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La locura de Schumacher
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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La locura de Schumacher

¿Por qué Michael Schumacher se juega el pellejo en una moto? ¿Qué necesidad tiene quien ha logrado siete títulos mundiales y una larga ristra de récords,

¿Por qué Michael Schumacher se juega el pellejo en una moto? ¿Qué necesidad tiene quien ha logrado siete títulos mundiales y una larga ristra de récords, es multimillonario, y cuenta con una familia a sus espaldas?

Sobre todo, después de haber pasado experiencias como la del accidente de Gran Bretaña, en 1999: "Me di cuenta cómo me tranquilizaba y sentía mi corazón latir. Pero, de repente el latido se hacía cada vez más débil hasta que desapareció por completo. Las luces se apagaron. Y entonces pensé que eso era lo que uno sentía cuando estaba de camino al cielo". Así recordaba aquellos momentos, : "No sé si fue solo un desmayo o un 'shock', sólo sé que sentí cómo mi corazón dejaba de latir. Fue una experiencia interesante". Schumacher se fracturó la pierna, y también recibió un fuerte impacto en la cabeza que rompió su casco. Igual que Ayrton Senna, pero el de éste fue atravesado por un triángulo de la suspensión. El piloto alemán tuvo más suerte.

Experimentar la cercanía de la muerte hubo de ser impactante. Pero no dejó secuela alguna, vista su trayectoria deportiva posterior y su actividad actual sobre dos ruedas. Lleva varias caídas, la última importante en Cartagena, en un circuito donde ruedan en invierno numerosos “quemados” centroeuropeos. Recordábamos en un artículo anterior la entrevista que Schumacher realizaba a Luca Cordero de Montezemolo para la revista oficial de Ferrari. Antes de empezar, el presidente de Ferrari le preguntó por su última carrera en moto, en la que tuvo algunas caídas. Y Montezemolo quiso saber qué pensaba al respecto Corinna, su esposa: “Oh, no se queja”, contestó Schumacher. O lo que es lo mismo, “ya me conoce, no le queda más remedio que asumirlo”.

Una experiencia adictiva

En psicología, el checo Mihaly Csickszentmihalyi estudió durante veinte años los estados que denominaba “de experiencia óptima” o “de flujo”. Descubrió que se vivían con claridad de objetivos, profunda concentración, perdida del sentimiento de la propia conciencia y del sentido del tiempo. Se trata de una acción sin esfuerzo, pero con control y absorción totales. Schumacher y otros muchos pilotos sienten algo similar a bordo de esa “bestia salvaje” que es un Fórmula 1. Una experiencia adictiva para el cuerpo y la mente de la que algunos no saben prescindir. Como el propio Schumacher, al parecer.

Permítanme volver a Ayrton Senna, uno de los pilotos que mejor sabía transmitir tan intensas sensaciones al volante. Lo contó en una fascinante entrevista a la edición brasileña de Play Boy, en 1990. Gran Premio de Mónaco: “El coche estaba desequilibrado, sin posibilidad real de victoria. El de Berger (su compañero de equipo) tenía los mismos problemas. Cuando llegó el domingo, en el warm-up ya tuve una sensación y una visión. Entré en otra dimensión. Tuve una paz increíble, y la certeza de que estaba equilibrado, en cuerpo y alma. Salí del box con el mismo coche que un día antes había presentado problemas, y los defectos... ¡habían desaparecido!”. Senna, en una suerte de estado de trance, ganó aquella carrera con un monoplaza que no lo merecía.

Aunque de personalidades muy distintas, Schumacher, Senna y otros grandes campeones comparten un talento excepcional y la capacidad para superar cualquier expectativa de resultados. Ambos vivían el adictivo “flow” a los mandos de un fórmula 1 con singular pasión. Pero al margen del particular desafío que supone llevar un monoplaza al límite, Schumacher también afrontó retos superlativos. Primero, llevó a Ferrari a la victoria tras veinte años sin éxitos. Después contribuyó a forjar para la Scudería la etapa más exitosa en la Fórmula 1. “Tener un coche en tus manos, un equipo trabajando contigo con el que mejoras tu rendimiento, y finalmente pilotar este coche en la pista, sabiendo y sintiendo que estás en tu límite, este ha sido el estímulo emocional todos estos años,…siempre he buscado esto”, declaró recientemente. Tras tanta dedicación y energía vital derrochada, ¿qué puede venir después?.

Para quien logró aquella increíble victoria bajo el diluvio de Montmeló, en 1996, para quien rodó 17 memorables vueltas al límite en el Gran Premio de Hungría de 1998, para sacar 25 segundos en 19 giros a Mika Hakkinen, para quién machacó en Spa en 2002, y ganó horas después de fallecer su madre en el Gran Premio de San Marino de aquel año.… la vida debe ser hermosa en el presente, pero todas aquellas sensaciones y estímulos aún deben resonar intensamente en su interior.

Ahora, Schumacher quiere competir en el Campeonato Alemán de Resistencia, en moto. Para muchos, es una locura. Quizás, pero es la maravillosa locura de quien ha logrado todo en la vida y, por pura pasión, sigue buscando sus límites y jugándose el pellejo, anónimamente, en un pequeño circuito de Cartagena.

¿Por qué Michael Schumacher se juega el pellejo en una moto? ¿Qué necesidad tiene quien ha logrado siete títulos mundiales y una larga ristra de récords, es multimillonario, y cuenta con una familia a sus espaldas?

Fernando Alonso