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Los otros Juegos: un medallista olímpico de vela ayuda a miles de niños desfavorecidos
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Valeria Saccone

Río por no llorar

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Los otros Juegos: un medallista olímpico de vela ayuda a miles de niños desfavorecidos

La historia del Proyecto Grael, un programa social que desde hace 17 años enseña a navegar a niños de familias desfavorecidas de la ciudad de Niterói, situada en frente a Río de Janeiro

Foto: Proyecto Grael es un programa social que desde hace 17 años enseña a navegar a niños de familias desfavorecidas (FOTOS: Proyecto Grael/Facebook)
Proyecto Grael es un programa social que desde hace 17 años enseña a navegar a niños de familias desfavorecidas (FOTOS: Proyecto Grael/Facebook)

La suciedad de la Bahía de Guabanara y la incapacidad del Estado de Río de Janeiro de limpiarla para los Juegos Olímpicos, tal y como había sido prometido en la candidatura, han provocados ríos de tinta en los periódicos de medio mundo. En estas aguas son vertidos cada segundo 8.000 litros de residuos procedentes de las alcantarillas y 90 toneladas de basura por día. Los responsables de esta invasión pestilente son los 15 municipios que rodean esta bella ensenada, todos ellos desprovistos de una red eficiente de saneamiento básico y mucho menos de depuradoras.

En estas aguas, donde es común ver televisores, neveras, sofás e incluso extremidades humanas flotando, los regatistas olímpicos disputan las pruebas de vela ante la atenta mirada del público y de los ecologistas. En este mismo escenario se desarrolla el Proyecto Grael, un programa social que desde hace 17 años enseña a navegar a niños de familias desfavorecidas de la ciudad de Niterói, situada en frente a Río de Janeiro.

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“El proyecto está orientado a adolescentes con pocos recursos que estudian en las escuelas públicas”, explica André Alcântara Martins, coordinador de desarrollo deportivo de esta institución filantrópica. “Está articulado en tres ejes: el programa propiamente deportivo, que incluye navegación y natación; los cursos profesionales relacionados con el mercado de la vela, desde carpintería hasta fibra de vidrio o mecánica de popa; y el programa de desarrollo medioambiental”, añade.

Inédito en Brasil

La idea surgió en 1998 cuando Lars Grael, ganador de dos bronces olímpicos para Brasil, perdió una pierna. Un hombre en estado de embriaguez chocó con su embarcación durante una regata, mientras preparaba para disputar el oro en los JJ. OO. de Sidney 2000. Junto a su hermano Torben y al también olímpico Marcelo Ferreira, decidió fundar esta institución con el objetivo de popularizar un deporte tradicionalmente elitista.

Desde entonces, más de 12.000 chavales con pocos recursos han pasado por estos cursos, algunos con tan buen provecho que han conseguido grandes hitos en este deporte. Es el caso de Samuel Gonçalves, que el año pasado conquistó en Argentina el título de campeón del mundo de la clase Star como miembro de la tripulación de Lars Grael.

“Comencé en este proyecto en 2001, a los 14 años. Hoy, con 29 años, tengo la gran suerte de haber logrado este título. Es algo bastante inédito en Brasil, ya que en los 110 años de historia de la clase Star solo ha habido cinco ganadores brasileños”, cuenta Gonçalves a El Confidencial en las instalaciones olímpicas de la Marina de Gloria. “Este proyecto ha sido como un divisor de aguas en mi vida. Cuando empecé, no tenía ni el dinero para pagar el autobús hasta la sede del proyecto. Solía pedir al conductor que me dejase viajar gratis. He tenido que pasar por muchas dificultades, pero aquí estoy, muy feliz de haber emprendido este camino. Hoy todo lo que tengo está relacionado con la vela: mis amigos, mi familia… No sé qué habría sido de mi vida si no hubiese empezado a navegar”, agrega.

Objetos flotantes y la basura

Cada seis meses, unos 400 estudiantes pasan por los cursos del Proyecto Grael. Muchos de ellos viven en las favelas de la ciudad de Niterói. Otros pertenecen a familias con bajo poder adquisitivo. Casi todos se acaban enamorado de un deporte al que jamás tendrían acceso por sí solos. “Me encanta navegar. No sé qué habría sido de mí sin la vela. Yo no sé hacer otra cosa, ni me imagino en otra profesión”, afirma Rebeca Abreu dos Santos, de 17 años. “Entré en este proyecto por causa de mi hermano mayor, que comenzó antes que yo. La adrenalina de la vela es increíble. Me flipa”, reconoce Vinicius Dutra, de 12 años.

A pesar de su temprana edad, estos jóvenes regatistas admiten que sienten cierta preocupación por el estado lamentable de la Bahía de Guanabara. “Hay días que el agua está llena de basura. Eso es terrible para la navegación, especialmente en este periodo olímpico”, afirma Vinicius, que sueña con ser campeón del mundo o ganar una medalla en los JJ. OO. “La situación es bastante complicada. Si la bahía estuviese más limpia, ayudaría mucho en las competiciones olímpicas. Para que esto ocurra la gente tiene que colaborar. Tienen que dejar de tirar basura en el suelo, en la calle o en la playa, porque todos estos residuos llegan al mar”, añade Rebeca, haciendo gala de un gran sentido ecológico.

Explica Alcântara que “para las regatas, el principal obstáculo son lo objetos flotantes y la basura. Pero la cuestión principal es crear una red efectiva de saneamiento. Para que te hagas una idea, todos los municipios menos Niterói vierten los residuos humanos al agua sin ningún tipo de tratamiento”.“ Esto es insostenible. Lamentablemente, la recuperación de la bahía es el legado que los Juegos Olímpicos no van a dejar a la ciudad de Río”, agrega.

La suciedad de la Bahía de Guabanara y la incapacidad del Estado de Río de Janeiro de limpiarla para los Juegos Olímpicos, tal y como había sido prometido en la candidatura, han provocados ríos de tinta en los periódicos de medio mundo. En estas aguas son vertidos cada segundo 8.000 litros de residuos procedentes de las alcantarillas y 90 toneladas de basura por día. Los responsables de esta invasión pestilente son los 15 municipios que rodean esta bella ensenada, todos ellos desprovistos de una red eficiente de saneamiento básico y mucho menos de depuradoras.

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