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La alianza de Ramos y Piqué hace que la Selección deje 'tirada' a Gijón
Sergio Ramos y Gerard Piqué, que no se llevan tan mal como nos hacen creer en las redes sociales y en los corros de micrófonos, forzaron un cambio en los planes de viaje de la Selección
Quinto partido oficial de la era Lopetegui frente a Israel. En el horizonte, el Mundial de Rusia del próximo año. Hasta la fecha, tres victorias y un empate, en Italia, lo que permite a la Roja liderar el grupo de clasificación. Y no es baladí ser primero porque implica caer de pie en el torneo. Ser segundo te conduce a una siempre arriesgada eliminatoria de repesca. La cuestión es que lo ajeno al fútbol rodea este encuentro. Con singular puntería, la Federación de Villar encomendó a su territorial asturiana la organización del partido para que éste se celebrase en Gijón. Curiosamente, una villa cuyo ayuntamiento apoya el movimiento antiEstado de Israel, en una decisión tan local como clandestina para la ciudadanía. Lo que conecta con el partido es que los partidarios de este movimiento han convocado una manifestación para hacerla coincidir con la hora del choque. Vamos, que nuestros contrincantes se encuentran en una ciudad que se viste con pintadas en las paredes y con carteles reivindicativos contra su nacionalidad. Pase lo que pase, que será nada, queda feo y nada hospitalario.
Mientras tanto, poco rechazo ha ofrecido la lista del seleccionador para este envite y el posterior amistoso ante Francia. En esta etapa transitiva, tras los éxitos del pasado, Lopetegui mantiene el mismo criterio que usa desde que se convirtió en el elegido. Su hoja de ruta se fundamenta en tres parámetros: los campeones —Reina, Ramos, Iniesta, Silva, Busquets, Piqué, Javi Martínez, Pedro—; aquellos que triunfaron con él en las categorías inferiores —De Gea, Nacho, Carvajal, Thiago, Morata, Illarramendi, Koke, Isco—; y quienes se encuentran en buen momento de forma y dan lustre a sus equipos —Diego Costa, Vitolo, Aspas, Monreal, Azpilicueta—. El resto cuenta con el premio a la fidelidad del técnico y a su cuota de gusto: Rico, Herrera, Alba y Deulofeu, en el empeño de conectar el primer equipo con las categorías inferiores. Hasta aquí, solo los colores y los cariños de cada uno son quienes empañan si debía sumarse fulanito restando a menganito. El seleccionador mantiene criterio y eso generalmente hace funcionar al colectivo.
La puesta en escena, cómica, sobre el césped
Un grupo que se soliviantó al conocer el plan de viaje, se entiende que inicialmente pactado con ellos, de esta concentración. El primitivo los conducía a pernoctar durante dos noches en tierras asturianas antes de partir a París. Sin embargo, la primera tarde de trabajo se vivió ajetreada en las instalaciones de Las Rozas, el lugar de acogida a nuestra Selección. A la directora de la misma, María José Claramunt, cuya misión es entre otras enlazar jugadores y entrenador, no le llegaba la camisa al cuello tras escuchar a algunos de los internacionales. La encargada de dialogar y consensuar a las partes escuchaba que los jugadores buscaban cambiar la hoja de ruta y modificar el tránsito establecido. La idea que le presentaba Ramos era la de no dormir en Asturias y disfrutar del día libre en Madrid. La puesta en escena resultó cómica, tal y como desvelaron las cámaras de 'Cuatro'. Todo transcurrió sobre el césped en los prolegómenos del entrenamiento: Claramunt, el enlace, previno a Lopetegui, quien se preparó para escuchar a Ramos, que consensuó con Piqué y después con Iniesta y Busquets.
La decisión final de ceder ante los jugadores ha molestado al presidente de la territorial del Principado, Maximino Martínez, quien se frotaba las manos con la conquista de contar con la Roja varios días en su región. “Me sentó muy mal, no lo entiendo y tengo que decir lo que siento. El cambio ya lo explicará el seleccionador", dijo.. Y lo explicó en 'Radio Marca': “La decisión de volvernos es mía. Nosotros a veces cambiamos algunas cosas como se ha hecho muchas veces”. Lopetegui optó por modificar el plan tras la petición de los capitanes, quienes hablan en nombre del grupo. La cuestión nos deja varias lecturas: el seleccionador no trabaja con el lema de ordeno y mando, es flexible; el entrenador no pretende alterar la convivencia con un tema que se considera menor; la directora de la Selección queda retratada, ella es quien debe evitar estas alteraciones, por eso ha conocido ya el disgusto de la dirigencia federativa; los entrenamientos sirven para algo más que para mejorar técnica y físicamente; los jugadores van todos a una; Piqué y Ramos no se llevan tan mal como nos hacen creer en las redes sociales y en los corros de micrófonos...
Desde hace meses, la relación entre Ramos y Piqué, los dos centrales titulares de la Roja, es mejor de lo que ellos mismos aparentan públicamente. Sin llegar a tener un cálido trato personal son conscientes de lo que representa cada uno. No son amigos, pero saben que se necesitan para hacerse más importantes en las disputas de puente aéreo. Se conocen y se preparan para darse eco a sus particulares chanzas. Por eso, no debe extrañar que sin el escudo delReal Madrid y el FC Barcelona sean capaces de pelear por un frente común: cargarse las iniciales intenciones de alojamiento. A los dos les debe convenir pasar más tiempo en el centro que en el norte de la península. Por eso, conocedor de la personalidad de Piqué, Sergio acudió directamente a él para apoyarse mutuamente en la causa. Lo que nos dejan esas imágenes es que los jugadores se respetan más de lo que dicen y que el juego de los piques no deja de ser un cuento chino. Esta vez, a Lopetegui le tocó lidiar con una alianza perfecta, la ilimitada fuerza que une a blancos y culés cuando pretenden lo mismo. A Julen le van a decir, que militó en las dos instituciones.
Quinto partido oficial de la era Lopetegui frente a Israel. En el horizonte, el Mundial de Rusia del próximo año. Hasta la fecha, tres victorias y un empate, en Italia, lo que permite a la Roja liderar el grupo de clasificación. Y no es baladí ser primero porque implica caer de pie en el torneo. Ser segundo te conduce a una siempre arriesgada eliminatoria de repesca. La cuestión es que lo ajeno al fútbol rodea este encuentro. Con singular puntería, la Federación de Villar encomendó a su territorial asturiana la organización del partido para que éste se celebrase en Gijón. Curiosamente, una villa cuyo ayuntamiento apoya el movimiento antiEstado de Israel, en una decisión tan local como clandestina para la ciudadanía. Lo que conecta con el partido es que los partidarios de este movimiento han convocado una manifestación para hacerla coincidir con la hora del choque. Vamos, que nuestros contrincantes se encuentran en una ciudad que se viste con pintadas en las paredes y con carteles reivindicativos contra su nacionalidad. Pase lo que pase, que será nada, queda feo y nada hospitalario.