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El derbi de Florentino y Gil: la pantomima del pacto de no agresión
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Antonio Sanz

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El derbi de Florentino y Gil: la pantomima del pacto de no agresión

Existe un acuerdo de respeto, no escrito, entre ambas entidades. Pero ese acuerdo de no agresión no deja de ser una farsa que nadie se cree. El último ejemplo es Theo Hernández

Foto: Florentino Pérez y Miguel Ángel Gil Marín en una reunión de LaLiga hace unos años. (EFE)
Florentino Pérez y Miguel Ángel Gil Marín en una reunión de LaLiga hace unos años. (EFE)

No se han cumplido ni dos años del último cara a cara con resquemor entre Florentino Pérez y Miguel Ángel Gil Marín. En una comida previa a un derbi que acabó en tablas, los dos dirigentes se enzarzaron en una discusión que culminó con el madridista levantándose de la mesa. Ni siquiera se tomó el postre. Ni él ni sus directivos, a quienes imperativamente obligó a abandonar la sala. Incluso dudó si asistir posteriormente al estadio, algo que descartó tras entender que la sangre no debía llegar al río… Manzanares. El motivo del desencuentro fue el reparto del dinero de los derechos televisivos que había aprobado la LFP. El Atleti, que ostenta una vicepresidencia, defendía el método. El Madrid, enfrentado desde hace tiempo con la presidencia, criticaba el modelo. El enfado del dirigente blanco caló entre los directivos de ambos clubes, pero dense cuenta: nadie hablaba de futbol.

No son, por tanto, ni fluidas ni óptimas las relaciones entre los dos clubes de la capital. Es cierto que se respetan, pero el Real Madrid es quien pone las reglas. A fin de cuentas, es el poderoso, es quien trata de sujetar a los rojiblancos. Si bien en los últimos tiempos la igualdad deportiva ha alterado la convivencia tranquila. Ya no se le mira con displicencia. Ahora se sospecha que puede hacer daño sobre la hierba. Si financieramente no hay más color que el blanco, cuando rueda el balón el equipo de Simeone ha conseguido ir olvidando el sometimiento que durante tantos años aplastó a los rojiblancos. Ahora, sin embargo, una noticia publicada en el diario 'Marca' ha soliviantado el ecosistema. El más que probable fichaje, este próximo verano, de un canterano ha vuelto a poner de manifiesto que cuando uno está interesado en algo del otro no hay pacto que triunfe. Existe un acuerdo de respeto, no escrito, entre ambas entidades. Pero ese acuerdo de no agresión no deja de ser una farsa que nadie se cree. Si finalmente Theo Hernández recala en el Real Madrid, al Atleti se le quedará cara de goma. Pero ni ha resultado ser el primer intento ni será el último.

Sergio Agüero es, hace seis años de esto, quien más cerca estuvo de recalar en el Bernabéu en la última década. Antes se negoció por Forlán, pero a última hora en el Calderón se dieron cuenta de que la afición no entendería ni la negociación ni el traspaso. El penúltimo caso fue el pasado verano. El Atleti intentó contratar a Morata. El Madrid atendió la llamada por cortesía, pero terminó la conversación invitando al olvido. Sí, el Kun sí llegó a creerse vestido de blanco. El acto de rebeldía le costó el cambio de destino. El argentino, que mantenía un acuerdo firme con el Real Madrid, se vio obligado a terminar aceptando la propuesta del Manchester City. Es más, antes de cerrarse el traspaso, solicitó a la dirigencia atlética que reconsiderara la operación ya que él estaba dispuesto a pedir públicamente perdón para mantenerse en casa. No hubo indulgencia. El chico terminó en Inglaterra por menos dinero que la cláusula de rescisión que marcaba su contrato. Pero Miguel Ángel Gil se salió con la suya: Agüero no acabó en el Madrid.

Si el Kun es quien más cerca estuvo, otros también se han observado tentados por la dirigencia vecina. Falcao, Diego Costa o Courtois siempre gustaron en Concha Espina. Al zaguero uruguayo Giménez lo ofrecieron al Real Madrid, mientras que el objetivo de contratar a Griezmann se mantiene vigente. Sin embargo, y hasta la fecha, el Atleti ha conseguido dirigir el destino de sus futbolistas. Pero se ha encontrado con la excepción de un chico joven. Theo Hernández, el lateral zurdo francés hoy cedido en el Alavés, parece dispuesto a romper unilateralmente su vinculación con los rojiblancos. Por 24 millones de euros abandonará el hogar que habita desde hace años. El Real Madrid, que busca desde hace tiempo un jugador para esa demarcación, lo acoge sin ponerse colorado. A Florentino no le importa volver a faltar a su palabra: la de no pagar otra cláusula de rescisión. El mandamás ha recalcado que la de Figo era la primera y la última. Pero después vino la de Sergio Ramos y ahora se apunta que la del galo.

Theo Hernández formaba parte de eso pacto interesado de no agresión que los dos clubes sí mantienen con los futbolistas de la cantera. Aquí no les viene bien saltárselo para no elevarse mutuamente las respectivas cuentas de resultados del fútbol base. Pero después es otra historia. El Atleti, que suma meses tratando de renovar al defensa francés, se olía que el buen año desplegado en Vitoria le podría traer malas consecuencias. Antes de partir al Alavés sí consiguió que firmara un nuevo contrato. Entonces Gil Marín tuvo que esquivar los intentos del Manchester City. El chico amplió el vínculo y la cláusula pasó de 3 a 24 ‘kilos’. El jugador entonces sí demostró lealtad al escudo. Ahora, lo golpea donde más duele: con la fuga al eterno rival.

El derbi entre los dos dirigentes va a quedar golpeado y las relaciones seguirán frías, pero tampoco preocupa en exceso a las partes. En las oficinas de Concha Espina hablan del pacto como una cuestión de respeto, de avisar cuando se toca a un futbolista del vecino. En los despachos del Manzanares se entiende que el Madrid ha jugado sucio con este jugador. Que ellos cuando se han cercado a algún futbolista lo han hecho saber. La realidad es que las dos entidades evitan la cordialidad cuando de verdad les interesa alguien. Así que si Theo termina en el Bernabéu será exclusivamente por cumplir un deseo personal. El Atleti tratará de torpedear la huida todo lo que pueda. Pero que no nos hablen más del pacto, ¿qué pacto? Que dejen ya de manosear esta broma.

No se han cumplido ni dos años del último cara a cara con resquemor entre Florentino Pérez y Miguel Ángel Gil Marín. En una comida previa a un derbi que acabó en tablas, los dos dirigentes se enzarzaron en una discusión que culminó con el madridista levantándose de la mesa. Ni siquiera se tomó el postre. Ni él ni sus directivos, a quienes imperativamente obligó a abandonar la sala. Incluso dudó si asistir posteriormente al estadio, algo que descartó tras entender que la sangre no debía llegar al río… Manzanares. El motivo del desencuentro fue el reparto del dinero de los derechos televisivos que había aprobado la LFP. El Atleti, que ostenta una vicepresidencia, defendía el método. El Madrid, enfrentado desde hace tiempo con la presidencia, criticaba el modelo. El enfado del dirigente blanco caló entre los directivos de ambos clubes, pero dense cuenta: nadie hablaba de futbol.

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