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Diego y diez más... en las alineaciones del Cholo Simeone desde el mes de enero
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Antonio Sanz

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Diego y diez más... en las alineaciones del Cholo Simeone desde el mes de enero

Simeone y Diego Ribas quieren unir sus vidas, pero el Atlético, por más que pelea el técnico, continúa sin girar la tuerca para acometer esa mínima inversión

Foto: Simeone sueña con volver a tener a sus órdenes de Diego Ribas (EFE)
Simeone sueña con volver a tener a sus órdenes de Diego Ribas (EFE)

No es frecuente que un entrenador reclame en voz alta, sin complejos y sin estridencias, a un futbolista, algo que los clubes suelen manejar con el máximo sigilo. En contra de la lógica ha actuado el Cholo porque Simeone y Diego o Diego y Ribas quieren volver a unir sus vidas, aunque con más deseo y mayor empeño por parte del entrenador. Y eso que el idilio sumó poco más de veinte partidos. El técnico, que ya castigó públicamente durante el pasado mes de julio la lentitud en la adquisición de los nuevos fichajes del Atleti 13/14, recibió la promesa de que esa política se aceleraría y que lo que no llegara entonces, llegaría en enero. Especial vehemencia se puso con el deseado. Sí, porque si año tras año se busca y se rebusca en el mercado, el míster sólo pretende repescar al brasileño.

Los miembros del cuerpo técnico del Atleti ya cuentan con el centrocampista para el próximo mes, y así lo dejan caer en las tertulias que mantienen con sus más cercanos. Exponen sin rubor que “serán Diego y diez más”. Para averiguar el descarte, de un once que la afición relata de memoria, el argentino debe borrar a un jugador con presencia ofensiva. Si hoy Diego Costa es intocable y Koke es su otra gran creación, o bien Villa, o bien Arda Turan apuntan al sacrificio.

Pero el entrenador del Atleti, partido a partido, no se detiene ahora en el descarte. Anhela que pueden reencontrarse con un futbolista diferente, de unas características que extraña en la plantilla, poseedor de una creatividad que se ausenta en el grupo. La dirigencia, desde el Consejo de Administración, apostó sin fisuras por Oliver Torres y exportó su figura a los medios de comunicación. ¿Por qué Diego si está Óliver?, se proclamaba el pasado agosto. Sin embargo, Simeone continúa enviando mensajes al mentón del poder: “no esperamos a nadie, quien no esté listo no juega”. Y el menudo canterano no está listo a ojos de quien se juega el bigote.

El último día de agosto de 2011 se cerró el acuerdo entre Atlético y Wolfsburgo para la cesión de Diego por una temporada, con otro inquilino en el banquillo rojiblanco. El curso del sudamericano se enfocó de menos a más con 43 partidos disputados -6 goles y 14 asistencias- y una Europa League bajo el brazo. El rendimiento creció exponencialmente en el último tramo cuando su vuelta a Alemania estaba garantizada. El técnico, también lo asumía, aunque albergaba cierta esperanza de encontrarse con el regalo en el siguiente arranque. No obró el milagro, pero el encargo sigue latente. Los dirigentes admiten lo terco que el argentino se ha puesto con este asunto, a sabiendas de que la relación con el jugador no resultó tan fluida en los despachos como sí ocurrió con la convivencia en el césped.

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El primer desencuentro llegó unos meses después de la partida. Diego dejó como recado una denuncia en el sindicato de futbolistas porque no admitió aplazar el pago de una cantidad extra, las llamadas primas, de 60.000 euros, cifra ridícula para él cuando ese año facturó cinco millones de euros. Era sólo una señal. La distancia crecía porque el Atleti daba largas a Diego para ficharlo;éste seguía enfrentado con su entrenador en Alemania - Magath- y la solución a su futuro se enquistaba sin opción a resolverla. Además, el centrocampista no entendía que se filtrara permanentemente que sus emolumentos eran el verdadero impedimento para vestirse de rojiblanco, cuando él se había retocado ya el sueldo para demostrar que era más que válido para la entidad. Y como aquella herida quedó abierta, el penúltimo aviso lo lanzó este verano: “los dirigentes no piensan como Simeone”, respondiendo a la cuestión de que tampoco en 2013 retornaría al Manzanares.

La vida deportiva de Diego se explica con sobresaltos. A los 19 años abandonó Brasil para firmar por el mejor club busca talentos que existe en Europa, el Oporto. Los portugueses pagaron al Santos 7 millones de euros. Dos años después, tras un par de temporadas irregulares propias de la bisoñez, era traspasado por una cantidad inferior al Werder Bremen. La presencia de Thomas Schaaf en el banquillo germano devolvió al de Ribeirao Preto a la excelencia. Tanto gustó que la Juventus soltó 27 ‘kilos’ en julio de 2009. Si bien, deshizo la operación un año después recuperando únicamente 15. El Wolfsburgo compraba un jugador tan relevante como irregular, capaz de pasar de efervescente a inerte o de agitarse con ardor a transcurrir estaciones con el sello de inadvertido.

El próximo 30 de junio concluye la vinculación con el club alemán. Hasta cinco entrenadores no han sido capaces de exprimir su jugo, quizá con la excepción del actual, Dieter Hecking, que ha saboreado algo más la disciplina del chico. Se ha publicado que Arsenal o Southampton en Inglaterra o que una hipotética vuelta al Santos son las alternativas con que se encuentra el protagonista. El otro Diego, el que entrena al Atleti, es consciente de que o en el mercado de invierno oya no será posible el reencuentro.

En el club madrileño se siguen planteando, en minúsculas, la posibilidad de cesión de Juan Mata, tras comprobar que la situación en el Chelsea no cambia. Lo que no entendieron en verano en las oficinas del Calderón es que el ‘10 blue’ no cuenta al Atleti entre sus preferentes porque, si se decidiera a cambiar de aires, la primera elección pasa por mantenerse en la Premier. Sin creer firmemente en esta opción del internacional español, es más una acción para presentar alternativas y así evitar el enojo del entrenador.Diego, el que juega, lo resumió con nitidez: “si el Atlético no está dispuesto a hacer una inversión mínima será una cosa imposible”. Y el Atlético, por más que la pelea Simeone, sigue sin girar la tuerca para acometer esa mínima inversión.

No es frecuente que un entrenador reclame en voz alta, sin complejos y sin estridencias, a un futbolista, algo que los clubes suelen manejar con el máximo sigilo. En contra de la lógica ha actuado el Cholo porque Simeone y Diego o Diego y Ribas quieren volver a unir sus vidas, aunque con más deseo y mayor empeño por parte del entrenador. Y eso que el idilio sumó poco más de veinte partidos. El técnico, que ya castigó públicamente durante el pasado mes de julio la lentitud en la adquisición de los nuevos fichajes del Atleti 13/14, recibió la promesa de que esa política se aceleraría y que lo que no llegara entonces, llegaría en enero. Especial vehemencia se puso con el deseado. Sí, porque si año tras año se busca y se rebusca en el mercado, el míster sólo pretende repescar al brasileño.

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