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Javi Martínez, el deseado de los internacionales españoles, sólo sale por la cláusula
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Antonio Sanz

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Javi Martínez, el deseado de los internacionales españoles, sólo sale por la cláusula

Cuando aterriza el mercado de verano se transita hacia la misma distancia. Se trata de ubicar en un mejor club a quienes participan de la oferta

Foto: Javi Martínez, el deseado de los internacionales españoles, sólo sale por la cláusula
Javi Martínez, el deseado de los internacionales españoles, sólo sale por la cláusula

Cuando aterriza el mercado de verano se transita hacia la misma distancia. Se trata de ubicar en un mejor club a quienes participan de la oferta y de la demanda. Por eso se magnifican los rumores, se admiten situaciones inverosímiles infladas por actores secundarios de reparto y se ridiculizan escenas que no pasan del tiempo de creencia. Con todo, es la ley de aquellos que son conscientes de la mejora, del momento que persisten en el empeño y en el deseo: simplemente los jugadores. Como únicos protagonistas de la secuencia, se busca alcanzar el éxtasis de quienes se someten al progreso deportivo. Cuando se aproxima un evento internacional, de alto nivel mediático, las águilas que fichan se sitúan en la mejor posición. Buscan a los mejores. Mantienen el pulso. La Euro es un escenario inmejorable.

No convence demasiado a los entrenadores el pulso de aquellos que no determinan un presente indicativo. Y por eso Marcelo Bielsa impuso en su renovación varias condiciones. La principal, la ausencia de traspasos. Una raíz primitiva que el argentino es consciente de que puede variar porque nadie asegura nada y menos con la debilidad que supone la distancia entre el banquillo y las oficinas. Por eso, Bielsa procuró amedrentar a quienes manejan las negociaciones. Bielsa era el primer informado de la posibilidad de que dos de sus futbolistas franquicia pudieran cambiar de aires. No es un secreto, y si acaso a voces, pero Llorente y Javi Martínez iluminan la economía del Athletic al tiempo que reducen la administración deportiva que ensombrece el porvenir rojiblanco.

García Macua, antes que Urrutia, ya afrontó un problema que es sucedáneo. La renovación de Fernando Llorente es el primer gran grano que afronta la Junta directiva que aplaude las finales, pero que renuncia a condenarse en el balance del todavía club de fútbol. Llorente, en boca de su hermano, solicita seis millones de euros liberados de impuestos por renovar un contrato que expira el siguiente verano. Con este problema a cuestas, al presidente ex jugador le llega la agonía de que varios clubes analizan la posibilidad de afrontar la cláusula de 40 millones de euros que validan la libertad de Javi Martínez.

Javi es el mismo que en aquella primavera de 2005. Entonces, Bahía Internacional organizó un partido amistoso a beneficio de la Fundación Oliver Mayor en Las Palmas, dispuestos todos a pelear por mejorar a los niños enfermos que sufren la traición de la fibrosis quística. Fernando Torres y Jorge Larena, padrinos del evento y amigos del recordado Oliver, movilizaron a su gente para distribuir a dos equipos. Entre los amigos de Torres apareció un muchacho de dieciséis años que acababa de concluir la temporada en el juvenil de Osasuna. El destino inmediato del chico era el filial navarro, como así transcurrió el año siguiente en el Osasuna Promesas. Con una edad imberbe sacudía a quienes apostaban ya por su ubicación en el primer equipo. Eso los de casa. Los de fuera, empezando por el entrenador de aquella selección de amigos de Fernando, se sorprendieron ante aquel diamante en bruto. El técnico era Luis Aragonés. El de Hortaleza aceptó la petición de quien había sido su discípulo en el Atleti y alineó a un muchacho espigado, tan alto como flaco, sonriente, dicharachero y atrevido. Durante el calentamiento, el ‘Sabio’ no perdía ripio de las acciones de quien era su sorpresa. Se dirigió a Jesús Paredes para perfeccionar el tino: “Profe, ¿éste quién es?”. El preparador físico, siempre al quite, sacó de dudas al maestro: ‘Se llama Javi Martínez, de Osasuna juvenil, es media punta. Me dicen que es un fenómeno. ¡Póngalo!’.

Y Luis lo puso. Con aires de Valerón, que aquella noche también jugaba entre los colegas de Larena, sorprendió a quien fuera más tarde seleccionador nacional. El mismo que aceptó el consejo de su auxiliar y que otorgó media hora en la apuesta benéfica a aquella promesa. Aragonés nunca olvidaría a ese muchacho que también honró aquella iniciativa. Pero lo que nunca hubiera pensado Luis era que terminara en el eje de la defensa. En la zaga lo colocó Bielsa, y desde allí ha cautivado a todos. En los medios de comunicación no aparecen más que recordatorios de su posible destino. Si en Madrid se le sitúa en la órbita del Real Madrid, desde la Ciudad Condal se le condena a que las relaciones entre el club blanco y el Athletic son inexistentes. Así que toca pagar la cláusula. En Barcelona, aprietan por el Barça mientras que desde la capital se sacude a que Zubizarreta a que el director deportivo culé jamás traicionará a la entidad que representó como futbolista y directivo.

Por tanto, son los medios internacionales los que salpican el destino. Desde Inglaterra, Manchester es el foro que lo acoge. Unos al United, por su exhibición en Old Trafford en la última Europa League tras dejar a Ferguson con la boca abierta, y otros al City, por la necesidad de un eje para Mancini. Desde Alemania lo asocian al Bayern. El finalista de Champions, dicen, necesita una alegría a su juego para atacar la Bundesliga y retomar el deseo internacional. Mientras tanto, Javi disfruta en Polonia soñando con hacerse un hueco entre los once. Después, porque no hay lugar a negociación, cuarenta millones de euros tienen la culpa.   

Cuando aterriza el mercado de verano se transita hacia la misma distancia. Se trata de ubicar en un mejor club a quienes participan de la oferta y de la demanda. Por eso se magnifican los rumores, se admiten situaciones inverosímiles infladas por actores secundarios de reparto y se ridiculizan escenas que no pasan del tiempo de creencia. Con todo, es la ley de aquellos que son conscientes de la mejora, del momento que persisten en el empeño y en el deseo: simplemente los jugadores. Como únicos protagonistas de la secuencia, se busca alcanzar el éxtasis de quienes se someten al progreso deportivo. Cuando se aproxima un evento internacional, de alto nivel mediático, las águilas que fichan se sitúan en la mejor posición. Buscan a los mejores. Mantienen el pulso. La Euro es un escenario inmejorable.