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Colin Chapman, el Freud de la Fórmula 1
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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Colin Chapman, el Freud de la Fórmula 1

Si Colin Chapman levantara la cabeza, sacaría a pasear su famosa sorna británica ante la pugna actual por utilizar el nombre de Lotus, uno de los

Foto: Colin Chapman, el Freud de la Fórmula 1
Colin Chapman, el Freud de la Fórmula 1

Si Colin Chapman levantara la cabeza, sacaría a pasear su famosa sorna británica ante la pugna actual por utilizar el nombre de Lotus, uno de los equipos más carismáticos en la historia de la Fórmula 1. Porque las disputas legales en marcha, bajo el pretexto de recuperar su legado, tan solo pretenden utilizar éste como una herramienta de marketing ajena a la herencia deportiva del propio Chapman.

 

Resultan divertidos los certificados de limpieza de sangre que algunos están exhibiendo para legitimarse como continuadores de la historia de Lotus. Así, Tony Fernandes (Team Lotus a partir de 2011) y Dani Bahar, (CEO de Group Lotus, fabricante de los vehículos deportivos de calle) se disputan en los tribunales un conflicto donde también se ventila una potente lucha de egos. Les ahorraremos los farragosos detalles legales en la seguridad de que lo agradecerán.

 

Lotus solo hubo uno

 

La perspectiva histórica determina que Lotus y Chapman fueron un todo indisoluble. La escudería fue fundada en 1952 y Chapman murió prematuramente en 1982, con solo 54 años. Desde esta fecha y hasta 1994,  Lotus se deslizó triste y lentamente por la pendiente de la desaparición. Con Chapman logró setenta y tres victorias, siete títulos de constructores, seis de pilotos y las 500 Millas de Indianápolis. Desde su muerte, el equipo cosechó solo cinco victorias, cuatro de ellas por el genio de Ayrton Senna.

 

Pretender enarbolar el espíritu de Chapman en el presente resultaría tan patético como ver a un Barak Obama ondeando la bandera de los Kennedy. Además, Williams, McLaren y Ferrari, ejemplos de tradición histórica, fundamentan su carisma en una continuidad que el equipo de Chapman no disfrutó. Y por aquí también pinchan quien quiere vendernos la nueva burra de Lotus.

 

Con motivo del sexagenario de la Fórmula 1 en 2010, le preguntaban a Bernie Ecclestone por la persona más inspiradora que había conocido en su dilatada experiencia: “De todas las personas que pasaron por nuestro negocio, en quienes siempre me fijaba era en Colin Chapman y el señor Ferrari. Siempre me ayudaron y apoyaron. Tenía todo el tiempo del mundo para ellos, y para Colin en particular”. Si Ecclestone se pronuncia así, imaginen qué personaje no sería 'Chunky' (fornido), como así le llamaba por su tendencia a engordar.

 

El padre de los monoplazas actuales

 

Para algunos, Chapman también fue 'El Tornado Blanco', en alusión a su cabello plateado pero, sobre todo, a su personalidad de inmenso genio creativo. Porque Chapman materializó en sus creaciones su poliédrica personalidad, extraordinariamente competitiva, carismática, contradictoria, amable y motivadora, egoísta y despiadada la vez. Pero, por encima de todo, desafiante ante los cánones establecidos. El esquema básico de un monoplaza actual se debe, en líneas generales, a su talento. Chapman fue para la Fórmula 1 lo que Freud al estudio del psiquismo humano. Ellos establecieron la base primordial, los demás crecieron sobre ella.

 

Chunky colocó, por primera vez, el motor detrás del piloto. Creó el primer chasis monocasco. Fue el primero en eliminar el radiador del morro, y colocarlos en posiciones más benignas aerodinámicamente, ganando 14 km/h solo con este cambio. Incorporó a la Fórmula 1 los alerones traseros y delanteros. No hay espacio aquí para todas sus innovaciones, algunas fallidas.

 

Pero sobre todo, Chapman fue el artífice de la aerodinámica actual al revolucionar la Fórmula 1 con el famoso 'efecto suelo' de los Lotus 78 y 79, un monoplaza, este último, de hace treinta y dos años, pero todavía de una asombrosa modernidad. Recientemente, la revista británica Autosport preguntó a destacados técnicos por sus preferencias históricas. De los siete monoplazas elegidos, cuatro eran creaciones de Chapman. El Lotus 79 encabezaba la lista, precisamente el preferido por un tal Adrian Newey.

 

Siempre por delante

 

¿Y cómo olvidar la bofetada que propinó al automovilismo americano con Jim Clark y su propio monoplaza en las 500 Millas de Indianápolis, rompiendo todos los cánones al uso? Clark abandonó cuando marchaba en cabeza en su primera participación, en 1963. Dos años más tarde, logró el triunfo. Chapman, como el seductor que lograba su objetivo de rendir a la diva cinematográfica, se volvió a casa satisfecho para siempre.

 

Pero su afán competitivo también le llevaba a la zona roja con la fiabilidad de sus monturas. Ecclestone bien lo sabía y lo sufrió. “Recuerdo muy bien, al final de 1968, cuando yo era el manager de Jochen Rindt. Teníamos para él la opción de Goodyear y Brabham, o el acuerdo con Firestone y Lotus. Entonces, le dije a Jochen: 'Si quieres ganar el título, tienes más opciones con Lotus. Si quieres seguir vivo, tienes más opciones con Brabham que con Lotus'". Rindt obtuvo título y muerte a la vez.

 

Chapman fue también un genio comercial, el primero en incorporar patrocinadores ajenos al automovilismo, incluyendo a la industria tabaquera. Sobre todo con John Player Special, cuyos colores otorgaron a Lotus una de las imágenes más distintivas de la historia de la Fórmula 1. Tanto, que Dany Bahar ha impuesto en el equipo Renault aquella inconfundible librea con el afán del converso.

 

En cada victoria, Chapman cumplía invariablemente el rito de saltar a la pista y lanzar su gorra a lo alto al paso de sus monoplazas bajo la bandera a cuadros. Tony Fernandes, propietario del Team Lotus, presumía de que Clive Chapman, hijo de Colin, le había entregado como símbolo la gorra paterna. “Eres el hombre que va a continuar la tradición de mi padre”, le dijo. Pues va a ser que no, será un juez quien lo decida. Porque la F1 ya no es lo que era en la época del genial Chapman. Y, ni mucho menos, tampoco el nuevo equipo Lotus, cualquiera que este sea.

Si Colin Chapman levantara la cabeza, sacaría a pasear su famosa sorna británica ante la pugna actual por utilizar el nombre de Lotus, uno de los equipos más carismáticos en la historia de la Fórmula 1. Porque las disputas legales en marcha, bajo el pretexto de recuperar su legado, tan solo pretenden utilizar éste como una herramienta de marketing ajena a la herencia deportiva del propio Chapman.

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