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Pellegrini mide la eficacia blanca con el recuerdo de su agitado paso real
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Antonio Sanz

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Pellegrini mide la eficacia blanca con el recuerdo de su agitado paso real

Sacudidos aún por el ardor guerrero de quien lucha por su mayor deseo, ponerse a hablar de las rencillas que se dirimirán en el césped de

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Pellegrini mide la eficacia blanca con el recuerdo de su agitado paso real

Sacudidos aún por el ardor guerrero de quien lucha por su mayor deseo, ponerse a hablar de las rencillas que se dirimirán en el césped de La Rosaleda suena a discurso hueco. Vilanova se empeña en demostrarnos que cada noventa minutos hay más vida y durante ese espacio debemos crecer con más pasión, menos rencor, más calor, menos dolor, más unión, menos presión, más sintonía, menos discusión. Tito, por sí mismo, es una lección garante con resultado feliz. Nos lo demuestra cada semana y con éxito. El que le deseamos en su presente caminar.

Pero vamos con el discurso hueco. Consabido es que la convivencia de Pellegrini en el Santiago Bernabéu no resultó atractiva. Ni para el poder, porque el chileno llegó como recurso, ni para el propio técnico, que patinó casi desde el principio con un mensaje plano que ni caló ni emocionó. Florentino esperaba a Wenger y Valdano le trajo a Manuel. Después se alteró el plan de bajas y la venta apresurada de Sneijder y la concienzuda patada a Robben terminaron de separar al técnico del patrón. Si el recambio acelerado, con apariencia de hombre tranquilo y por ser un poco clon del entrenador galo, fracasó por su protagonismo secundario -si bien poco importaba el nombre del inquilino, todo lo contrario cuando un año después se estimó contratar al actual portador del cargo-, el tránsito se oscureció cuando Pellegrini apostó por hilvanarse con la plantilla. La sentimental despedida del centrocampista holandés, “el míster me ha dicho esta mañana que contaba conmigo”, se sintió en el ático como una traición por la doble doctrina. “Este no es hombre de club”, sentenciaron su trabajo antes de empezar. Y todo por el distante punto de vista de cada cual. El técnico había confesado que Sneijder contaría con cierta secuencia, aunque desconocía que estaba despedido antes del pistoletazo de salida. El equilibrio económico pudo al deportivo y a Valdano no le quedó más remedio que desdecirse y esperar a los crudos resultados. Tres puntos lo separaron del título de Liga, alcanzado en la última jornada en un campeonato donde sumó 96 puntos y aportó 31 victorias en 38 encuentros. Pero el zarpazo de Alcorcón en el mes de octubre zarandeó la estabilidad del proyecto, que, sin embargo, se mantuvo en pie por la pelea con el Barça. La vuelta al socavón en marzo con la eliminatoria ante el Olympique de Lyon en la Champions dejó destrozado y hundido al chileno. El milagro liguero no llegó y Manuel tuvo que hacer las maletas con la misma soledad con que la que lo acompañaron en su aterrizaje.

Pellegrini decidió descansar y esperar destino. Desde Catar, con el objeto de promocionar el campeonato del mundo de 2022, se arrancó un proyecto de escuelas de tecnificación y formación deportiva. Entonces se eligió a Pellegrini para encomendarle la dirección. Con casi todo decidido, el Málaga entró en barrena con Jesualdo Ferreira en el banquillo. El jeque catarí Abdullah ben Nasser Al Thani encomendó al sudamericano salvar la categoría y reorganizar un equipo que trasteaba sin destino. Con el mercado de invierno a mes visto, las nuevas ideas permitieron la salvación in extremis.

En el segundo curso se vivió la excelencia con la clasificación para la previa de la Liga de Campeones, con adquisiciones rimbombantes y con ambiente de gloria ante una afición que se entregó desde la pretemporada. La crisis económica desembocó en un verano frenético donde a Pellegrini le invitaron a marcharse tras unas jornadas de descontrol donde el auditor árabe variaba los deberes encomendados en función del interlocutor con quien compartía pupitre. No obstante, el chileno, cuando le pusieron contra las cuerdas, se rebeló como un sobrio estratega y cambió el desenlace de la pelea.  Tomó las riendas del club, recolocó a ejecutivos con ínfulas de poder, modificó la secretaría técnica a su antojo y se ganó la confianza de la plantilla influyendo en las decisiones finales de aquellos jugadores que deseaban abandonar el barco porque el tambor de las ofertas aturdía sus oídos. Sólo salieron aquellos que él consideró prescindibles. El poder absoluto que le otorgaron desde Catar resultó suficiente para reordenar un conjunto desmenuzado.

La visita del Real Madrid sitúa a Mourinho en un desazón continuado. Demasiadas batallas libradas por el luso. Ahora se ajusta ante quien ha despreciado siempre que le ha sido útil. Pellegrini es consciente de que la estocada no sería final, pero sí que haría dudar al que se dirigen todos los focos de la decisión: el presidente. El desenlace en La Rosaleda puede amargar las Navidades a los dirigentes madridistas y al entrenador porque una derrota debilitaría un poco más a ‘Mou’. Las referencias al pasado se esquivan, pero las condiciones de futuro se pueden desparramar en la hierba de Málaga.

P.D.

¡Dale Tito! En el fútbol te necesitan.

Sacudidos aún por el ardor guerrero de quien lucha por su mayor deseo, ponerse a hablar de las rencillas que se dirimirán en el césped de La Rosaleda suena a discurso hueco. Vilanova se empeña en demostrarnos que cada noventa minutos hay más vida y durante ese espacio debemos crecer con más pasión, menos rencor, más calor, menos dolor, más unión, menos presión, más sintonía, menos discusión. Tito, por sí mismo, es una lección garante con resultado feliz. Nos lo demuestra cada semana y con éxito. El que le deseamos en su presente caminar.