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El ridículo precio que pagará Verstappen por humillar a un rival ante las cámaras
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Javier Rubio

Dentro del Paddock

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El ridículo precio que pagará Verstappen por humillar a un rival ante las cámaras

Los temperamentos patológicamente ganadores llevan sus acciones hasta sus últimas consecuencias, pero no hasta la agresión física, como ocurría en el pasado de la Fórmula 1

Dos pilotos de Fórmula 1 llegando al contacto físico es una escena no vista desde hace más de una década, al menos públicamente. Liberty se estará flotando las manos, pero el incidente del Gran Premio de Brasil deja en el aire algunas cuestiones, especialmente en torno a Max Verstappen. La primera de ellas, ¿es un macarra o gestos como el de Interlagos le retratan con la sangre y el carácter de los grandes campeones?

¿Ocón culpable o lo fue el propio Verstappen? ¿Tenía razón Lewis Hamilton con el consejo de veterano que le dio al holandés antes de subir al podio? ¿Cómo calificar la sanción impuesta por la FIA? Sobre gustos colores y para cada cuestión habrá diferentes respuestas. Aquí van algunas.

¿El "nuevo Senna", también aquí?

Ocon tenía derecho a desdoblarse, como el propio Verstappen reconoció. Pero a ambos les saltó el gen 'asesino' modelado en centenares de duelos desde categorías inferiores. Además, para los dos llovía sobre mojado desde los tiempos del karting y la Fórmula 3. Dos gallos jóvenes, pero solo aquel con más cabeza daría su brazo a torcer. Ninguno lo hizo. Si se trataba entonces de gestionar una situación de riesgo. Hamilton dejó luego mudo al holandés, como si este hubiera escuchado algo nunca analizado antes: “Tú eras el que más tenía que perder…”. En el caso de Verstappen, entre testosterona y cerebro, triunfó la primera. “Nunca puedes asumir que el piloto no está en tu interior (de la curva) porque sea un doblado y levante el pie, tienes que pensar que puede estar ahí”, explicaba Hamilton. Pilotaje de atención periférica, que se llama, más necesario si cabe cuando tienes la victoria al alcance de la mano. Verstappen podía tener razón. Lo que no tuvo fue la victoria.

Foto: Fernando Alonso vivió un desafortunado último Gran Premio de Brasil.

El holandés confirmó que es un diablo en la pista con su extraordinaria remontada. Pero su contextura psicológica tiene en el reverso de su moneda un temperamento bronco con cero tolerancia a la frustración. El carácter del ganador nato llevado a lo patológico. “Las virtudes de los defectos, y los defectos de las virtudes”, como el propio Ayrton Senna decía de sí mismo. Una moneda con dos caras inseparables.

Precisamente Senna, quien enganchaba por el cuello a un joven Schumacher, empujaba a Eddie Irvine, o se cogía por la pechera con Mansell… ¿Tiene entonces Verstappen ese mismo gen, es también en este sentido el “nuevo Ayrton Senna” como un día le bautizara Helmut Marko? El brasileño no fue el único en marcar el territorio cara a cara. Porque en el pasado los pilotos resolvían sus conflictos personalmente. No existían la actual pléyade de comisarios, medios y sanciones para monitorizar comportamientos. Luego iremos con la de Verstappen.

De tal palo, tal astilla

Cabría deducir entonces que el holandés es un fuera de serie marcando su territorio dentro y fuera de la pista a pesar de su juventud. En este sentido, imposible negar la evidencia. Pero aquí entran en juego otras consideraciones. El hijo es un fascinante producto de ingeniería educativa llevado a cabo por su padre, Jos Verstappen. Es un cerebro unidimensional, una máquina modelada para competir. Pero el paquete también parece incluir ese otro gen paterno de quien ha pasado más veces por las comisarías holandesas que por el podio de la Fórmula 1. "Menos mal que Jos no está aquí", confirmaba Marko. De tal palo, tal astilla.

Pero, además, Verstappen también se ha visto respaldado por sus padres adoptivos, los responsables de Red Bull, quienes ampararon la opinión de que Ocon merecía algo más que unos empujones. Quien haya seguido la propia peripecia vital y la filosofía de Marko intuye que en su fueron interno, está encantado con la reacción de su piloto. Es imagen rompedora 'Red Bull 100%'. Toto Wolff hubiera tenido más difícil defender un comportamiento semejante de uno de los suyos ante la cúpula de Daimler. Este incidente ha evidenciado una vez más el respeto reverencial, casi sumiso, que en Red Bull se tiene por su joven piloto. Ni siquiera le enfriaron o le acompañaron tras escuchar sus amenazas por la radio. Conviene reconocer que lograr semejante estatus con tanta juventud tiene su mérito.

La FIA mezcla churras con merinas

Nigel Mansell explicaba –se ha contado en El Confidencial- cómo fue capaz de meter en vereda la aplastante capacidad avasalladora de Ayrton Senna. Ocon respondió correctamente al holandés, pero pudo haber aprovechado la oportunidad para dejar claro a Verstappen que aquella sería la primera y la última vez que le ponìa la mano encima. Porque el respeto se gana dentro y fuera de la pista. Su imagen hubiera subido muchos enteros. A fin de cuentas, la Fórmula 1 también es un teatro. Sii el holandés te humilla delante de las cámaras, te haces respetar delante de ellas. Y para la sanción que le ha caído a Verstappen, compensa…

Dos días de servicio a la comunidad. ¿Qué quieres, a gladiadores de Fórmula 1 convertidos en profesores de seguridad vial? ¿Cabe imaginar a Máximo Décimo Meridio, el protagonista de ‘Gladiator’, barriendo el campamento? Valga la broma como metáfora. No hay precedentes de sanciones como las de la FIA a Verstappen. Otro paso más de Jean Todt para poner a la Fórmula 1 al servicio de sus políticas fuera del deporte. Mezclando velocidad con tocino. Es cierto que la imagen dada por Verstappen requería una sanción ejemplar. ¿Por qué no, entonces, una multa con la que le temblara el bolsillo y dejara huella en su memoria? Vettel recibió el día anterior una de 25.000 euros por cargarse la báscula de pesaje. ¿Por qué no una sanción que le hiciera pagar un precio en su condición de piloto? A Schumacher le quitaron todos los puntos de la temporada por embestir en la pista a Villeneuve en 1997. Hubiera sido interesante ver cómo hubiera pagado entonces Red Bull su bono de resultados.

¿Qué precio pagará entonces Max Verstappen por la chulería de intimidar y humillar a un rival ante las cámaras? ¿Un cursillo de conducción para nóveles? ¿Otro de seguridad vial para niños, vestido con chaleco amarillo? En realidad, solo se trata de lograr una foto para la galería. Pura fachada. Ayrton Senna se hubiera partido de risa. Y le habría dicho a Jean Todt lo que podría hacer con su chaleco amarillo.

Dos pilotos de Fórmula 1 llegando al contacto físico es una escena no vista desde hace más de una década, al menos públicamente. Liberty se estará flotando las manos, pero el incidente del Gran Premio de Brasil deja en el aire algunas cuestiones, especialmente en torno a Max Verstappen. La primera de ellas, ¿es un macarra o gestos como el de Interlagos le retratan con la sangre y el carácter de los grandes campeones?