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Diego Costa tampoco destierra la idea de que España juegue con falso '9'
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Antonio Sanz

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Diego Costa tampoco destierra la idea de que España juegue con falso '9'

Otro episodio más en la 'crisis del '9'' en una Roja que prepara el Mundial. Pese a la presencia de Costa el mejor '9' para Del Bosque sigue siendo el falso

Foto: Diego Costa, en el partido España-Italia (Efe).
Diego Costa, en el partido España-Italia (Efe).

Otro episodio más que escribir en la ‘crisis del '9'’ en una Roja inmaculada que prepara el Mundial. Para los que mandan, en los despachos y en el banquillo, el fichaje de Diego Costa se apuraba como el oasis definitivo para encontrar dueño a la única demarcación huérfana del caserón. El principal ejecutivo rojiblanco, ideólogo del plan de cambio, ejecutó los plazos para alcanzar el advenimiento del convertido brasileño en español por política de club, así disponía en nómina de un extranjero menos. Después, desde su poltrona, creció en la gesta. Sin complejos, trazó una hoja de ruta que se ha logrado cumplir tras convencer a quienes advertían pelea con el adversario y con el más alto organismo futbolístico. Porque hasta esa cima, el seductor no alcanzaba. Sin embargo, sin mano en el estilo, a Costa se le han observado las mismas carencias que a otros arietes que ya han aprobado ese mismo casting. No se trata sólo de fichar por fichar. Se trata de adaptarse a una demarcación donde el dueño del balón conjuga con escasez con el finalizador. Y frente a Italia, nos vimos en el mismo espejo. Eso sí, paciencia para el recién llegado. Se pide.

El excelso rendimiento de Costa en el año 2013 provocó el cambio de patria. Tras sentirse decepcionado por la distante acogida con el núcleo duro de compatriotas en los dos amistosos que disputó con Brasil, Diego contó a su gente más íntima el enorme desengaño sufrido, que se acentuó cuando quedó sin hueco en la Copa Confederaciones. Hasta aquí todo está contado. También las reuniones de aproximación, los miedos a incorporarse con España por las disputas en la hierba, el recelo al recibimiento y la campaña mediática favorable para acogerlo sin fisuras. No importó que uno de los fijos, de los indiscutibles del grupo, Arbeloa, en legítima o ilegítima defensa de sus colores, se viera sacrificado para que nada ni nadie perturbara la estancia del goleador rojiblanco. Ni tras la tempestad vivida en los Madrid-Barça se había decidido eliminar a un notable. Ahora, la apuesta por Costa habita por encima de otros intereses comunes.

Tan en silencio llegó Diego al encuentro con la Roja que abrumaba observarlo. Huía de meter la pata. En sus primeros pasos hasta alcanzar la residencia de la Federación dudó ante la petición de los periodistas de pararse a atenderlos. Ni en eso se quería cantear. Incluso, tiró de Koke para esa asistencia. Su compañero recibió con estupor la pregunta. “¿Puedo yo hablar?”, escuchó a una voz baja. El joven rojiblanco se revolvió sin pudor. “Pues claro”. Sin embargo, tan aleccionado vive Costa en esta nueva experiencia que no quiso pasarse de tramo. Admitió el consejo, pero dudó. Pensó y optó por aguardar las indicaciones pertinentes. Sí sorprendió que un debutante no pasase por la sala de Prensa en la previa del partido y su exposición se redujese a una participación teledirigida en el canal oficial de Las Rozas.

El empeño por cuidar al invitado se acentuó de puertas para dentro. Juanfran y Koke se transformaron por derecho en sus cicerones, pero Casillas y Ramos actuaron por defecto con apoyo dirigido. El capitán y el futuro capitán, de ésta se escapó ‘el teniente’ Xavi, no evitaron arropar a quien se sintió frustrado en aquella concentración donde, según manifestó, cumplía el sueño de enfundarse la ‘verde-amarela’. Esta vez, la consigna era que se sintiese cómodo y que se adaptara rápido porque el tiempo vuela. Queda tan poco para el torneo mundialista que se deben ganar jirones con la convivencia.

La declaración de intenciones del seleccionador tampoco ofrece dudas. El delantero disfrutó de los noventa minutos del partido amistoso. No es frecuente que el ‘9’ complete el encuentro integro porque es moneda de cambio habitual en los planes del entrenador. Sin embargo, Negredo cumplimentó la convocatoria desde el banquillo en un periodo complicado también para él, con seis choques sin marcar y suplente en la final de la ‘Capital One Cup’ celebrada el pasado domingo en Londres. El golpe de confianza que podía esperar el goleador de Vallecas quedó reducido a la espera. No estaba incluido en el guión. Esta vez era muy secundario. El día estaba señalado: era la noche de Costa.

Pronto para admitir conclusiones, pese al caudal de halagos subjetivos lanzados, el cuerpo técnico calibra la opción de mantener dos delanteros y reflotar el toque. A escasos dos meses vista de la lista definitiva, la cercanía al falso ‘9’ es cada vez más rotunda. Fábregas gana enteros para seguir siendo la referencia desde atrás. Noventa minutos no dan para mucho, pero si admitimos que otros compañeros se aproximaron al viaje por rendimiento, el ancla de ataque sigue sin resolución. Costa tampoco la aportó.

Las primeras observaciones, tan calientes como próximo está el final del partido, señalan que serán dos delanteros puros los que únicamente conformarán la lista de 23. En cualquier caso, ni el cuerpo técnico cuenta con la decisión tomada ni se pueden creer decisiones en firme. Queda tiempo para modificar los criterios actuales. Eso sí, es significativo que la prueba de Italia no cierre el círculo. El mejor ‘9’ para Del Bosque sigue siendo el falso.

Otro episodio más que escribir en la ‘crisis del '9'’ en una Roja inmaculada que prepara el Mundial. Para los que mandan, en los despachos y en el banquillo, el fichaje de Diego Costa se apuraba como el oasis definitivo para encontrar dueño a la única demarcación huérfana del caserón. El principal ejecutivo rojiblanco, ideólogo del plan de cambio, ejecutó los plazos para alcanzar el advenimiento del convertido brasileño en español por política de club, así disponía en nómina de un extranjero menos. Después, desde su poltrona, creció en la gesta. Sin complejos, trazó una hoja de ruta que se ha logrado cumplir tras convencer a quienes advertían pelea con el adversario y con el más alto organismo futbolístico. Porque hasta esa cima, el seductor no alcanzaba. Sin embargo, sin mano en el estilo, a Costa se le han observado las mismas carencias que a otros arietes que ya han aprobado ese mismo casting. No se trata sólo de fichar por fichar. Se trata de adaptarse a una demarcación donde el dueño del balón conjuga con escasez con el finalizador. Y frente a Italia, nos vimos en el mismo espejo. Eso sí, paciencia para el recién llegado. Se pide.

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