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Massa, pequeño gran hombre
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Massa, pequeño gran hombre

"¡Conduces como una niña!", gritaba por radio el ingeniero Rob Smedley a su piloto, Felipe Massa, durante la última sesión de entrenamientos del Gran Premio de

"¡Conduces como una niña!", gritaba por radio el ingeniero Rob Smedley a su piloto, Felipe Massa, durante la última sesión de entrenamientos del Gran Premio de Mónaco de 2008. Smedley intentaba 'picar' al brasileño para que pasara a tope la primera curva del circuito, porque era posible según la telemetría. Sólo la aprensión de Massa se lo impedía. Finalmente, en la última vuelta disponible, como quien se tira al abismo cerrando los ojos, Massa entró en St. Devote como un diablo. No le gustaban los circuitos urbanos, pero al final de aquella vuelta, ¡bang!, había logrado la 'pole' en una pista que siempre había odiado.

Habrá quienes pueden considerar a un piloto así poco rival para Fernando Alonso en Ferrari. Se equivocarían. Porque la anécdota ilustra la trayectoria de quien ha superado todo tipo de obstáculos y desafíos en su carrera deportiva. El de Alonso quizás no sea el más importante. Para 2010, Schumacher, Hamilton y Alonso cosechan el protagonismo. Pero muchos olvidan que Massa es el único piloto que vuelve a competir tras la reciente experiencia de enfrentarse con la muerte.

"Esta es mi vida"

"Mi mujer me ha preguntado por lo menos diez veces: ¿Estás seguro que no tienes dudas ni preocupaciones?", (sobre su retorno). "No, siempre le digo, porque esto es lo que quiero hacer". Así justifica Massa su inequívoca determinación tras el grave accidente en Hungría: "Si no soy piloto, no soy la misma persona, desde que era pequeño, ésta es mi vida". El accidente, la recuperación, sus primeras vueltas en Fiorano tras el accidente… Massa ha dado una lección de fortaleza mental y coraje. Además, el brasileño ha sido recientemente padre, con las implicaciones emocionales que ello supone. "Cuando estoy en el coche, no pienso ni en mi mujer ni en mi hijo", decía recientemente. Ni la menor fisura psicológica ni emocional…

Porque toda su trayectoria se ha forjado a base de una voluntad de titanio. "Desde pequeño, ésta es mi vida…". Y desde entonces corría gracias a los resultados que lograba. En su primera temporada en Europa, tenía dinero para cinco carreras. Ganó las dos primeras en las que participó y también los dos campeonatos de la Fórmula Renault (Europa e Italia) en un mismo año. Entonces, muchas noches dormía en el garaje de su equipo. Su padre aún recuerda las llamadas desde Italia: "Veíamos lo solo que se sentía. Por eso todo lo que tiene hoy, se lo ha ganado".

Efectivamente, y a pulso. Su primer éxito en Italia permitió que un amigo familiar consiguiera una entrevista con Jean Todt cuando todavía era un don nadie. Respuesta: "primero, gana el campeonato. Luego me mandas todas las telemetrías de cada test, de cada carrera, la comparación con tu compañero, y al final de año, vienes para otra reunión, y veremos". Massa ganó seis de las ocho carreras, el título, y se presentó de nuevo ante Jean Todt con el título y los papeles. Firmó un contrato de 'management' con Nicolás, su hijo.

Una locura, con un par…

En 2002, Massa se ganó en un test el volante de Sauber que Kimi Raikkonen dejó libre para marcharse a McLaren. Sin embargo en 2003 ya estaba fuera de la Fórmula 1 por su estilo todavía violento e inmaduro. Muchos le dieron por terminado. No se rindió. Sus vínculos con Todt le valieron un puesto como probador en Ferrari. Entonces, un día normal y corriente en Fiorano, se la jugó. Desafió al mismísimo Jean Todt como nadie hasta entonces en Ferrari.

Massa debía rodar los tres coches destinados al siguiente gran premio, un trabajo rutinario y oscuro para quien había corrido un año antes. Primero, el de Schumacher, luego el de Barrichello. Pero descubrió que el tercero, el muleto, tenía gomas nuevas. E hizo una locura. En vez de mimar un monoplaza de gran premio, Massa se puso a tirar como un poseso vuelta tras vuelta. Poco tardó en bajar de su despacho Jean Todt. 

Totalmente enfurecido, Todt le fulminó por su irresponsabilidad. "Me has decepcionado totalmente", le gritó mientras le humillaba públicamente. Sin embargo, "a partir de aquel día me empezaron a dar los mejores tests", reconoció Massa. Porque el brasileño había batido el récord de una pista en la que Schumacher llevaba rodando desde 1996. Cuando se marchó Barrichello a Honda, Felipe ocupó su puesto. Hasta hoy.

De niño, nada

"Es un niño, un niño pequeño", dijo una vez Briatore de él, despreciativa y erróneamente. Puede que su imagen juvenil le reste presencia, o que su talento no beba en la fuente de superclases como Alonso, Hamilton o Schumacher. Sin embargo, aquel chaval que llamaba a casa  roto por la 'saudade' desde Italia fue campeón del mundo durante 38 segundos en 2008. Sólo un increíble golpe del destino le arrebató la condición que hoy pasea Hamilton. Mantuvo el tipo con Schumacher, (quien, en pistas como la de Estambul, nunca pudo con él), y batió a Raikkonen, que llegó a Ferrari como un dios. Y ha superado un gravísimo accidente del que ha salido con su ambición disparada.

Experiencia, determinación, madurez vital… Massa nunca se ha arrugado ante nada ni nadie. Tampoco lo hará este año. No, Fernando Alonso no lo tendrá nada fácil con Felipe Massa. Al tiempo.

"¡Conduces como una niña!", gritaba por radio el ingeniero Rob Smedley a su piloto, Felipe Massa, durante la última sesión de entrenamientos del Gran Premio de Mónaco de 2008. Smedley intentaba 'picar' al brasileño para que pasara a tope la primera curva del circuito, porque era posible según la telemetría. Sólo la aprensión de Massa se lo impedía. Finalmente, en la última vuelta disponible, como quien se tira al abismo cerrando los ojos, Massa entró en St. Devote como un diablo. No le gustaban los circuitos urbanos, pero al final de aquella vuelta, ¡bang!, había logrado la 'pole' en una pista que siempre había odiado.

Fernando Alonso