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La miseria de Casillas: del sueño del Sevilla a perder su silla
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Antonio Sanz

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La miseria de Casillas: del sueño del Sevilla a perder su silla

Casillas tuvo la opción de salir del Oporto este pasado verano, en dirección al PSG e incluso como guardameta del Sevilla. Al final se debió quedar en Portugal y su actual situación es compleja

Foto: Iker Casillas entrenando justo antes de un partido de Champions. (Reuters)
Iker Casillas entrenando justo antes de un partido de Champions. (Reuters)

El verano transcurría sin sobresaltos porque en su mano quedaba continuar o no un año más en Oporto. El buen contrato económico que firmó tras salir del Real Madrid -el club blanco se hacía cargo de gran parte del sueldo- otorgaba cierta tranquilidad para vivir una aventura de resultado incierto. Nunca había salido de casa, pero para Iker Casillas era insostenible continuar un día más en Chamartín. Los pulsos eran frecuentes, su aislamiento cada vez mayor y la afición, que tantas veces le veneró, giraba y le daba la espalda. Para ser certeros, parte de esa masa humana de seguidores. Después de ponerse en el mercado, encontró acomodo en Portugal: un buen destino. Todo eran elogios hacia quien se observaba como el impulsor de un campeonato menor en el continente. Hoy, una decisión de Sergio Conceiçao, el técnico del club, le ha dejado en la miseria. Entre razones económicas y deportivas, el mejor portero de la historia del fútbol español vive un epílogo tan miserable como inmerecido. La razón de esa amargura se explica tras no encontrar acomodo durante el pasado mercado de fichajes.

Existen varias vaguedades en la explicación pública que ha ofrecido el entrenador portugués. Para empezar, por qué motivo no arrancó José Sá de titular desde el primer partido si todo estaba dispuesto para el relevo, tal y cómo explican en privado. El Oporto, un club vendedor vigilado por su delgada línea roja con el juego limpio financiero, desea potenciar la figura del guardameta de 24 años, calificado de promesa. Si nadie esperaba que Casillas siguiera tendría más sentido que la suplencia arrancara desde el principio y no tras los dos primeros meses de competición. Para continuar, el día del relevo no era el más idóneo para cambiar de portero. Tras perder frente al Besiktas y ganar al Mónaco con Iker bajo palos, tocaba jugarse media clasificación en Leipzig. Pocos entrenadores juegan con su propio pan, pero Conceiçao demostró con su decisión que asumía un riesgo dañino para el equipo. Para terminar, la teoría del móvil publicada en el periódico ‘O Jogo’. El abuso de las redes sociales y de la utilización excesiva del aparato era la explicación pueril de la insostenible información que tuvo que salir a desmentir el propio técnico.

Foto: Iker Casillas y Fernando Hierro. Foto: Efe.

Ya no ayudaría el Real Madrid

Casillas se encuentra en un buen momento deportivo, de forma y de confianza. Es más, el rendimiento del portero madrileño ha caminado en una progresión de menos a más desde su llegada a Portugal. Sin embargo, tras las dos primeras temporadas satisfactorias, Iker se puso nuevamente en el mercado con la confianza del apéndice que guardaba su contrato. En el contenido del mismo se explicaba que a voluntad del portero podría hacer efectiva la continuidad una temporada más de manera unilateral. La dirigencia del Oporto también era consciente de la voluntad de cambio de aires. Pero esta vez el mercado no respondió, no llegó nada concreto que sedujera al internacional y decidió optar por la solución que vivía refugiada en el documento: ampliar un curso más. Esta solución no gustó nada a Pinto da Costa, el mandamás portugués, que torció el morro tras conocer que debía hacerse cargo en solitario de los emolumentos del jugador. Ya no ayudaba el Real Madrid. Ya no se compartían gastos. El dolor de cabeza era ahora cuadrar el jugoso sueldo de Iker con los problemas financieros de la entidad.

Dos movimientos se realizaron con cierta fe para tratar de evacuarse de Portugal. El primero se dirigió en dirección a París. El nuevo director deportivo del Saint-Germain es el luso Antero Henrique, ex del Oporto y hombre clave en la contratación del portero cuando abandonó el Real Madrid. Sin embargo, la dirección técnica y el entrenador no coincidieron ya que Unai Emery contaba con otro candidato: Pepe Reina. Curiosamente, los dos porteros de la fastuosa secuencia de éxitos de la Roja competían otra vez por el mismo puesto. Al final, ni uno ni el otro cambiaron de aires. De este modo, Iker observaba cómo perdía una de sus opciones de salida. La segunda acción era todavía más rocambolesca. Se trataba de volver a la Liga, al Sánchez Pizjuán, más concretamente. El Sevilla FC andaba mosca con los movimientos que rodeaban a Sergio Rico. Se escuchaba que si finalmente el AC Milan traspasaba a Donnarumma -o alguien abonaba su cláusula- el elegido para relevar al joven Gianluigi era el meta hispalense. Con esta tesitura, las partes se movieron con sagacidad para sondear las opciones. Pero como era de esperar, el italiano no se movió, Sergio Rico renovó e Iker volvía a observar cómo se bloqueaba otra opción.

Foto: Iker Casillas en un acto publicitario. (EFE)

Así las cosas, a Casillas se le plantea un horizonte oscuro en su actual club. La orden de potenciar a Sá para una futura venta y de arrinconar a Iker es seguida a rajatabla por un Conceiçao que sigue las directrices del amo. El incumplimiento de las normas del juego limpio por parte del Oporto tampoco ayuda. Como que no se encontrara acomodo para el portero durante el pasado verano. Ahora la losa la soportan los dos, el Oporto porque debe cumplir un déficit máximo de 25 millones de euros en este curso 2017-18 y el guardameta porque de no encontrar otro lugar en la próxima ventana invernal se ve sentado en el banquillo. Y es que en opinión de Pinto da Costa toca que juegue Sá porque de aquí sí obtiene el rédito de una venta que oxigene las maltrechas arcas de una de las entidades que más y mejor ha vendido en los últimos años. Esta ironía se ha interpuesto en el camino de Casillas.

El verano transcurría sin sobresaltos porque en su mano quedaba continuar o no un año más en Oporto. El buen contrato económico que firmó tras salir del Real Madrid -el club blanco se hacía cargo de gran parte del sueldo- otorgaba cierta tranquilidad para vivir una aventura de resultado incierto. Nunca había salido de casa, pero para Iker Casillas era insostenible continuar un día más en Chamartín. Los pulsos eran frecuentes, su aislamiento cada vez mayor y la afición, que tantas veces le veneró, giraba y le daba la espalda. Para ser certeros, parte de esa masa humana de seguidores. Después de ponerse en el mercado, encontró acomodo en Portugal: un buen destino. Todo eran elogios hacia quien se observaba como el impulsor de un campeonato menor en el continente. Hoy, una decisión de Sergio Conceiçao, el técnico del club, le ha dejado en la miseria. Entre razones económicas y deportivas, el mejor portero de la historia del fútbol español vive un epílogo tan miserable como inmerecido. La razón de esa amargura se explica tras no encontrar acomodo durante el pasado mercado de fichajes.

Iker Casillas Mercado de fichajes Jorge Nuno Pinto da Costa