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Del Bosque cambia de discurso y ahora ya se va a la Selección sin jugar
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Antonio Sanz

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Del Bosque cambia de discurso y ahora ya se va a la Selección sin jugar

Como no existe regla sin excepción, Vicente del Bosque ha estimado repetir cita para Casillas… ahora que ya no es titular en la portería del Real Madrid

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No pretenden estas líneas polemizar más en la irremediable discusión de qué futbolista es mejor y por qué es convocado y otro, el que me gusta, se queda fuera de la cita, bien sea porque mi preferido pertenece a los colores que defiendo, o bien porque sencillamente me cae mejor o porque me llena más el ojo. Por ahí, cualquier entrenador debe sentirse con pulso firme, con caparazón estable, fuerte frente al dominio ajeno y convencido de las decisiones que lo ocupan. Pero también consideremos que las reflexiones de cada cual se pueden posicionar bien alejadas de sus principios como técnico. Y ya recuerdan lo que apuntó el inefable Groucho: “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”. No es que quiera reducir el asunto al absurdo apoyado en aquella cita del mítico Julius Henry Marx; aunque sí debemos considerar que un cambio de discurso tampoco es tan grave, ni es licencia para poner colorado a nadie, ni siquiera para que te acusen de cometer delito alguno. Claro que no. Faltaría más. Cambiar de opinión es tan saludable como reconocer que lo has hecho.

Vicente del Bosque, en las rutinarias explicaciones que gentilmente ofrece cada vez que hace pública una lista de convocados para la Roja, reiteraba que un jugador se ganase el derecho a participar en la Selección debía actuar con asiduidad en las alineaciones de su club. Una tras otra, el mensaje se repetía y el discurso tomaba un cariz perseverante. Sin embargo, algunos protagonistas, sin ser habituales, adquirían con su trabajo y su silencio un hueco entre los mejores porque el rendimiento siempre se evaluaba como excelso cuando se los precisaba. Los casos más significativos eran los de Raúl Albiol o Thiago Alcántara. Como no existe regla sin excepción, el seleccionador ha estimado repetir cita para Casillas… ahora que no juega.

Si antes de disputar la Copa Confederaciones se explicó que una lesión lo apartó del once, ahora el técnico se siente magnánimo y mantiene al capitán aunque con el profundo debate de si lo alineará o no frente a Finlandia. Para Iker, en un partido donde no se admiten riesgos ya que el billete del Mundial está en curso, el estado de forma de Víctor Valdés es más inconveniente que la decisión de Carlo Ancelotti. Para Del Bosque, el reconocimiento al cancerbero del Real Madrid incluyéndolo en la citación debe ser motivo suficiente para cumplir con el objetivo: mantener intacto el núcleo duro del grupo. Es seguro que tras Brasil 2014, con o sin Del Bosque, Casillas, así lo reconoció él mismo, clausurará su tiempo en la Roja. Y no será el único.

En cualquier caso, las ausencias por lesión de Busquets e Iñigo Martínez provocaron, al conocer los nombres de los sustitutos, que el grado de sorpresa se acentuara. Si Javi García entra y sale con la frecuencia de ser una opción secundaria, la polivalencia que le permite actuar como central, ahí lo utilizó Pellegrini con escasa fortuna en Cardiff, posibilita que pelee también por un sitio con Mario Suárez en el eje porque sí parece que Ramos y Albiol no admiten contienda. Sin Piqué sancionado, con Puyol físicamente renqueante y con Domínguez en el olvido, Nacho, treinta minutos de competición oficial en el curso con el Real Madrid, es lo mejor que ha encontrado el seleccionador. Con el lateral derecho sin oposición a Arbeloa porque Montoya, Carvajal y Azpilicueta opositan desde sus respectivos banquillos y Juanfran también ha caído en desgracia, la zaga es otro quebradero de cabeza a los añadidos del portero y del ariete, éste sempiterno.

Con todo, el resbalón de El Molinón no admite fallos en la devolución de visita a Helsinki, para evitar ulteriores sorpresas. Aquella noche del mes de marzo, España empató a un gol… y gracias. Por cierto, Valdés fue titular, Cazorla e Iniesta arroparon a Busquets y Silva y Villa, tirado parte del partido a una banda, escoltaron al falso ‘9’ llamado Fábregas. Sin Xavi, ausente por problemas musculares, ni Alonso, reservado para París, la Roja no supo encontrar el rumbo adecuado. Ese día, uno de los cambios resultó Juan Mata, la tercera de las decisiones del seleccionador tras dar entrada antes a Pedro y después a Negredo. El jugador burgalés, con suerte adversa desde la llegada de Mourinho a Londres, también ha caído en el olvido. La irrupción de Isco, precisamente en Gijón estuvo en el banquillo, entre el madridismo ha dejado sin plaza a quien comienza un difícil vía crucis en Stamford Bridge. O mucho cambian las cosas o pasará demasiadas horas entre el banquillo y la grada. Sin embargo, Del Bosque, en este caso, ha considerado que no jugar no le aproxima al grupo, a quien fue también, si bien sin galones, Campeón del Mundo y de Europa. Un guiño, como estímulo en un mal momento, no sobraba.

El ‘casting’ del ariete se mantiene candente. Esta vez han acudido tres delanteros: Villa, Negredo y Soldado. Torres, una garantía muy fiable en las fases finales de los campeonatos y en las finales que participa, se vincula al grupo en el sprint final por su poderoso estado físico y por el rendimiento que demuestra en el tramo definitivo de la temporada. Llorente trata de abrirse hueco en Turín en una Juventus dónde Tévez y Vucinic marcan el paso. Los Güiza, Adrián, Aduriz, Bojan o Manu del Moral, que también tuvieron una oportunidad con Del Bosque, ya no parecen próximos a repetir.

No pretenden estas líneas polemizar más en la irremediable discusión de qué futbolista es mejor y por qué es convocado y otro, el que me gusta, se queda fuera de la cita, bien sea porque mi preferido pertenece a los colores que defiendo, o bien porque sencillamente me cae mejor o porque me llena más el ojo. Por ahí, cualquier entrenador debe sentirse con pulso firme, con caparazón estable, fuerte frente al dominio ajeno y convencido de las decisiones que lo ocupan. Pero también consideremos que las reflexiones de cada cual se pueden posicionar bien alejadas de sus principios como técnico. Y ya recuerdan lo que apuntó el inefable Groucho: “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”. No es que quiera reducir el asunto al absurdo apoyado en aquella cita del mítico Julius Henry Marx; aunque sí debemos considerar que un cambio de discurso tampoco es tan grave, ni es licencia para poner colorado a nadie, ni siquiera para que te acusen de cometer delito alguno. Claro que no. Faltaría más. Cambiar de opinión es tan saludable como reconocer que lo has hecho.

Vicente del Bosque