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Saúl, la locura del Barcelona la noche del 1 de septiembre
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Antonio Sanz

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Saúl, la locura del Barcelona la noche del 1 de septiembre

Tras un verano lleno de decepciones en el mercado de fichaje, el Barcelona llegó al último día intentando dos operaciones de manera paralela: Coutinho y Saúl Ñiguez, un viejo objetivo

Foto: Saúl es intocable para Simeone: ha jugado todos los minutos del Atlético de Madrid en lo que va de temporada. (EFE)
Saúl es intocable para Simeone: ha jugado todos los minutos del Atlético de Madrid en lo que va de temporada. (EFE)

No resultó una ventana de verano tranquila ni para el Atleti ni para el Barça. Es más, mientras uno se sentía relegado y sólo podía acudir al mercado con la vista puesta en el próximo uno de enero, el otro se observaba desquiciado por el inesperado abandono de una de sus estrellas. Ni la propiedad rojiblanca ni la junta directiva culé admitían la zozobra que se hospedaba en los despachos. Al Atleti lo alteró el jaque del Sevilla para evitar perder a Vitolo, mientras desesperaba la actitud pasiva del Chelsea en la negociación por Diego Costa. Al Barça lo descolocó el movimiento de Neymar, que decidió unilateralmente romper su vínculo. Desde ese momento, la carrera con desenfreno de la cúpula no tuvo fin. Semedo y Deulofeu, ya incorporados, eran moneda insuficiente para equilibrar la plantilla. Se buscó un tres por uno…pero sólo aterrizaron dos: Paulinho (cuestionado desde su llegada, aliviado tras verlo sobre el césped) y Dembélé (una imberbe joya gala, lesionado a las primeras de cambio). La caja azulgrana pasó de rebosar con 222 millones de euros a disminuir hasta rebajarse en 145 kilos. Aun así, se llegó al último día de acción intentando dos operaciones de manera paralela: Coutinho y Saúl Ñiguez, un viejo objetivo.

No es Messi, pero lo parece por la actividad que acumula en los despachos. Saúl Ñiguez, que cumplirá 23 años el próximo mes de noviembre, suma tantas renovaciones como el crack argentino. Desde 2014, entonces acudió como meritorio al Rayo Vallecano, ha pasado por la oficina de la propiedad al menos una vez al año para ampliar y mejorar su contrato con el Atlético de Madrid. El 17 de febrero de aquel año se anunció un vínculo hasta 2019 con una protección de 20 millones de euros de cláusula; el 6 de mayo de 2015 se publicó en los medios oficiales de la entidad que crecía hasta 2020 con 45 ‘kilos’ de cláusula de rescisión frente a terceros; el 18 de mayo de 2016, el acuerdo era público hasta el 30 de junio de 2021, con 80 millones de euros para evitar la fuga; el 1 de julio de 2017 se proclamaba vía oficial desde las redes sociales del club que Saúl se ataba al Atleti hasta 2026 con una cláusula (no confirmada públicamente) de 150 millones de euros. Este movimiento de la propiedad evitó que Simeone se tirara de los pelos la noche del pasado 1 de septiembre.

placeholder El Barcelona adquirió un derecho de tanteo sobre Saúl en el acuerdo de traspaso de Villa al Atlético. (EFE)
El Barcelona adquirió un derecho de tanteo sobre Saúl en el acuerdo de traspaso de Villa al Atlético. (EFE)

Neymar abrió una crisis terrible en el seno de la junta directiva del FC Barcelona. La dirigencia nunca pensó que el órdago del jugador era real. Se conocía su coqueteo con el París Saint-Germain, venía de lejos, pero se confiaba en que pudiese más el bienestar que rodeaba al brasileño. Sin embargo, ese abuso de confianza se volvió contra Bartomeu cuando se dio cuenta de que la huida no era un farol y que el futbolista y su padre habían decidido marcharse del Barça. La siguiente víctima en caer sería el hombre puente del club con el jugador: Raúl Sanllehí. El director de fútbol, con más de 15 años en el cargo soportando tres presidentes —Laporta, Rosell y Bartomeu— y tres responsables deportivos —Beguiristain, Zubizarreta y Robert Fernández—, se marcha de común acuerdo, pero salpicado por la fuga de Neymar. A Robert, que sale reforzado, no le afectó, sin embargo, de cara al presidente los bandazos en la política de fichajes desempeñada durante el tramo final de agosto: de Coutinho a Saúl transitando por Seri.

