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La mujer más poderosa de la Fórmula 1 y el sueño de la astronauta
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Javier Rubio

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La mujer más poderosa de la Fórmula 1 y el sueño de la astronauta

Convertirse en astronauta era su gran sueño de niña. Hoy, “tengo que mantener los pies bien firmes en el suelo, y también nuestros monoplazas, para que

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La mujer más poderosa de la Fórmula 1 y el sueño de la astronauta

Convertirse en astronauta era su gran sueño de niña. Hoy, “tengo que mantener los pies bien firmes en el suelo, y también nuestros monoplazas, para que no despeguen”. Porque Monisha Kaltenborn ha seguido una diferente y singular trayectoria que la ha elevado a las alturas de la Fórmula 1.

“Siempre he dicho que no estaré en el muro de boxes cuando tenga 70 años", declaró esta semana Peter Sauber al periódico suizo Der Sonntag. “Mi sucesora será Monisha Kaltenborn. Con total seguridad, será la primera directora de equipo de la historia de la Fórmula 1". ¿Cómo ha logrado Kaltenborn semejante posición en un mundo totalmente masculino?

Una experiencia vital cosmopolita

Talento al margen, solo un peripecia cosmopolita podía crear los eslabones de una cadena que ha llevado a Monisha Kalterborn a su posición actual. Nacida en la India, con nacionalidad austríaca, casada con un alemán, residente en Suiza… Y, por el camino, una sinuosa y brillante carrera profesional jalonada por una serie de coincidencias -que no casualidades- que convierten su ejemplo en el sueño de cualquier ejecutivo.

Con solo ocho años, los acomodados padres de Monisha buscaban en el mundo anglosajón la mejor educación para ella, pero decidieron quedarse en Viena al visitar a un tío suyo relacionado con la industria nuclear. Recibió educación local y aprendió alemán. Estudió derecho, refinó su formación en la London School of Económics y terminó en el paraíso fiscal de Liechtenstein. Aquí empezó su acercamiento a la Fórmula 1.

En un bufete alemán conoció a su marido, Jens Kaltenborn (de quién ha recibido su apellido). Pero recibió una oferta del Frizt Kaiser Group cuyo propietario propició la entrada de Petronas y Red Bull en el equipo. Monisha Kalterborn trabajaba en la sombra. Discrepancias entre los accionistas terminaron con Peter Sauber en solitario quien, admirado por el trabajo de Monisha, le ofreció la responsabilidad del departamento legal en 1998. “Acepté el desafío sin saber realmente dónde me estaba metiendo”. Tres años después formaba parte del comité directivo.

“Competente, inteligente, ágil”

Definida así misma como “pragmática”, durante este tiempo Kalterborn trabajó con patrocinadores, pilotos, proveedores, con Ecclestone, la FOM, FIA… Desde su posición, conoció las “tripas” de un equipo en sus diferentes aspectos. Pilotó la complicada situación del equipo cuando Peter Sauber retomó el control para evitar su desaparición tras la marcha de BMW, “una situación crítica”, como la calificó ella misma. Pedro Martínez de la Rosa conoció la experiencia de primera mano. “Es muy competente, inteligente y ágil en la toma de decisiones”, la define el piloto de HRT. Aunque De la Rosa se muestra muy elegante para el trato que recibió y algunas experiencias vividas en Sauber.

¿Cómo es la experiencia de Monisha Kaltenborn en el masculino mundo de la Fórmula 1? “Hubo alguien que al principio pensó que era una traductora de Peter, pero cuando se enteró de la verdad se sintió muy mal”, recuerda ella. En las reuniones con los 'team principals' de otros equipos “no me ven como una intrusa, y creo que no ha cambiado nada desde que estoy allí” aunque “a veces utilizan palabras que se dan cuenta no deberían utilizar, y rápidamente se disculpan”.

No nos encastillamos como los hombres”

Sin embargo, su mentalidad femenina resalta las diferencias en un mundo de hombres. “Creo que las mujeres tendemos más a ver la foto global, no nos encastillamos tanto en nuestra postura como los hombres. Debería haber más mujeres en la Fórmula 1, porque a veces vemos las cosas diferentes a los hombres y sabemos cómo resolver problemas”.

A Kaltenborn le sorprendió que “especialmente los periodistas, nunca preguntan a una mujer sobre el rendimiento deportivo, solo sobre aspectos estratégicos o comerciales de la compañía, pero esto está cambiando ahora”. Quizás cuando el río suene será por algo, porque parece destacar también por su escaso interés por la ingeniería y la vertiente 'racing', aunque señale que “mis cualidades 'petrolhead' (aficionada), poco a poco, van mejorando”.

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“Esto hay que hacerlo, sin excusas”

¿Y su trato con los pilotos? Como ella misma cuenta “quizás sea más relajada que mis colegas masculinos, pero también más particular en lo referente a la disciplina, en esto soy más estricta”. Pero Kaltenborn también es conocida por su poco tacto hacia sus subordinados en general y una escasa diplomacia en las relaciones. “Nuestras conversaciones (con los pilotos) no son confrontacionales, pero son muy claras, una especia de “esto hay que hacerlo, sin excusas”.

Hasta 2010, no viajaba a los grandes premios. Con dos hijos de diez y siete años, Kaltenborn ha debido montar “un operativo de apoyo, empezando por ellos, que saben lo que hago, y lo aceptan”, con un marido “paciente, porque tampoco está en casa todo el tiempo”, ya que trabaja en Sttutgart como abogado. Amante de los bolsos y los zapatos, “en un día muy caluroso, en el box, un comisario me dijo que mis sandalias planas no eran el mejor calzado para estar en el 'pit lane'.

“Aún sigo interesada en el espacio”, reconoce hoy Monisha Kaltenborn. “Cuando era pequeña no era consciente de que para ser astronauta, tenías que haber nacido en Estados Unidos y Rusia, y como no era el caso, tuve que abandonar la idea”. Ya pero, como mujer, nacida en la India… ¿no hubiera sido más fácil convertirse en astronauta que alcanzar la singular posición que ahora disfruta en el ultracompetitivo y masculino mundo de la Fórmula 1?

Convertirse en astronauta era su gran sueño de niña. Hoy, “tengo que mantener los pies bien firmes en el suelo, y también nuestros monoplazas, para que no despeguen”. Porque Monisha Kaltenborn ha seguido una diferente y singular trayectoria que la ha elevado a las alturas de la Fórmula 1.

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