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Los diez momentos internacionales que yo no me perdería en estos Juegos
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Gonzalo Cabeza

Sueños olímpicos

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Gonzalo Cabeza

Los diez momentos internacionales que yo no me perdería en estos Juegos

Bolt y Phelps son los dos nombres más obvios, lo llevan siendo tiempo. Pero lo que se verá en Río trasciende, incluso, a los dos mejores olímpicos que se han visto nunca. Un mes para disfrutar

Foto: Mo Farah y Usain Bolt (Reuters)
Mo Farah y Usain Bolt (Reuters)

El 200 mariposa de Michael Phelps

Serán los últimos Juegos del más grande deportista olímpico que jamás haya habido. Suma 22 medallas olímpicas y en Río aspira a, por lo menos, cuatro más. Los últimos años de Phelps han sido convulsos, la leyenda tenía una cara b, pero llega a la piscina con las fuerzas renovadas y más centrado que nunca. Decir eso, cuando se habla del más fiero competidor que se recuerda nadando, es tanto como hablar de espectáculo.

Nadará seguro los 100 mariposa, los 200 mariposa y el 200 estilos, tres pruebas sobre las que ha ejercido una fuerte dictadura que dura ya lustros. Es posible que también termine apuntado a algún relevo. Sí, es un programa menos cargado de lo que acostumbra, pero en este caso lo único que se puede pensar es que, con la edad, a Phelps también le ha llegado la normalidad de sus compañeros, esa que obliga a recuperarse de los grandes esfuerzos.

Bolt corriendo los 100 metros

El más rápido de siempre quiere llevarse tres oros más y reafirmar lo que todos murmuran: no ha habido atleta en la historia más grande que él. Sus carreras duran poco, pero el espectáculo que le brinda al mundo cada vez que pisa el tartán es de los que se recuerdan durante toda la vida. Ha estado lesionado, llega corto de preparación, pero es Usain Bolt, el extraterrestre. Dice que quiere batir su propio récord de 200 metros, y aunque suena a difícil, nadie en su sano juicio apostaría contra el rayo.

Competirá contra Justin Gatlin y contra Trayvon Bromell, tanto en 100 como en 200, pero su competencia real está en la historia. El jamaicano ha demostrado que, cuando él está a su nivel, ningún otro atleta puede quedarse cerca. La duda es esa, cómo de bien está.

Mo Farah esprintando en 10.000

Su control en las pruebas atléticas de larga distancia, 5.000 y 10.000 es casi tan impresionante como verle correr. Cuando el grupo llega unido, algo frecuente, el somalí nacionalizado británico amplía la zancada, se pone a volar y hace tiempos en las últimas vueltas como si lo que estuviese corriendo fuese el 1.500. Esa capacidad de sprintar cuando el resto ya solo quieren llegar a la meta es lo que le hace enorme.

Es cierto que, sobre Farah, han recaído sospechas en los últimos años. Es parte del equipo de Alberto Salazar, que ha sido acusado de prácticas escasamente limpias. Incluso la prensa ha publicado que se ha saltado controles antidopaje. Si algún día es condenado todo su historial será papel mojado, mientras tanto el aficionado debe creer.

Katie Ledecky buscando la leyenda

Sus entrenadores cuentan que Ledecky es una anomalía. Una chica tímida fuera de la piscina, de una familia acomodada que cuando se mete en el agua compite como si la vida le fuese en cada brazada. Tiene solo 19 años y ya es campeona olímpica, pero su leyenda solo tiene escrito el prólogo. Hay pruebas, como el 800, en los que las diez mejores marcas mundiales le pertenecen a ella sola. Si la normalidad existe el nombre de Ledecky se repetirá estas semanas una y otra y otra vez.

Llega en el momento de forma perfecto para un nadador, una clase de deportista al que el tiempo no suele tratar bien. Quedarse hasta tarde viendo a la nadadora es una sensación parecida a la que se podía tener con Phelps en 2008, algo grande se está fraguando y mejor será no perdérselo.

Biles, en el concurso completo

Los expertos de Sports Illustrated dicen que puede ganar seis oros olímpicos en Río de Janeiro, una cantidad a la que ninguna gimnasta femenina ha llegado nunca en la historia. No, tampoco Nadia Comaneci. Ni Larisa Latynina. Biles representa la nueva hornada de gimnastas estadounidenses, esas que han arrebatado el poder a las potencias del este y han cambiado la fisionomía de la gimnasta. Ahora es menos estilizada, más fuerte, como una estampida en la sabana.

"Es sin duda la gimnasta con más talento que he visto jamás y creo que solo ha mostrado una fracción de lo que puede hacer, es imbatible". La frase es de otra histórica, Mary Lou Retton, que fue campeona olímpica y no le encuentra límites a su compatriota.