Desde 2014, Saúl ha pasado por la oficina de la propiedad al menos una vez al año para ampliar y mejorar su contrato con el Atlético de Madrid

El FC Barcelona adquirió un derecho de tanteo sobre Saúl en el acuerdo de traspaso de David Villa al Atleti. En Madrid nunca han confirmado este extremo, es más lo desmienten, mientras que fuentes azulgranas lo revelan con pesadumbre. Entonces, ningún ejecutivo del club culé apostó con determinación para adquirir a la joven promesa ilicitana. Como hemos visto, la entidad madrileña ha ido duplicando la cláusula de rescisión del chico de un año para otro. Es más, antes de la salida de Neymar, en los primeros días de mercado, Robert Fernández sondeó al padre del jugador para hacerle entender que interesaba, y mucho, al Barça. Si bien la prioridad azulgrana, así lo estimaban los técnicos, era el italiano Verratti. Esta información del cortejo culé llegó con celeridad a la propiedad rojiblanca, que se puso manos a la obra para enfocar la enésima renovación de Saúl. En el ático atlético eran además conscientes de que el jugador acudiría a la Eurocopa sub-21 de Polonia, con lo que su caché se podría ver aún más inflado. El excelso movimiento del dueño y máximo accionista evitó ulteriores sorpresas en una jornada, la del 1 de septiembre, que se vivió con demasiada inquietud en las oficinas del Manzanares. Qué decir en los despachos del Camp Nou.

El Barça estaba decidido a firmar sí o sí esa última jornada de mercado. Bartomeu apostaba porque doblegaría el brazo del Liverpool y que finalmente Coutinho vestiría de azulgrana. Mientras tanto, la secretaría técnica manejaba con seriedad la única alternativa posible: pagar los 150 millones de cláusula de Saúl Ñiguez. En el Atleti estaban relativamente tranquilos porque eran conscientes del alto desembolso. Pero no terminaban de fiarse de la esquizofrenia que se vivía en Barcelona. La propiedad rojiblanca había logrado el nuevo blindaje en una renovación frenética, mientras el chico había firmado el documento horas antes de salir con destino a Polonia para disputar el torneo sub-21. Bartomeu, decepcionado y desgastado con la ‘operación Coutinho’, se quedó sin moral y sin finanzas (la recomendación de los financieros del Barça era evitar más desembolsos) para afrontar otra pelea en tan escueto margen de tiempo.

No resultó una ventana de verano tranquila ni para el Atleti ni para el Barça. Es más, mientras uno se sentía relegado y sólo podía acudir al mercado con la vista puesta en el próximo uno de enero, el otro se observaba desquiciado por el inesperado abandono de una de sus estrellas. Ni la propiedad rojiblanca ni la junta directiva culé admitían la zozobra que se hospedaba en los despachos. Al Atleti lo alteró el jaque del Sevilla para evitar perder a Vitolo, mientras desesperaba la actitud pasiva del Chelsea en la negociación por Diego Costa. Al Barça lo descolocó el movimiento de Neymar, que decidió unilateralmente romper su vínculo. Desde ese momento, la carrera con desenfreno de la cúpula no tuvo fin. Semedo y Deulofeu, ya incorporados, eran moneda insuficiente para equilibrar la plantilla. Se buscó un tres por uno…pero sólo aterrizaron dos: Paulinho (cuestionado desde su llegada, aliviado tras verlo sobre el césped) y Dembélé (una imberbe joya gala, lesionado a las primeras de cambio). La caja azulgrana pasó de rebosar con 222 millones de euros a disminuir hasta rebajarse en 145 kilos. Aun así, se llegó al último día de acción intentando dos operaciones de manera paralela: Coutinho y Saúl Ñiguez, un viejo objetivo.

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