Cristiano Ronaldo no renovará a cualquier precio y Villa saldrá si cubre gastos

Semana de presentación y confirmación en el Real Madrid. Por fin vimos a Carletto trajeado, dichoso, satisfecho de poder desprenderse del yugo al que lo tenía sometido el París Saint Germain. Ancelotti, y también Florentino, cumplen así el viejo deseo de unir su presente bajo el mismo escudo, tal y como se prometieron hace años. Puesta de largo para engalanar una función que se ha dilatado en el tiempo, pero cuyo telón descendió con ovación unánime del madridismo. Sí, a rey muerto, rey puesto. Sí, todo lo que huele a Mourinho ya es papel mojado. Sí, el entrenador italiano desgranó un discurso entusiasta en el estreno. Sí, hoy importa menos qué personaje interprete Zidane.

El Real Madrid es feliz porque también ganó el pulso de Isco. No lo tenía fácil. El malagueño se sentía actor principal en el Manchester City, pero el presidente blanco, en una empresa personal y unilateral desmarcada de los consejos de los técnicos, dio la vuelta a la tortilla y consiguió convencer  al atacante para que modificara las primeras pretensiones. También tenía ganas Florentino de anunciar a un galán español en la cartelera de protagonistas.

De la mitad del campo hacia arriba, Ancelotti se va a encontrar con un nutrido grupo de aspirantes dispuestos a pelear por un sitio en el once titular. Con pensamiento ofensivo nos encontramos a Modric, Kaká, Ozil, Callejón, Di María, Jesé, y ahora Isco. Con la portería entre las cejas, Cristiano, Higuaín, Benzemá y Morata. Sin duda, no todos van a empezar el curso vestidos de blanco.

Pero la lista no se detiene. Se buscan más. Entre los objetivos presidenciales se llena el camerino con dos nombres que se dibujan en rojo: Bale y Cavani. Uno para cada uno de los grupos expuestos antes. El galés, para proyectarse en ataque y el uruguayo, para el gol. El empeño del dirigente no ha variado: mantiene viva la idea de construir un equipo más grande con las mejores piezas del mercado. Una, la de Isco, ya la guarda entre sus tesoros. Veremos si es capaz de atrapar a cualquiera de los otros dos.

En cualquier caso, a Pérez lo persigue, como una sombra tras la esquina, la renovación de Cristiano Ronaldo, que es afrontar otra tarea galáctica. En la narración presidencial que se hace pública no se escatiman elogios al éxito del portugués. Se relata que sobre la espalda del ‘7’ se edifica el proyecto de la década que arranca con Ancelotti. En este periodo de tiempo, el elegido para portar la bandera de líder blanco no es otro que el delantero luso. Sin embargo, en las oficinas de Concha Espina también cuentan que la renovación que se planteará al jugador será a precio de mercado, no en las cifras poderosas, de altas pretensiones, que ha deslizado su agente. Se asegura que no van a tirar la casa por la ventana para retener a quien concluye el actual vínculo con 30 años cumplidos.

Hubo un tiempo, rememoran los veteranos, cuando Santiago Bernabéu se situaba a la cabeza del club que el Real Madrid renovaba año a año a los jugadores una vez cumplían los 30 años de edad. Se llamara como se llamara, cada final de temporada, el futbolista rendía cuentas en el despacho del presidente. Si la campaña era óptima, renovación garantizada por otro curso. Si el rendimiento descendía, gracias por el esfuerzo y a otra cosa, o a otra entidad. Sin el menor remordimiento. El Real Madrid no era una casa de acogida para nadie.

Afortunadamente, ahora vivimos en otra secuencia y la vida deportiva de los futbolistas es más longeva. Cristiano Ronaldo se encuentra en la plenitud futbolística. Con 28 años pelea a Messi el cetro del Olimpo del balompié. Se encuentra en su derecho de pedir la máxima cantidad posible porque se halla ante la firma del que será su último gran contrato. Sin embargo, el club también vislumbra esa misma esfera. Con las partes con pocas ganas de ceder, la entrada en escena de otros clubes pretendientes podrían variar o no los planteamientos previstos por cada uno. 

En Barcelona, la nómina de atacantes es igualmente nutrida, como la de su sempiterno enemigo. Nada menos que diez: Messi, Pedro, Neymar, Alexis, Delofeu, Tello, Cuenca, Afellay, Bojan y David Villa. Como en el caso del Real Madrid, no todos arrancarán vestidos de azulgrana. La dirección deportiva trabaja arduamente para desvincular a varios de estos integrantes. Pero no resulta sencillo. El destino no siempre cuadra con el interés del club y la nómina a compensar. Es, por ejemplo, el caso del delantero internacional asturiano. Villa enfila la cuarta y última temporada de su contrato con el Barça. El Valencia percibió 40 millones de euros en el verano de 2010, circunstancia que coloca a la entidad azulgrana en la tesitura de amortizar aún 10 millones de euros. Además, el jugador cuenta con una cantidad que supera los 10 millones de euros en la temporada 2013/14, lo que le permite afrontar con tranquilidad el desenlace del destino.

El pasado mes de enero, el Arsenal intentó adquirir al goleador pero la operación no terminó de cerrarse. El motivo fue que el club culé no quiso debilitarse para la segunda parte de la campaña. Ahora es el Barça quien acumula más prisa y el jugador quien pausa los tiempos. Sus intenciones caminan vía Inglaterra y hacia Londres, aunque variando el rumbo del equipo. Es el Tottenham Hotspur quien se muestra más dispuesto a firmarlo por expreso deseo de Vila-Boas, ya que el Arsenal se ha decantado por Higuaín. Villa, que cumplirá 32 años en el próximo mes de diciembre, afronta el último contrato de su carrera deportiva, circunstancia que lo coloca en un escenario difícil. Los ingleses no quieren romper el escalón financiero de la plantilla con un jugador veterano y el asturiano no desea salir del Camp Nou perdiendo dinero. En el medio, el FC Barcelona. A menos dinero en la caja de Rosell más opciones de traspaso. Por eso, si cubre gastos será más confortable el acuerdo. Sólo un pero atenaza al ariete: el riesgo de tensar la cuerda, quedarse y perderse el Mundial de Brasil, su última estación con la Roja.