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La Fórmula E se pone caliente: "Besó mis ruedas traseras, debe ser que le gusto"
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Javier Rubio

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La Fórmula E se pone caliente: "Besó mis ruedas traseras, debe ser que le gusto"

En su cuarta temporada, la Fórmula E está creando las condiciones para ofrecer carreras como la última en Santiago a pesar de las limitaciones de sus monoplazas eléctricos

Foto: André Lotterer, en la carrera de Santiago de Chile. (EFE)
André Lotterer, en la carrera de Santiago de Chile. (EFE)

“Besó mis ruedas traseras, así que debe ser que le gusto”. ¿Se imaginan a los dos pilotos del equipo Williams, por ejemplo, luchando a brazo partido para lograr un doblete por delante de un Mercedes con el mismo motor? ¿Se imaginan que el campeón del año pasado, piloto oficial de otro gran fabricante, llevara cero puntos tras cuatro carreras por averías mecánicas seguidas? ¿O a cinco pilotos luchando por el podio separados por tres segundos y medio? Fue el caso de la Fórmula E el pasado fin de semana. Porque la última cita en Santiago de Chile fue un manual para ilustrar la intensidad que una carrera de coches puede deparar con el esquema adecuado.

No se trata de comparar la tecnología ni sofisticación de monoplazas de ambas categorías. Sí de disfrutar con el espectáculo y la esencia de la competición en un entorno con mayor paridad de recursos entre sus protagonistas y sin tanto control político por parte algunos de sus actores. Ahora que Liberty se prepara para la batalla contra los grandes fabricantes para plasmar su modelo de negocio, los responsables de los equipos punteros en Fórmula 1 harían bien repasar una carrera como la chilena. Y es que también con unos 'botijitos' eléctricos se puede dar ejemplo y diversión.

Ensartado por tu compañero

La imagen fue singular y hasta divertida de no ser por sus potenciales consecuencias. André Lotterer era uno de sus protagonistas. Hasta hace poco, piloto oficial de Audi y Porsche en el Mundial de Resistencia. Tres veces ganador de Le Mans. Un fuera de serie, pero sufriendo en su llegada a este campeonato. Jean Eric Vergne, ex piloto de F1 y Toro Rosso. Ambos compañeros en el equipo Techeetah, uno de los privados que luchan contra los oficiales de Renault, Audi, Jaguar o Mahindra.

Así fue el choque.

El francés marchaba primero desde el principio de la prueba. Lotterer pegado por detrás. Tras un par de intentos frustrados. A cuatro vueltas del final este intentó pasar nuevamente a su compañero, se pasó de frenada y ensartó con el morro de su monoplaza la parte trasera del coche de Vergne. “¿Qué coño pasa aquí?” gritaba el francés por la radio. Lotterer empujaba a su compañero involuntariamente contra los raíles. Como si de rodar por el filo de una navaja se tratara, hacían malabarismos para no irse contra las protecciones y poder pasar la curva. Estaban a punto de arruinar un resultado increíble para un equipo privado, el primer doblete de la Fórmula E. Lo salvaron por los pelos.

Cada fin de semana es una batidora

Por detrás rodaba el suizo Sebastian Buemi, oficial de Renault, campeón del mundo de Resistencia y compañero de equipo de Fernando Alonso en Toyota. Ex piloto de Toro Rosso. Le acosaba Felix Rosenqvist, uno de los pilotos más polivalentes del mundo, y que pendiente de que no le adelantara Sam Bird, elegido por Ferrari para el Mundial de Resistencia, y miembro del equipo DS Virgin (la marca de Citroën). Daba gusto verles haciendo filigranas al volante para pasarse unos a otros. En la parte final de la carrera, incluidos Lotterer y Vergne, todos ellos rodaban en tres segundos.

Foto: Fernando Alonso en el año de su debut en Fórmula 1, 2001. (Reuters)

En la Fórmula E un día estás arriba como al siguiente arrastrándote. En las tres primeras carreras del campeonato siete equipos han liderado alguna vuelta y también otros siete diferentes han puntuando. Son diez. En esta cuarta temporada, cada fin de semana es una batidora de una clasificación donde todos los pilotos cobran sin depender de su aporte de patrocinio. El domingo ganó Techeetah, pero el relativamente modesto fabricante Mahindra (gestionado por la estructura española de Campos Racing) está luchando por el título frente a los equipos oficiales de mayor presupuesto.

Pilotos haciendo cola

Al final, Techeetah logró el doblete a pesar del 'arponazo' y algún amago de infarto entre sus miembros. Un equipo privado con un motor Renault. Buemi, el oficial, fue tercero. “Casi todo el mundo tiene más o menos el mismo coche”, explicaba Vergne tras ganar la carrera, "así que un piloto puede hacer más cosas, quizá no tengas el mejor coche, pero aún puedes ganar, lo que en Fórmula 1 es casi una misión imposible”. En Santiago podía apreciarse cómo los pilotos de cabeza contribuían con su habilidad y talento a poner el monoplaza en los puestos de cabeza. Se estaban ganando ese resultado por el factor humano que aportaban. Por ello, numerosos pilotos de altísimo nivel están haciendo cola para intentar enrolarse en la Fórmula E, aunque sus coches estén muy lejos de la precisión y velocidad de los monoplazas convencionales.

Ver rodar a un Fórmula E en las bacheadas calles de Santiago de Chile no tiene nada que ver con un Ferrari o un Mercedes en Mónaco, a fondo en la 130R de Suzuka o en Pouhon en Spa. El coche eléctrico es una pálida sombra de la espectacularidad de un sofisticado Fórmula 1. Más si cabe con la nueva generación nacida en 2018, una de las más rápidas de la historia. Pero ver a Vergne y Lotterer abrazarse eufóricos en la meta después del duelo con ‘arponazo’ incluido, tras haber disfrutado de una carrera con cinco pilotos -de cuatro equipos diferentes- peleando a brazo partido, señala a Liberty el camino a seguir en los próximos años. Los americanos lo saben y están en ello. Todo se andará. A pesar de las resistencias que Mercedes, Ferrari y compañía ya han empezado a ofrecer. Para que luego venga Sergio Marchionne a decirnos que deja la Fórmula 1 si le tocas sus privilegios.

“Besó mis ruedas traseras, así que debe ser que le gusto”. ¿Se imaginan a los dos pilotos del equipo Williams, por ejemplo, luchando a brazo partido para lograr un doblete por delante de un Mercedes con el mismo motor? ¿Se imaginan que el campeón del año pasado, piloto oficial de otro gran fabricante, llevara cero puntos tras cuatro carreras por averías mecánicas seguidas? ¿O a cinco pilotos luchando por el podio separados por tres segundos y medio? Fue el caso de la Fórmula E el pasado fin de semana. Porque la última cita en Santiago de Chile fue un manual para ilustrar la intensidad que una carrera de coches puede deparar con el esquema adecuado.

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