Es noticia
Sebastian Vettel, ¿por qué nos tomas por tontos?
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
Javier Rubio

Dentro del Paddock

Por

Sebastian Vettel, ¿por qué nos tomas por tontos?

Se le veía venir a la legua. A la espera de que terminara Sebastian Vettel, Mark Webber apretaba el mentón mientras agarraba el micrófono con fuerza.

Foto: Sebastian Vettel, ¿por qué nos tomas por tontos?
Sebastian Vettel, ¿por qué nos tomas por tontos?

Se le veía venir a la legua. A la espera de que terminara Sebastian Vettel, Mark Webber apretaba el mentón mientras agarraba el micrófono con fuerza. Estaba dispuesto a hablar sin tapujos. Y lo hizo. Fue una de las escenas más memorables y rocambolescas de los últimas años en la Fórmula 1: al ganador del Gran Premio de Malasia, el triple campeón del mundo en vigor, su propio compañero de equipo le sacó en el podio los colores como a un colegial.

Ayer, Webber puso las cartas boca arriba para desvelar esa esquizofrenia que se vive en su equipo y que tanto quieren maquillar hacia el exterior, pero que la realidad vuelve a confirmar tozudamente: "Sebastian será protegido como siempre...". Años de Red Bull al descubierto. Porque en este coexisten dos facciones, pero una es la que dirige. De ello es consciente el alemán, y con ese poder está alineado Vettel. No nos engañemos, de ahí su actuación en Sepang.

El mismo piloto que pedía petulante por la radio “Mark es demasiado lento, quitarle de en medio”, era el mismo que se disculpaba hipócritamente en la rueda de prensa por haber obviado las órdenes de equipo. “La fastidié hoy”, explicaba al final de la prueba, “me gustaría tener una buena excusa por lo que hice, pero no puedo", "puedo entender la frustración de Mark y del equipo al no estar contentos por lo que hice”, “recibí la orden, pero la ignoré”, “con los neumáticos tal y como son ahora, fue extremadamente arriesgado ignorar la orden de seguir segundo, podíamos haber terminado octavos o novenos destrozando las gomas en esas vueltas”. Y otra de las tracas finales: “Me puse a mí mismo por encima de la decisión del equipo, lo que fue un error”. Semejante retahíla de justificaciones al final de la prueba fue un insulto para la inteligencia.

Excusas infantiles

Como el niño que se come la tarta prohibida y se deshace luego en excusas infantiles, pero en el fondo se relame con la tarta en su estómago. Porque sus argumentos al final de la carrera se diluían como mal azucarillo ante los diferentes y fascinantes momentos que nos dejó la prueba de Kuala Lumpur.

"Todo lo que puedo decir es que no lo hice deliberadamente...", volvió a repetir en la rueda de prensa. '¿Comorrr?', que diría nuestro querido Chiquito de la Calzada. Primero llegó esa orden de equipo tras la segunda parada, una sorpresa para quienes anticipábamos una alfombra roja para Vettel, pero el equipo apostó por el líder de la mayor parte de la carrera –Webber- ante el temor de que se desfondasen los neumáticos. Era ese ya famoso “multi 21” ("tenemos algunos códigos en lo referido a llevar a los coches a la meta", nos recordó el australiano después), ese código que le lanzó a la cara a Vettel antes del podio.

“Aflojé el motor y empecé a cuidar las gomas, y luego empezó la pelea”, nos recordó en el podio el australiano para justificar el porqué de la guardia baja, “yo también podría haber ganado la carrera”.El alemán era consciente de la orden y así lo reconoció después. Primer aviso, pues, a la papelera. Luego llegaría el segundo, “Esto es una estupidez, Seb, vamos…”, de Christian Horner, cuando luchaba por superar al australiano. Vettel era consciente de la razón de tan enconada resistencia de Webber, quien confiaría en la disciplina de su compañero. Pero Vettel no cejó, jugándose el toque entre ambos.

Con Alonso fuera...

Obviamente, Vettel no vería por los pequeños retrovisores la ‘peineta’ que le dedicaba el australiano. A continuación, llegó el mensaje de reproche de su ingeniero Rochelin: “Buen trabajo, Sebastian, parecía que lo querías a toda costa. Aun así, hay explicaciones que dar...”.  “OK, Mark, se le ha dicho”, le comunicaba por radio el equipo a Webber, incrédulo. Con todo este cúmulo de información, tuvo sobrados elementos de juicio para ser consciente de su posición y actos. Pero un piloto con gran capacidad de análisis, cuyo trabajo exige una absorción constante y enorme de información, se nos hacía pasar ayer por un gorrión atolondrado. Sebastian Vettel no malinterpretó la situación. Todo lo contrario.

Porque, con Fernando Alonso fuera de carrera,  se le presentó una oportunidad de oro para meter un buen 'rejonazo' al piloto español en la lucha por el título. He aquí la madre del cordero. Y no la desaprovechó. Con la incertidumbre que todavía puede representar Kimi Raikkonen, con McLaren fuera de combate, Vettel es consciente de que Fernando Alonso y el F138 es su enemigo a batir a día de hoy. Claro que sabía lo que hacía…

También actuó como lo hizo, y ahí metió Webber el dedo en la llaga ("Sebastian será protegido como siempre..."), porque Vettel conoce bien el terreno que pisa. ¿Cómo no se va a poner a sí mismo "por encima de la decisión del equipo" ante un piloto  flagrantemente 'ninguneado' hace pocos meses por Helmut Marko, en la famosa entrevista de Red Bull? Como el niño regañado por uno de los progenitores, pero sabiéndose protegido por el otro,  ayer se comió la tarta entera para él, y los veinticinco puntos están en su bolsillo. Dejando por el camino, además, totalmente en evidencia a Christian Horner, cuya posición de primera mano le permitió admitir al final que su piloto "deliberadamente" obvió las órdenes, anteponiendo "su propia agenda". Vettel conoce bien la dinámica interna de Red Bull.

Ya hubo antecedentes

Al margen de la situación del equipo, la actitud del alemán no es nueva. En el pasado se han desobedecido órdenes de equipo de manera polémica. Reutenman-Jones en 1981, Pironi-Villeneuve en 1982, Hamilton-Alonso en Hungría 2007… , sólo por citar algunos ejemplos que, además,  tuvieron un final conflictivo en el seno de sus respectivas escuadras. Es parte del juego, de ese gen egoista que arrastra al ganador nato. Pero las justificaciones posteriores del alemán fueron sonrojantes. Nico Rosberg ofreció un buen contrapunto ayer en Sepang. 

"Digamos simplemente que pasaron muchas cosas por mi mente en las últimas quince vueltas", confesó ayer a Mark Webber, "muchas razones diferentes, no sólo por lo de hoy, sino por el pasado". Como a todo 'trabajador', al australiano le recordaron nuevamente cuál es la realidad en su empresa. Al resto, también. Pero Sebastian, precisamente tú, uno de los pilotos más inteligentes y de mayor talento de la parrilla, por favor, no nos tomes a los demás por tontos.

Se le veía venir a la legua. A la espera de que terminara Sebastian Vettel, Mark Webber apretaba el mentón mientras agarraba el micrófono con fuerza. Estaba dispuesto a hablar sin tapujos. Y lo hizo. Fue una de las escenas más memorables y rocambolescas de los últimas años en la Fórmula 1: al ganador del Gran Premio de Malasia, el triple campeón del mundo en vigor, su propio compañero de equipo le sacó en el podio los colores como a un colegial.

Sebastian Vettel