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¿Va o no va el R29?
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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¿Va o no va el R29?

Averiguar si un monoplaza optará al título en estos momentos es como intentar encontrar en la oscuridad el interruptor de la luz. Por el camino, podemos

Averiguar si un monoplaza optará al título en estos momentos es como intentar encontrar en la oscuridad el interruptor de la luz. Por el camino, podemos machacarnos el dedo gordo del pie con la pata de la cama, o dejarnos la rodilla con el pico de la mesilla. En la Fórmula 1, sólo los equipos con las claves técnicas en la mano pueden anticipar conclusiones válidas. El resto podemos aspirar a encender algunas cerillas que iluminen el camino. Poco más.

La temporada 2009, técnicamente, es la más compleja de las últimas décadas. El nuevo reglamento ha transformado radicalmente la concepción de los monoplazas como no se conocía desde 1983, año en que se prohibieron los vehículos de “efecto suelo”. Aerodinámica muy estricta (definida para facilitar los adelantamientos) , incorporación del sistema Kers (diseño, funcionamiento y colocación en el coche), neumáticos lisos (cómo afectan al diseño de las suspensiones), ocho motores para toda la temporada (fiabilidad)… Con ingredientes de tan diferente sabor, cada equipo ha creado su particular receta. Uno de los principales temores para todos es errar con el guiso, porque el margen de maniobra es mínimo. Cada equipo ha ofrecido su interpretación del nuevo reglamento. Si el concepto no funciona, adiós campeonato.

El R29 tenía fiebre

Este pensamiento rondó por los atribulados miembros de Renault tras el debut del R29 en Portimao. El responsable técnico del equipo, Pat Symonds, no podía justificar los tiempos de Alonso en Portugal. El R29 no “mordía” en la pista, y despertaron los fantasmas de 2008. Con la cúpula de Renault muy atenta a la jugada, saltaron las alarmas. El equipo francés decidió cancelar la próxima sesión de entrenamientos privados en Barcelona para corregir el tiro. Una buena muestra de la preocupación en el seno del equipo, porque cada jornada de pruebas en 2009 requiere sacar petróleo. En el primer reconocimiento, el paciente tenía fiebre, y alta.

Básicamente, los entrenamientos invernales buscan evolucionar un monoplaza para lograr, primero, fiabilidad, y luego, prestaciones. En este segundo apartado, se trata de lograr un coche rápido a una vuelta, pero también sensible a los cambios de puesta a punto, consistente en los tiempos y competitivo en las tandas largas con los diferentes tipos de neumáticos y cargas de combustible. Cada equipo desarrolla su propio programa y resulta imposible homologar los cronos de unos y otros durante estos meses. Porque un monoplaza rápido puede empequeñecer comparado con sus rivales en igualdad de condiciones y sin fuegos de artificio para la galería. Como los de McLaren la pasada semana.

Cuatro carreras en dos días

A pesar de este indiscutible axioma, la fiebre del enfermo parecía aumentar en Jerez la pasada semana. El R29 era consistente, desde luego, pero ocupando el último puesto de la clasificación con Piquet y también con Alonso a los mandos en la primera jornada. Un día más, las “apariencias” apuntaban hacia la posibilidad de una enfermedad congénita del R29. Pero Fernando Alonso se metió entre pecho y espalda el equivalente a cuatro grandes premios en dos días. No es de extrañar que le aguante el tipo a Carlos Sastre y compañía. ¿Conclusiones? Primero, el español pudo rodar hasta la extenuación sin problemas de fiabilidad. Buena señal. Segundo, las sensaciones tras aquella primera jornada fueron, en sus propias palabras, muy positivas, y pusieron el contrapunto al pesimismo que empezaba a flotar en el ambiente: “¿Confía más a estas alturas en este coche que el R28?” le preguntó la prensa, “sí, mucho más, y sigo siendo optimista”. Tras la última sesión, acabó también muy satisfecho: “vamos definitivamente en la buena dirección, cada vez es más manejable y fácil de pilotar”.

A estas alturas de la película, uno se fía poco de lo que cuentan los pilotos. Lo que no significa dudar necesariamente de su palabra, o que mientan. Pero como medida de higiene, mejor poner en cuarentena cualquier declaración. ¿Recuerdan aquel mejor tiempo de Alonso en los primeros entrenamientos del R28 en 2008, que tantos titulares provocó? Porque en la tabla de mandamientos de la Fórmula 1 hay pocos preceptos tan verdaderos como el recordado por Alonso la pasada semana: “estos no son los coches de Melbourne, lo importante es estar delante allí”. Quedan demasiados elementos técnicos y “upgrades” aerodinámicos por incorporar en casi todos los monoplazas como para poder iluminar hoy el panorama con rigor.

Por tanto, podremos andar a tientas por la habitación, pero mejor nos irá una cerilla. Y para buscar pistas de por dónde van los tiros con el R29, me quedo con las palabras de Alonso en Jerez. ¿Saben porqué?. Porque aún recuerdo las pronunciadas el año pasado en la presentación oficial del R28 en París, una buena muestra de la personalidad de Fernando Alonso: “soy tremendamente realista, no es que sea pesimista, es que digo la verdad. Cuando tengo un equipo fuerte y un coche mejor que los demás y digo que voy a intentar ganar las primeras carreras, no es chulería ni prepotencia, es porque de verdad lo siento muy fuerte. Y si digo que ahora no estamos a la altura, no es pesimismo, es la verdad”. ¿Qué pasó en 2008? Afortunadamente, esto no fue lo que oímos la pasada semana en Jerez. Esperemos que Fernando Alonso siga encendiéndonos las cerillas.

Averiguar si un monoplaza optará al título en estos momentos es como intentar encontrar en la oscuridad el interruptor de la luz. Por el camino, podemos machacarnos el dedo gordo del pie con la pata de la cama, o dejarnos la rodilla con el pico de la mesilla. En la Fórmula 1, sólo los equipos con las claves técnicas en la mano pueden anticipar conclusiones válidas. El resto podemos aspirar a encender algunas cerillas que iluminen el camino. Poco más.

Fernando Alonso Fórmula 1