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La soledad de Pepe (la asignatura que no aprobó Zidane)
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Antonio Sanz

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La soledad de Pepe (la asignatura que no aprobó Zidane)

Se consuma una salida cantada que todos observaban con nitidez excepto el protagonista. Pepe quiso repetir la secuencia y rubricar por un bienio. La dirección general se enrocó y el portugués, también

Foto: Pepe se va por la puerta de atrás del Real Madrid tras diez años. (Reuters)
Pepe se va por la puerta de atrás del Real Madrid tras diez años. (Reuters)

Diez años en el Real Madrid dan para tanto, que Képler Laverán Lima, alias Pepe, los cierra con amargura. Tras una década donde ha vivido de todo, uno de los grandes centrales de la época asiste a una despedida áspera tras expresar sus sentimientos a corazón abierto. A modo de desgarro replicó su parecer a una salida cantada que todos observaban con nitidez excepto el protagonista. Las últimas semanas como madridista las vivió lesionado y en una burbuja. Los más íntimos le aplaudían el vigor y él mantenía la esperanza de que la situación cambiase, pero las jornadas transitaban sin un gesto, ni público ni privado, del presidente, del entrenador o del vestuario que invitara al optimismo. Nació un tramo dónde Pepe decidió aislarse y vivir en soledad sus últimos días como merengue. Deportivamente, la lesión en las costillas lo alejó de la rutina diaria de entrenamientos; emocionalmente, se apartó al comprobar que el frenetismo del calendario devoraba las relaciones humanas antes tan cultivadas. De aquel Pepe que se enfrentó a Mourinho para defender a Casillas, nada quedaba ya.

Foto: Cristiano Ronaldo, el pasado fin de semana en Cardiff. (EFE)

Algunas fuentes consultadas apuntan a su buena relación con Rafa Benítez como causa del inicio de sus males en el Real Madrid. Pero no pasó a ser un proscrito para la dirigencia por ser de los escasos que mantuvo un trato cordial con quien antecedió a Zidane. El mayor error de Pepe fue arrancar la temporada 2016/17 con un año como único asidero al club. Las negociaciones emprendidas por su asesor deportivo no dieron fruto porque el futbolista se empeñó en exigir dos años de contrato. El club, administrando una vieja política, ofreció únicamente uno justificando la edad del protagonista (34 años). Pero Pepe quiso repetir la secuencia de la renovación anterior y rubricar por un bienio. La dirección general se enrocó y el portugués, también. De nada sirvieron los acercamientos sociales, a través de una de las peñas más populistas de la entidad, para arrimar posturas. Florentino se mantuvo en modo presidente y Pepe terminó por no entenderlo. El ruido mediático de ofertas asiáticas terminó por enfriar la relación. La única realidad se destapaba partido a partido: Zidane ya no necesitaba al jugador.

Gestionar bien el grupo de futbolistas es una de las tareas más comprometidas para el entrenador de un equipo. Esta enseñanza se magnifica en un gran club por la cantidad de egos a administrar. Pero esta asignatura la tiene Zidane por aprobar. Sin embargo, el galo actuó con la naturalidad de un líder y cuando Pepe parecía desterrado, volvió a contar. Sin los galones del pasado, con escasez de minutos, pero el central demostró la personalidad de siempre. No todos en la caseta aprobaron este movimiento de oportunidad del técnico. En el camerino circulaban comentarios que apuntaban a que el zaguero vivía el curso con cierta dejadez. Esta negligencia que se aplicaba al comportamiento de Pepe por parte de algunos de los más poderosos de la caseta no influyó en el entrenador, quien apostó por emplear al futbolista en situaciones concretas. Lo que se convirtió en cotidiano fue el cambio de ánimo del luso. Su comportamiento varió. La acumulación de lesiones y ausencias terminó por separar un poco más a Pepe de la manada.

Lejos quedaron los tiempos donde se convirtió en el mejor escudero de Cristiano Ronaldo. Pepe realizaba funciones de pegamento entre su compatriota y el resto de ‘vips’ del vestuario. Levantaba la voz cuando lo entendía oportuno o chocaba frontalmente contra quien rompiese la armonía del grupo. El episodio de defensa pública a Casillas frente a Mourinho es recordado por su arrojo ante el entonces todopoderoso técnico. Pepe dio el pasó tras ser testigo directo de la discusión que habían mantenido Cris y Mou. Se situó cerca del compañero y arreó al técnico para defender al entonces capitán. Pero aquellos tiempos de pretoriano son historia. Su relación con la nueva capitanía no resultó tan fluida como la anterior y poco a poco perdió influencia en las decisiones internas del grupo. Todo esto unido a su menor relevancia en las alineaciones provocó una situación residual tan diferente a lo vivido anteriormente.

El Real Madrid pagó 30 millones al Oporto en 2007, cantidad bien amortizada si acumulamos los títulos logrados por el portugués —14 trofeos: tres Champions y tres Ligas más dos Copas del Rey o dos Mundiales de Clubes como principales estandartes—. Sin embargo, aquel involuntario golpe de Kroos que le fracturó dos costillas acabó siendo definitivo. Aquel derbi resultó ser su último partido con el equipo. Antes, en un año terrible, había arrastrado otras dolencias como la lesión muscular en el gemelo. Por eso, Pepe se despide con enorme pesar, tal y como admitió en la 'COPE'. El jugador descargó su malestar contra las formas de la entidad. La conclusión la expuso sin tapujos: “Me dieron a entender que no valgo”.

Los clubes no terminan de aprobar la asignatura de la despedida para determinados jugadores que han sido clave y ya han dejado de serlo. Pepe estima que tras 10 años entregados a cuerpo y alma merecía más por defender el escudo “con uñas y dientes”. Pero la edad lo condenó. Tampoco el técnico o los compañeros evitaron el creciente desánimo. Se limitaron a observar en silencio el aislamiento del luso. Ahora toca hacer las maletas. Todo apunta a que será París la ciudad de acogida. Él mismo no descarta ni Inglaterra ni Italia. Quién sabe si es posible un reencuentro con Benítez. Lo seguro es que de Zidane no se lleva el mejor recuerdo: “No nos hemos despedido. Sabía que me iba antes que yo”. Al entrenador galo aún le queda alguna asignatura por aprobar.

Diez años en el Real Madrid dan para tanto, que Képler Laverán Lima, alias Pepe, los cierra con amargura. Tras una década donde ha vivido de todo, uno de los grandes centrales de la época asiste a una despedida áspera tras expresar sus sentimientos a corazón abierto. A modo de desgarro replicó su parecer a una salida cantada que todos observaban con nitidez excepto el protagonista. Las últimas semanas como madridista las vivió lesionado y en una burbuja. Los más íntimos le aplaudían el vigor y él mantenía la esperanza de que la situación cambiase, pero las jornadas transitaban sin un gesto, ni público ni privado, del presidente, del entrenador o del vestuario que invitara al optimismo. Nació un tramo dónde Pepe decidió aislarse y vivir en soledad sus últimos días como merengue. Deportivamente, la lesión en las costillas lo alejó de la rutina diaria de entrenamientos; emocionalmente, se apartó al comprobar que el frenetismo del calendario devoraba las relaciones humanas antes tan cultivadas. De aquel Pepe que se enfrentó a Mourinho para defender a Casillas, nada quedaba ya.

Zinédine Zidane Florentino Pérez