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Los expedientes X de Simeone
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Antonio Sanz

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Los expedientes X de Simeone

Los éxitos cosechados por el Atlético de Madrid en los últimos años han arrinconado algunos de los caprichos/chantajes del entrenador argentino

Foto: El Cholo Simeone, en una imagen de archivo. (Reuters)
El Cholo Simeone, en una imagen de archivo. (Reuters)

Seis años dan para mucho. Tanto como consagrarse en dura competencia con Luis Aragonés como el mejor entrenador de la centenaria historia del Atlético de Madrid. Los más románticos se quedarán con quien fue sonrojado, criticado e increpado desde la grada y despedido varias veces desde los despachos. Los más jóvenes y muchos más apostarán por el hombre que cambió la mentalidad contemporánea del club. Aquel que se estrenó en la cuesta de enero y que más tarde sobresaltó el ecosistema de una afición que transitó anestesiada, con demasiado recorrido, por un paraje que albergó tanta penumbra. El mérito es suyo, pero la historia no se escribiría sin su guardia pretoriana más próxima: la que lo rodea, a veces cambiándole el discurso, en su mismo camerino como la que ocupan unos metros más allá los futbolistas que han roto cánones personales por su ideario, incluso subrogando el protagonismo del grupo para potenciar la ideología personalista del entrenador. Hoy, el seguidor atlético vuelve a sentirse feliz y eso, en mucha parte, es gracias a Diego Simeone.

Del aterrizaje del técnico argentino está todo escrito. De su movimiento pendular en este trayecto, también. De sus vaivenes, no tanto. Los éxitos han arrinconado algunos de los caprichos/chantajes del entrenador argentino. Pero todo se da por bueno en la propiedad si el camino no elige curvas. Y con el Cholo Simeone los giros se han convertidos en sempiternas rectas como si de un valle se tratara. Por eso, centrándonos en el presente curso se analizan algunos de los episodios que no encuentran respuesta, bien porque queda para el secreto profesional, la mayor cueva de los entrenadores, bien porque no la tienen, o bien porque se niega una explicación sincera.

placeholder Diego Godín, un intocable que resta minutos al pujante Lucas Hernández. (EFE)
Diego Godín, un intocable que resta minutos al pujante Lucas Hernández. (EFE)

1. Vrsaljko y el cambio marginal. Cuando Nápoles o Juventus aplaudían con portentosas ofertas el fichaje de Andrea Berta, el director deportivo del club, el entrenador cerró filas y decidió recuperar a un lateral que sufrió diferentes episodios secuenciales. El chico se había distanciado de las convocatorias porque había decidido bajar los brazos y aguardar a la siguiente estación. Contando la Copa, donde los no titulares son sospechosos habituales, Vrsaljko había jugado hasta la fecha un partido en agosto, dos en septiembre, dos en octubre y uno en noviembre, para un total de seis choques oficiales —solo tres de ellos completos— en los primeros meses del curso. Se daba por amortizada su estancia en Madrid. En diciembre, la historia se transformó y el cambio era un hecho: ahora sí participa. Betis y Alavés han sufrido la mejor versión del croata: dos partidos completos y dos pases de gol.

2. Lucas y la jerarquía de Godín. Para retener a Lucas Hernández en el Atleti, la propiedad realizó un soberano esfuerzo en la cuenta de gastos. Es más, la propuesta del Manchester City, que también pretendió al zaguero uruguayo un par de cursos antes, hizo tambalearse a quien entendía que perdía al chico y al hermano. Más tarde, Theo optó por cambiar de escudo. Lucas, a quien también aspira Florentino Pérez —en realidad buscaba el 'pack' familiar— rehusó la propuesta vecinal con el objetivo de sentirse importante en el once de Simeone. La versatilidad del galo, también aprovechable en el lateral izquierdo, no es suficiente para convencer al argentino que apuesta por la jerarquía de Godín. El pasado impera frente al presente, pero el rendimiento de Lucas terminará haciendo mella en la decisión de quien se resiste a dar la larga cambiada.

placeholder Koke sigue escorado a un costado cuando toca defender. (EFE)
Koke sigue escorado a un costado cuando toca defender. (EFE)

