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Mosley lleva a la Fórmula 1 cuesta abajo y sin frenos
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Mosley lleva a la Fórmula 1 cuesta abajo y sin frenos

Cuando los aficionados en el fútbol se hartan de su equipo, de sus jugadores y del entrenador, el recurso final del público es la pañolada a

Cuando los aficionados en el fútbol se hartan de su equipo, de sus jugadores y del entrenador, el recurso final del público es la pañolada a la presidencia al grito de ¡fuera, fuera!. Los protagonistas de la Fórmula 1 reaccionaron de manera semejante al inscribirse para 2010 en la “fecha-chantaje” límite de la pasada semana. O Max Mosley recoge velas, o rompen la baraja. Y en estos momentos, la situación es realmente crítica. Porque el presidente de la FIA está llevando la Fórmula 1 al abismo.

Los equipos han aceptado el órdago: “Si tu eres chulo, nosotros más, y a ver quien gana”. Ferrari “et altri” sólo participará el próximo año en la Fórmula 1 si dirigen la reducción de costes y se elimina la absurda propuesta de competir con un doble reglamento técnico. En el cogollo de la cebolla late la pugna por definir quién establece las normas de la Fórmula 1 y, sobre todo, el hartazgo ante un estilo autocrático y dictatorial de gestionar el deporte. ¿Se imaginan a los Florentino Pérez, Laporta y demás haciendo piña contra la figura del presidente de la Federación Española de Fútbol? Si algo ha caracterizado a los equipos de Fórmula 1 durante décadas ha sido su total desunión. Ya habrá pisado callos Mosley para tenerlos a todos enfrente como una piña, salvo excepciones individuales.

De charco en charco

La FIA se define en sus estatutos como “el órgano regulador para el deporte automovilístico a nivel mundial. Administra las normas y reglamentos para la Fórmula 1, el Mundial de Rallies y el Mundial de Turismos”. Si estas son sus responsabilidades, también las derivadas de su política. La falta de precisión normativa (tema de los difusores y demás) está matando la emoción en la pista con carreras soporíferas. Un equipo supo estirar hábilmente un reglamento de chicle, convirtiendo de paso a Ferrari, McLaren y demás, en una panda de pardillos. Sin que la FIA se anticipara para evitarlo, cuando era posible.

Se quiso aderezar el guiso con demasiadas especias, forzando la introducción discrecional de un Kers que ha confundido a los equipos, obligados a adaptarse al nuevo reglamento para facilitar -de momento sin gran éxito- los adelantamientos. Por no recordar el fallido sistema de medallas que, de haber entrado en vigor, hubiera finiquitado ya el título. Así que, si hablamos de responsabilidades, Mosley y la FIA se merecen una sonora pitada.

Una bomba atómica en las manos

Después de arrojar los equipos por la borda millones de euros esta temporada con una reglamentación poco rigurosa, la autoridad moral de Mosley para hablar de reducción de costes es la de un ludópata de casino. Y a pesar de los recientes antecedentes, el presidente de la FIA apretó más todavía a los equipos en sus partes.

Adelgazar económicamente la Fórmula 1 y ampliar la parrilla son fines loables en sí mismos. Sin embargo, Mosley fue demasiado lejos con los medios al imponer sus propias y humillantes normas ninguneando a los protagonistas. Para adoptar una posición de fuerza, puso a los equipos en la mesa una bomba atómica que le puede estallar en las manos.

El británico se ha metido en un callejón de difícil salida. Si acepta el planteamiento de Ferrari y sus colegas, su autoridad quedará totalmente debilitada. Si se mantiene firme, se carga la Fórmula 1. Con su estrategia, ha soliviantado a los fabricantes (dos -entre ellos Renault- se retiran) y, por el camino, se está devaluando la imagen de la Fórmula 1, como reconocía Briatore en Mónaco. Muchos patrocinadores pueden también dudar sobre la estabilidad y solvencia de este deporte para el futuro. Quienes ponen toda la pasta, han sido arrinconados. Y aún quería meter las narices en sus cuentas… Ya saben, al tigre -en este caso , rojo- conviene no apretarle donde le duele….

Mal que bien, los políticos responden ante sus electores y los gestores de una empresa ante sus accionistas. Pero, ¿ante quién responden los responsables de instituciones autónomas como la FIA?  Mosley consiguió salvar un escándalo de índole moral que hubiera tumbado la carrera de muchos personajes de perfil público. Su imagen y la de la institución que representa, quedaron mermadas. Pero ahí sigue. Este fin de semana Mosley estuvo en el circuito de Valencia. Fue extremadamente profesional y diligente en sus obligaciones cuando pudo haber enviado un subalterno. Pero tenían que haber escuchado los comentarios a su paso respecto a su vida privada.

Puede que Mosley se haya convertido en parte del problema y no de la solución. En el fondo, cabe pensar que el presidente de la FIA no es sino la marioneta de quien verdaderamente mueve los hilos de la Fórmula 1. Alguien no muy alto, con gafas redondas y pelo cano… Alguien para quien, en estos momentos, Mosley no está haciendo bien su trabajo. En el fútbol, ya se sabe, cuando los pañuelos se vuelven contra el palco, es al presidente a quien se pide que se vaya.

Cuando los aficionados en el fútbol se hartan de su equipo, de sus jugadores y del entrenador, el recurso final del público es la pañolada a la presidencia al grito de ¡fuera, fuera!. Los protagonistas de la Fórmula 1 reaccionaron de manera semejante al inscribirse para 2010 en la “fecha-chantaje” límite de la pasada semana. O Max Mosley recoge velas, o rompen la baraja. Y en estos momentos, la situación es realmente crítica. Porque el presidente de la FIA está llevando la Fórmula 1 al abismo.

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