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Japón 1976: posiblemente, la carrera más dramática en la historia de la Fórmula 1
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Javier Rubio

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Japón 1976: posiblemente, la carrera más dramática en la historia de la Fórmula 1

Solo un punto necesita Sebastian Vettel para proclamarse campeón este fin de semana. Y también por un punto James Hunt logró su único título en el primer

Foto: James Hunt y Niki Lauda (i), rivales y amigos.
James Hunt y Niki Lauda (i), rivales y amigos.

Solo un punto necesitaba Sebastian Vettel para proclamarse campeón aquel fin de semana de 2011. Y por un único punto James Hunt logró su único título en el primer gran premio celebrado en Japón, quizás la carrera más dramática en toda la historia de la Fórmula 1. Fue una temporada digna de un guión de película. Tanto, que Ron Howard comenzaría poco después el rodaje sobre la apasionante lucha de Niki Lauda y Hunt durante aquel increíble 1976. Ya han pasado 40 años de aquel fantástico duelo.

Para situarse, habría que retroceder antes al 1 de agosto, al hospital de Adenau, donde Niki Lauda había recibido la extremaunción después su terrorífico accidente en Nurburgring. Daniele Audetto, el director deportivo, llamó a Enzo Ferrari desde el mismo hospital para comunicarle la noticia. Ante su sorpresa, el Commendatore le ordenó en ese mismo momento que contratara inmediatamente a Emerson Fittipaldi. No contaba con el férreo espíritu de Niki Lauda.

Sangre, pánico y vómitos

Antes de Nurburgring, el piloto austríaco aventajaba en treinta y tres puntos a Hunt. Lauda no pudo participar en las dos pruebas siguientes. Llegaba luego Monza, pero el mismo Enzo Ferrari se negaba a que su piloto regresara ante su estado y un título que se antojaba casi perdido. Irónicamente, el austríaco había apoyado a Jackie Stewart en su cruzada por la seguridad en la F1. En Nurburgring se había encontrado con pancartas donde algunos aficionados le tildaban como “Chicken” (“pollo”, sinómino de cobarde)… Cuarenta y dos días después, y ante la sorpresa general, el "Chicken" se presentó en Monza para defender su ventaja en el campeonato.

Lauda afrontó una experiencia brutal. Cuando se quitaba el casco, la balaclava aparecía ensangrentada. Durante el fin de semana sufría vómitos y hasta un ataque de pánico al volante; no en vano corría en la pista más rápida del campeonato, con velocidades superiores a los 330 km/h. Los comisarios italianos aportaron su grano de arena cuando descalificaron polémicamente a James Hunt por “gasolina antirreglamentaria”. En un esfuerzo físico y mental titánico, Lauda terminó cuarto. Sin embargo, las dos siguientes carreras fueron ganadas por el británico y el austríaco llegó con solo tres puntos de ventaja a la última cita de la temporada, el Gran Premio de Japón.

Motín en la parrilla

Nunca hasta entonces una carrera de Fórmula 1 había generado tanta expectación mundial por las dramáticas circunstancias de la temporada. Bernie Ecclestone, intuyendo el potencial mediático de este deporte, se apresuró a gestionar la primera cobertura televisiva global. Todo el mundo iba a ser testigo del desenlace de un campeonato único.

Llegó el gran día. Lauda, con la cara desfigurada, era morbosamente perseguido a todas partes por las cámaras: “en lo que al título se refiere, yo ya he ganado mi mayor batalla, la presión la tiene James”, era su mensaje. Pero aquel 24 de octubre amaneció, literalmente, negro y bajo un impresionante diluvio, con la pista llena charcos y regueros. Para Lauda, volvían a removerse los diablos de meses atrás.

Aunque no solo para el piloto austríaco, porque la mayoría de sus colegas se negaban a salir. Los organizadores presionaban por un lado y Ecclestone, también propietario del equipo Brabham, por el otro. La parrilla estaba dividida. Pasaba el tiempo, y se acumulaba el retraso con el peligro de que cayera la noche si la salida seguía demorándose. Al ser la primera carrera en Japón, las intensas presiones hicieron ceder a los pilotos. Finalmente, la mayoría decidió correr y Lauda con ellos.

