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La afición española, la más ruidosa en la calle, no olvida nunca a Aragonés
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Jesús Garrido

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Jesús Garrido. Burdeos

La afición española, la más ruidosa en la calle, no olvida nunca a Aragonés

Somos los que más disfrutamos de los momentos puntuales libres que tenemos y armamos soberanos jaleos en las calles, pero luego, en el estadio siempre hay un recuerdo para el creador

Foto: Siete amigos que adoran a Aduriz (FOTOS: Jesús Garrido).
Siete amigos que adoran a Aduriz (FOTOS: Jesús Garrido).

A muchos de los españoles que hayan ido al extranjero les habrá pasado eso de decir nuestra nacionalidad y que los lugareños en cuestión nos respondan con algunas palabras en castellano que han aprendido: “Olé, siesta, toros, fiesta”. El orden de los factores y la variación de los mismos no altera el producto final. No falla la palabra ‘fiesta’. Los españoles tenemos una fama bien ganada de fiesteros. A veces se nos considera, por ello, vagos, ineficientes en nuestro trabajo, más centrados en asuntos bucólicos que profesionales. Y no es verdad.

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Pero no vamos a negar que cada vez que tenemos la oportunidad, disfrutamos de la vida como los que más. Es innegable. La demostración empírica más evidente son los viajes de los aficionados de España en los grandes torneos, como la Eurocopa de Francia. ¡Hay tan buen ambiente en todas las ciudades donde juega la Selección! Es descomunal. En Toulouse, en Niza y en Burdeos, la diversión es constante alrededor de la afición española. Jamás faltan los que van vestidos de gitana, sevillana o como queramos llamarlo. Y por ahora siempre me he encontrado también a alguien ‘homenajeando’ a la Benemérita. Son unos genios de la diversión. Y quizá la principal característica de un español en el extranjero sea su capacidad de buscarse la juerga aunque no exista tal.

placeholder No iba a perder la oportunidad de colar en mi bitácora una bandera del Real Murcia.
No iba a perder la oportunidad de colar en mi bitácora una bandera del Real Murcia.

No son los únicos, evidentemente. Mucho se ha hablado de la serenata improvisada que le dedicaron los irlandeses a una guapa francesa, y los galeses siempre están de buen rollo, quizá por lo poco acostumbrados que están a este tipo de citas. Italia siempre es encantadora, pero ninguna es comparables a la española. Tras una mañana muy ajetreada, estaba comiendo con tranquilidad, pero viendo cómo estaba el panorama, me situé en una de las calles con más afluencia. Pues bien, de repente, en medio de la calma, empiezo a escuchar a través de un altavoz ‘Paquito el chocolatero’ y a un numeroso grupo de españoles tarareándola por detrás. Y para igualarse al nivel de los irlandeses, no dudaban en cortar cualquier cántico para corear ‘Croacia, Croacia’ cada vez que veían pasar a una croata atractiva.

Pero es curioso lo que pasa luego cuando entran al estadio. Todas las canciones que surgen en las calles se apagan en la grada. Ha pasado tanto contra República Checa como contra Turquía y, en general, en muchos envites de la Selección. No hay cánticos específicos para animar al equipo. Menos mal que alguien se inventó el "Yo soy español, español, español", porque no hay mucho más que el "lo, lo, lo, lo" del himno nacional.

Pero sí hay algo que es también común a cada partido de la Selección desde hace tiempo. En algún momento del partido, más propiamente cuando el equipo juega bien, corre por la grada un pensamiento, una especia de cántico de agradecimiento al hombre que les dijo a esos bajitos que podían ser los mejores del mundo. No hay día en que los seguidores españoles no le canten a Luis Aragonés. La canción tantas veces repetida en el Vicente Calderón es ya propia también del repertorio de los que siguen a la Selección. 'Zapatones' sigue en la memoria de todos. Su legado permanece vigente, y la gente es consciente de que, sin él, nada de lo que se vivió en estos años pasados habría sido posible.

Todo lo expuesto está pasando en Francia, lugar que supuestamente nos rechaza de manera sistemática. Pues qué quieren que les diga, a mí y a mis compañeros nos están tratando de una manera maravillosa. Son hospitalarios, se muestran predispuestos a ayudar en lo que necesitemos y además, se divierten con nosotros cuando tienen oportunidad. “Allez les Bleus” me sale decir, como un grupo de españoles le dijo a la Policía cuando pasó por delante de ellos. Se lo han ganado.

‘Au revoir’.

A muchos de los españoles que hayan ido al extranjero les habrá pasado eso de decir nuestra nacionalidad y que los lugareños en cuestión nos respondan con algunas palabras en castellano que han aprendido: “Olé, siesta, toros, fiesta”. El orden de los factores y la variación de los mismos no altera el producto final. No falla la palabra ‘fiesta’. Los españoles tenemos una fama bien ganada de fiesteros. A veces se nos considera, por ello, vagos, ineficientes en nuestro trabajo, más centrados en asuntos bucólicos que profesionales. Y no es verdad.

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