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La obstinación de Bale tuvo como premio aterrizar en el Bernabéu
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Antonio Sanz

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La obstinación de Bale tuvo como premio aterrizar en el Bernabéu

No deja de ser una paradoja del destino, pero las lesiones han dejado huérfana en el Madrid la posición dónde comenzó a destacar Bale como profesional

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No deja de ser una paradoja del destino, pero las lesiones han dejado huérfana en el Real Madrid la posición dónde comenzó a destacar Gareth Bale como profesional, en Southampton, al sur del Reino Unido. El virus FIFA provocó primero la caída de Marcelo para después rematar al otro lateral zurdo de la plantilla, Fabio Coentrao, precisamente en el amistoso celebrado en la Costa Este norteamericana entre Portugal y Brasil. Ancelotti cuenta con otras variantes para ocupar la zona siniestrada, como cambiar a Arbeloa de banda, dar entrada a un falso lateralo mirar a la cantera y optar por Casado, el ‘3’ del Castilla. Sería curioso que el entrenador italiano se hubiera decidido por colocar a Bale, una inversión de cien millones de euros, en el carril de El Madrigal, pero finalmente lo ha hecho por una opción lógica: Nacho Fernández.

Sudó lo suyo el Real Madrid para poder presentar a Bale en el Santiago Bernabéu. Se vieron obligados a cambiar en varias ocasiones la fecha prevista para el evento, incluso se observaron imágenes del escenario previo a ser desmontado porque el estadio albergaba un partido y el galés estaba pero no llegaba. Es cierto que el club blanco contó en todo momento con la disposición del jugador para cambiar de aires. El chico forzó lo suficiente como para terminar imponiendo su voluntad. Con la operación controlada por esa vía, Florentino Pérez no sintió que el traspaso se podía ir al traste, si bien también era consciente el núcleo duro de Concha Espina que no serían ellos quienes marcarían los tiempos. Daniel Levy, el presidente y máxima autoridad del Tottenham, descifró la venta en función de la secuencia clásica: me niego en rotundo y lo expongo a la opinión pública pese a la desorbitada cantidad; me dejo querer tras una segunda estación reflexiva; nuevas millas de distancia tensando la cuerda pero con ánimo de cerrar el acuerdo; y el punto y final zanjando el compromiso de salida cuando la entidad obtenga el mejor reemplazo posible.

Cuando el Real Madrid se vio obligado a levantar el escenario montado en el antepalco del Bernabéu, el Tottenham no lo hizo a propósito. La fecha de presentación se pactó para finales del mes de agosto. Los Spurs habían apalabrado el fichaje de Willian Borges da Silva, el brasileño puesto en venta por el egocéntrico Suleyman Kerimov, dueño del Anzhi que, cansado de perder en el césped, colocó en destino a sus mejores activos. El movimiento del Chelsea situó a los vecinos del norte de la ciudad compuestos y sin estrella porque el empresario ruso aprovechó el engaño para colocar también en el paquete a su hombre mejor pagado, Samuel Eto’o, y ahorrarse así unos cuantos millones de euros. La negativa del Manchester United a traspasar a Rooney permitía a los ‘blues’ compensar a Mourinho, que impulsó para su plantilla un delantero más desde antes de comprometerse con Abramovich. El ‘robo’ provocó que Levy pidiera más tiempo a Florentino, Bale se largara a Marbella y Baldini, el director deportivo del club londinense, se pusiera a trabajar a contrarreloj. El italiano se fajó con la Roma para firmar al argentino Lamela y con el Ajax para contratar al danés Eriksen. En total, 43 millones de euros que añadir a los 78 ‘kilos’ gastados en Soldado, Chadli, Paulinho, Capoue y Chiriches. Total, siete jugadores por uno y un déficit en el gasto de poco más de veinte millones de libras.

En el último día de mercado, las oficinas del Real Madrid se convirtieron en un hervidero de negociaciones. Con el fichaje de Bale por fin anunciado, se trataba de hacer caja tras el desembolso a cumplimentar. El primer objetivo era escaparse de los dos años de ficha de Kaká, aún pendientes, aunque eso supondría cero euros en la cuenta de ingresos. El AC Milan asumiría los veinte ‘kilos’ de coste y el reto de convencer al jugador con el horizonte del Mundial entre los argumentos esgrimidos. Después, se afrontaba el traspaso de Ozil, a quien Ancelotti había mostrado la puerta de salida al ubicarlo futbolísticamente en la banda. El Arsenal, así lo anticipó Wenger, se había decidido a gastarse lo suyo en Chamartín. Si el alemán era la tarta, la guinda llevaba nombre y apellido: Karim Benzema. El galo, discutido cada semana, se dejaba querer. El Real Madrid, pese a la sobreprotección reiterada de Zidane, consumaba la transacción siempre que encontrase relevo. El sustituto también estaba elegido por los blancos: Luis Suárez. Pero el Liverpool se negó a escuchar cualquier propuesta el día 2 de septiembre, la jornada del cierre de mercado. El Arsenal, que tampoco pudo hacerse con el uruguayo, no conseguía cambiar de territorio al francés. El botín de 45 millones de euros por Ozil, a quien se discutía también su azarosa vida lejos de la hierba, se daba por excelso en los despachos. Además “tenemos a Isco”, sentenciaban. Sólo Sergio Ramos se lamía las heridas en silencio con la paciencia y la memoria suficiente como para a la caída del primer micrófono reivindicar a quien defendió a ultranza frente a Mourinho.

La conferencia telefónica con Inglaterra relataba paso a paso otras operaciones. Mendes no colocaba a Coentrao, amigo de Cristiano Ronaldo, que anhelaba no perder a su colega de confesiones. Pero el Madrid, a lo suyo, frenaba la contratación de Siqueira con el Benfica por la fe que ponía en que el agente luso lograra desatascar el futuro del lateral. No pudo premiarse y provocó que el brasileño del Granada perdiera a la vez su oportunidad de jugar en Lisboa. Pero otro doble frente se abría a última hora. Con dos protagonistas: Khedira y Jesé. Si en el caso del extremo se liquidó rápido tras negarle al Málaga la cesión por una temporada, el centrocampista alemán recibía la propuesta de un desesperado Manchester United, que peinaba mediocentros tras fallar la ‘operación Ander Herrera’ y no poder concretar aún a Fellaini. Si la oferta llega un par de días antes, los alemanes que fichó Valdano hubieran salido como entraron, de la mano.

No deja de ser una paradoja del destino, pero las lesiones han dejado huérfana en el Real Madrid la posición dónde comenzó a destacar Gareth Bale como profesional, en Southampton, al sur del Reino Unido. El virus FIFA provocó primero la caída de Marcelo para después rematar al otro lateral zurdo de la plantilla, Fabio Coentrao, precisamente en el amistoso celebrado en la Costa Este norteamericana entre Portugal y Brasil. Ancelotti cuenta con otras variantes para ocupar la zona siniestrada, como cambiar a Arbeloa de banda, dar entrada a un falso lateralo mirar a la cantera y optar por Casado, el ‘3’ del Castilla. Sería curioso que el entrenador italiano se hubiera decidido por colocar a Bale, una inversión de cien millones de euros, en el carril de El Madrigal, pero finalmente lo ha hecho por una opción lógica: Nacho Fernández.

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