“Hay cosas en la vida más importantes”

Menos a Andretti y Hunt, en primera línea, la cortina de agua dejaba a todos en la oscuridad dada la poca luz natural existente. Emerson Fittipaldi y Carlos Pace pararon nada más comenzar la carrera. Pero, ante la consternación en Ferrari, Niki Lauda llegó a continuación. El austríaco se paró en la segunda vuelta, cuando marchaba décimoséptimo. Tras su accidente se había quedado sin pestañas y con los lacrimales atorados a pesar de haber sido operado. No podía parpadear ni ver adecuadamente para aquellas condiciones. Aquello era demasiado para el héroe de Monza. Mauro Forghieri, el director técnico, se acercó a Lauda: “Hay cosas más importantes en la vida que un campeonato del mundo”, le contestó el austríaco. Forghieri le ofreció justificar el abandono por un fallo mecánico. Lauda se negó con su brutal honestidad. A lo que no había que tener miedo, contestó, era a decir la verdad.

“Lauda out”. A Hunt le sacaron el cartel desde el muro de boxes. Ya no tenía a su rival en pista, pero nada estaba ganado todavía. Tras una fantástica salida se colocó destacado en cabeza. Inesperadamente, dejó de llover a mitad de carrera y la pista comenzó a secarse. Los neumáticos del McLaren se desintegraban a pasos agigantados. A once vueltas del final, Depallier y Andretti adelantaron al británico.

En Ferrari saltaron de alegría

En McLaren no sabían qué hacer y dejaron al criterio de su piloto la decisión de cambiar o no los neumáticos. Entonces no había ni radio ni GPS para el seguimiento en pista. El británico estaba totalmente desconcertado por la gestión de su equipo desde boxes. Desesperado, buscaba cualquier rastro de humedad en el asfalto para refrigerar las gomas. Nueve, ocho, siete, seis vueltas… La cuenta atrás seguía angustiosamente. Hunt lo intentó, pero no pudo aguantar. A solo cinco del final, acabó por reventar el neumático delantero izquierdo de su M23.

En el box de Ferrari saltaban de alegría creyendo el campeonato ganado, pero la carrera no había dicho su última palabra. Hunt tuvo la increíble fortuna de pinchar en la última curva del circuito y pudo entrar directo a boxes. Los mecánicos tardaron veintisiete segundos en cambiar las cuatro ruedas y el británico volvía a la pista sin saber qué posición ocupaba.

Campeón sin saberlo

El equipo le sacó el cartel en la siguiente vuelta: quinto. Pero el británicot ni se enteraba, ciego en su remontada enloquecida, llegó hasta a Regazzoni y Jones, a quienes adelanta simultáneamente como un kamikaze. Ya era tercero, pero no lo sabía y pilotaba angustiado por superar a quien rodara por delante. Cuando cayó la bandera a cuadros todavía ignoraba qué puesto ocupaba y que era campeón. Mientras tanto, Niki Lauda iba camino del aeropuerto en un Rolls Royce que la organización había puesto a su disposición.

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Hunt abandonó su monoplaza y se fue corriendo enfurecido a por Teddy Mayer, el director deportivo de McLaren. Mientras este intentaba felicitarle por el título, su piloto quería agredirle por la gestión de la carrera. Pero alguien le avisó que era campeón por un solo punto. “Me voy a emborrachar ahora mismo”, respondió Hunt a la televisión británica poco después de fumarse un cigarrillo, como acostumbraba tras cada prueba.

Así terminó una temporada apasionante. Hunt no volvería a contar con más opciones de título en su carrera. Niki Lauda no pudo culminar su hazaña en Monte Fuji, aunque solo tardó un año más en sacarse la espina, incluso enfrentado al mismo Enzo Ferrari. Pero esta, ya es otra historia.

Solo un punto necesitaba Sebastian Vettel para proclamarse campeón aquel fin de semana de 2011. Y por un único punto James Hunt logró su único título en el primer gran premio celebrado en Japón, quizás la carrera más dramática en toda la historia de la Fórmula 1. Fue una temporada digna de un guión de película. Tanto, que Ron Howard comenzaría poco después el rodaje sobre la apasionante lucha de Niki Lauda y Hunt durante aquel increíble 1976. Ya han pasado 40 años de aquel fantástico duelo.

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