Neymar y la final de Maracaná

El fútbol no es el deporte que mejor se adapta a los Juegos Olímpicos, pero estos son en Brasil. Y aunque el país americano ha dado deportistas de todo tipo, desde grandes nadadores hasta equipos muy sólidos de baloncesto, el fútbol es el fútbol. Esperen la final de Maracaná y la llegada de Neymar, el ídolo llamado a redimir las penas de su país en los Juegos. Porque Brasil nunca ha ganado un oro olímpico. Y eso es un socavón en el orgullo patrio.

Estará acompañado de otros jugadores de mucho nivel, como la sensación del momento, Gabriel Jesus, el hispanobrasileño Rafinha o el defensor del Paris Saint Germain Marquinhos. La responsabilidad, en todo caso, es del 10, del hombre que más márketing mueve en su país.

El balonmano francés

Hay algunos equipos, muy pocos, que revuelven el deporte hasta cambiarlo por completo. El Brasil de Pelé, el Dream Team de baloncesto, la selección cubana de voleibol femenino… en esa muy selecta lista está, sin duda, la actual selección francesa de balonmano. Ganaron los dos últimos oros olímpicos y tres de los últimos cuatro mundiales. Ese éxito continuado, casi permanente, se explica con nombres como Karabatic, Narcisse, Dinart, Sorhaindo, Omeyer o Abalo. Algunos, por la lógica de los tiempos, están cerca de ver su final en el deporte. A los grandes hay que disfrutarlos.

Algo similar a lo que se cuenta de Francia podría ser aplicado al equipo femenino de Noruega. Ellas también han impuesto un control férreo en las competiciones internacionales y son favoritas prohibitivas en su disciplina. La sorpresa de que las nórdicas no se subiesen a lo más alto del podium sería incluso más grande que la de ver caer a Francia.

Serena, en individual y dobles

Es una de las mejores tenistas de siempre y, también, una de las mejores olímpicas que se han visto. Tiene cuatro medallas de oro, tres de ellas con su hermana Venus con la que compone una pareja prácticamente imbatible. Cuando juegan juntas, y en Río de Janeiro eso volverá a suceder, ganan por encima de cualquier otro que quiera retarlas. Serena es la raqueta más poderosa, la que hizo que la potencia se impusiese a los golpes para cambiar, quizá definitivamente, un deporte. Hay tenistas grandes, pero pocos cambiaron el juego tanto como ella.

Serena está apuntada en las dos pruebas principales del tenis, no de momento en el mixto. Como pasa con otros, como Nadal o Federer, el tiempo corre en su contra. En buena lógica estos deberían ser sus últimos Juegos Olímpicos. Y no se irá de ellos sin dar todo el tenis que tiene en sus brazos.

El dúo de Ishchenko, orgullo ruso

Con la delegación rusa muy mermada por la sanción olímpica, el enorme país euroasiático necesita algunas estrellas para levantar el ánimo. Nada mejor que una deportista imbatible, un oro seguro, de las que nunca pierde. La natación sincronizada es una de las pocas disciplinas olímpicas en las que el oro parece descontado, tanto en el dúo como por equipos, y en ambos casos un nombre destaca por encima del resto. Ishchenko es la más fuerte, la más ágil y también la más elegante. Un subidón de adrenalina rodeado de agua.

Ona Carbonell, que es una de las mejores en la natación sincronizada en estos últimos años, es la primera en conceder la presea de oro para las rusas. "Lo veo difícil", contaba hace unas semanas a El Confidencial. También el deporte, preso de su subjetividad, ayuda a que sea más difícil cambiar el estatus previo.

Caster Semenya, en el 800

La historia del género y el deporte es una complicada, llena de dudas, problemas y vejaciones, como se pudo leer recientemente en un sensacional artículo del New York Times. Semenya, que previsiblemente ganará los 800 metros en atletismo, sabe mejor que nadie las penurias que puede pasar el que no es exactamente como los demás. La atleta sudafricana corre en Río, sin duda, aceptada por la ley, aunque tendrá que escuchar como deportistas como Paula Radcliffe la señalan con el dedo. "Lo de Caster no es deporte", decía la maratoniana briánica hace solo unas semanas. Poco importa. Su correr marcial, su extremada fuerza hacen de su carrera uno de los puntos calientes de estos Juegos Olímpicos.

El TAS ha decidido que los exámenes de género a los que eran sometidos las atletas ya no son aceptables. Semenya, como otras en su situación, tiene vía libre para competir.

El 200 mariposa de Michael Phelps

Serán los últimos Juegos del más grande deportista olímpico que jamás haya habido. Suma 22 medallas olímpicas y en Río aspira a, por lo menos, cuatro más. Los últimos años de Phelps han sido convulsos, la leyenda tenía una cara b, pero llega a la piscina con las fuerzas renovadas y más centrado que nunca. Decir eso, cuando se habla del más fiero competidor que se recuerda nadando, es tanto como hablar de espectáculo.

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