3. Koke y el poder del balón. ¿Por dentro o por fuera? El entrenador se antepuso como premisa que el jugador con mejor pie del equipo debía ser protagonista cerca de la pelota. Pero ahí se encontró con la reticencia de algunos de los pesos pesados del grupo. Era evidente, el centrocampista con mejor visión no tiene el músculo suficiente para el sacrificio defensivo que se exige por dentro. Por fuera, se aleja del cuero y aparece con escasa fluidez en el desplazamiento, pieza suficiente para aburrir al enemigo. Al final, decisión salomónica: en ataque siéntete libre para crear, en defensa vuelta al corsé. En el cuaderno de estilo de Simeone se impone adormecer al contrario. Esa es su mejor hoja de ruta. Cuando ha intentado buscar la excelencia en el juego, el equipo lo ha conseguido. Pero son gotas en un océano angosto para el degustador de fútbol rojiblanco.

4. Gaitán/Vietto y el paso al lado oscuro. Dos peticiones expresas del entrenador y dos fracasos consumados. A los dos abre la puerta el técnico, consciente, como todos, de que son estupendos futbolistas. Pero, ¿dónde se encuentra la responsabilidad técnica para no sacar rendimiento alguno? Varias son las temporadas de estar y no ser. Al final, la inversión resultó suculenta y ninguno de los dos jugadores ha conseguido reconocimiento popular. Se sintió tan crispado que las críticas al delantero llevaron al entrenador a equivocarse flagrantemente en una rueda de prensa lamentando los escasos goles del ídolo. El empeño puesto en ambos ha conducido a un lado oscuro del que seguro saldrán.

placeholder Fernando Torres y Ángel Correa nunca han tenido continuidad. (EFE)
Fernando Torres y Ángel Correa nunca han tenido continuidad. (EFE)

5. Fernando Torres y la felicidad de Griezmann. Simeone se decantó por Gameiro porque reconoció que entre amigos no se pisan la manguera. La grada no termina de admitir que el ídolo obtenga menos minutos que otros. La realidad es que ninguno de los jugadores que han acompañado al francés —Gameiro, Fernando, Carrasco, Vietto, Correa— han satisfecho al entrenador. Las rotaciones han sido constantes y ninguno ha logrado la confianza necesaria para rendir. Ahora llega el tiempo de Diego Costa, con quien por cierto Griezmann no coincidió. La cuestión es qué hará el técnico si el jugador galo, a quien más ha mimado, se termina arrugando en un momento ya crucial de la temporada. ¿Pondrá a su mejor amigo?

6. Cholo y el contrato acordeón. Dice Simeone que a todos hay que pedir presente y no vivir de la historia. Pero él ha ido renovando año tras año gracias a sus logros pretéritos. Desde el año 2015, tras los éxitos alcanzados, ha movido sistemáticamente al alza sus ingresos. En aquel tiempo se ató hasta 2020, para inexplicablemente reducir en 2016 hasta 2018; en 2017 volvía a ampliar, “porque creo en lo que se está haciendo”, hasta 2020. En este año de recién estreno, ¿nos deparará alguna sorpresa? Se sabe el capitán del barco y como tal actúa. Aplaude la credibilidad propia y se apoya en la ajena. Cuando destape algunos enigmas que lo rodean quizá reine en la grandeza.

Seis años dan para mucho. Tanto como consagrarse en dura competencia con Luis Aragonés como el mejor entrenador de la centenaria historia del Atlético de Madrid. Los más románticos se quedarán con quien fue sonrojado, criticado e increpado desde la grada y despedido varias veces desde los despachos. Los más jóvenes y muchos más apostarán por el hombre que cambió la mentalidad contemporánea del club. Aquel que se estrenó en la cuesta de enero y que más tarde sobresaltó el ecosistema de una afición que transitó anestesiada, con demasiado recorrido, por un paraje que albergó tanta penumbra. El mérito es suyo, pero la historia no se escribiría sin su guardia pretoriana más próxima: la que lo rodea, a veces cambiándole el discurso, en su mismo camerino como la que ocupan unos metros más allá los futbolistas que han roto cánones personales por su ideario, incluso subrogando el protagonismo del grupo para potenciar la ideología personalista del entrenador. Hoy, el seguidor atlético vuelve a sentirse feliz y eso, en mucha parte, es gracias a Diego Simeone.

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