en la prueba de fuego del todavía Chelsea de Di Matteo

No es la final deseada en nuestro país. Quien más y quien menos aguardaba el duelo entre los colosos que reinan en el ecosistema futbolístico patrio, donde únicamente la Roja resta foco a todo lo que suena a blanco o azulgrana. Bayern y Chelsea, cada uno a su manera pero siempre con el balón en juego, rompieron las quinielas, destrozaron los pronósticos y arruinaron la fiesta nacional española. Los alemanes trazan el plan previsto de levantar la Champions en su casa. No asumieron el papel de favoritos, que entregaron al Real Madrid, si bien forzaron el plus de autoestima que supone saltar a esa pradera conocida del Allianz Arena. La final cuenta con un fondo de salvar el año o condenarse sin dilación. El equipo de Heynckes, el anfitrión, ha fracasado en su empeño de ganar la Bundesliga y/o la Copa teutona -perdieron ambas ante el Borussia Dortmund-. Por tanto, la victoria ante el Chelsea es la petición imperiosa a los componentes de la plantilla de un club fuertemente presionado donde los principales gestores son históricos jugadores que escribieron páginas de éxito. Hoy apuran el sorbo del fracaso si se la pegan también en el título en el que han depositado todo su glamour.

La labor del técnico es limpiar la pobre sintonía existente entre las estrellas foráneas del plantel que irrita al núcleo duro de internacionales germanos que mantiene el pulso del camerino. La mala relación entre Ribéry y Robben exaspera al resto por el pulso de vanidad que aflora entre el galo y el holandés. Mientras que dentro y fuera del Bayern se especulaba con que uno de los dos abandonaría el club en verano, la directiva lanzó un golpe de efecto anunciando la renovación del ex madridista y ex del Chelsea hasta junio de 2015. El mensaje del staff de mando fue a la mandíbula del francés: “Os queremos a los dos”.

Y si Heynckes mantiene contrato firmado una temporada más, es difícil aventurar que podría pasar, si el club londinense agarra la anhelada Copa, en el banquillo británico que mantiene aún hoy la interinidad de Roberto Di Matteo. El que fue ayudante de Vilas-Boas, aunque con experiencia de manager en Premier, consideró hace dos meses que estaba ante la oportunidad de su vida. Y desde luego la ha aprovechado. Hasta el momento suma un título -la Copa inglesa- y al más puro cerrojo italiano desempolvó el juego de toque del gran Barça creado por Guardiola. Por aquí al técnico le podía oler a pólvora el destino pero para su tranquilidad ni Mourinho ni Pep han tomado la decisión de dirigir al Chelsea. La sombra del futuro entrenador ‘blue’ corteja la final muniquesa. Si ‘Mou’ ha desestimado por segundo año consecutivo regresar a Stamford Bridge, la temporada sabática, con un año de antelación según la hoja de ruta prevista inicialmente del catalán, ha provocado que Abramovich siga buscando. Los más cercanos al magnate ruso mantienen que Di Matteo no tiene ninguna opción de seguir… ni siquiera ganando el sábado.

El casting de entrenadores sigue abierto, tal y como sucedió hace un año. Ancelotti, despedido en los vestuarios de Goodison Park en Liverpool, dejó el cargo sin heredero. Mourinho, Hiddink, incluso se sondeó a Del Bosque, renunciaron por diferentes motivos y al Chelsea sólo le quedó abierta, previo pago de 15 millones de euros, la opción, ruinosa con el devenir de los días, de Vilas-Boas. Tras la caída del luso, y antes de otorgar todo el poder al actual interino, Rafa Benítez contó con opciones de poder sentarse en la silla de primer entrenador. Sin embargo, el madrileño solicitó más tiempo que los tres escuetos meses que le ofrecían. La falta de cintura de ambas partes permitió el sueño de Di Matteo. A final de curso, las opciones del madrileño volverán a estar en órbita, aunque el nombre de Fabio Capello trona cada vez con más fuerza. Tras su marcha de la Federación y con el beneplácito de Terry, Lampard y Cole, el italiano se muestra entre las opciones de Abramovich, siempre decidido a contratar a un entrenador con nombre y con prestigio. Busca el mejor o el más laureado, aunque también se ha cansado de recibir negativas para sus proyectos de la élite del banquillo.

No es la final deseada en nuestro país. Quien más y quien menos aguardaba el duelo entre los colosos que reinan en el ecosistema futbolístico patrio, donde únicamente la Roja resta foco a todo lo que suena a blanco o azulgrana. Bayern y Chelsea, cada uno a su manera pero siempre con el balón en juego, rompieron las quinielas, destrozaron los pronósticos y arruinaron la fiesta nacional española. Los alemanes trazan el plan previsto de levantar la Champions en su casa. No asumieron el papel de favoritos, que entregaron al Real Madrid, si bien forzaron el plus de autoestima que supone saltar a esa pradera conocida del Allianz Arena. La final cuenta con un fondo de salvar el año o condenarse sin dilación. El equipo de Heynckes, el anfitrión, ha fracasado en su empeño de ganar la Bundesliga y/o la Copa teutona -perdieron ambas ante el Borussia Dortmund-. Por tanto, la victoria ante el Chelsea es la petición imperiosa a los componentes de la plantilla de un club fuertemente presionado donde los principales gestores son históricos jugadores que escribieron páginas de éxito. Hoy apuran el sorbo del fracaso si se la pegan también en el título en el que han depositado todo su glamour.

Bayern Múnich