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El cambio de entrenador
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Javier Gómez Matallanas

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El cambio de entrenador

Mañana, pasado mañana o la semana que viene algún jugador del Atlético hará unas declaraciones del tipo: “Ahora sí que trabajamos bien” o “ahora sí que

Mañana, pasado mañana o la semana que viene algún jugador del Atlético hará unas declaraciones del tipo: “Ahora sí que trabajamos bien” o “ahora sí que hay buen ambiente”. Cíclicamente se repiten este tipo de manifestaciones cada vez que se destituye a un entrenador y llega otro. Las hemos escuchado en las últimas semanas de boca de futbolistas del Real Madrid tras el relevo de Schuster por Juande Ramos. En el Atlético no ha sucedido en los últimos dos años y medio porque en el equipo rojiblanco se optó por la paciencia y la estabilidad manteniendo a Aguirre, pero ahora seguro que, sin jugar adivino, suceden, porque así son lugares comunes, los tópicos del fútbol, que se repiten y repiten y repiten.

 

“Es más fácil echar a uno que a 25”. “Siempre se rompe la cuerda por el lado más débil”. Son topicazos cuando se produce un cambio de entrenador. Y los futbolistas salen casi siempre de rositas. Esos jugadores que afirmaban también cada semana en rueda de prensa que la solución no es echar al ‘mister’, que en privado si dudaban de que el trabajo de su técnico esté siendo el adecuado y que cuando echan al entrenador se deshacen en elogios con el sustituto.

A veces el cambio de entrenador sí es un revulsivo y un acicate para el vestuario. Otras veces no produce efecto alguno y el hundimiento que se vislumbra y que provoca el cese sigue su curso. Las exigencias y las urgencias del fútbol provocan análisis apresurados, que siempre desembocan en los lugares comunes, los tópicos del fútbol, que se repiten y repiten y repiten.

En el caso de Javier Aguirre, su despedida ha sido de las más caballerosas que se han producido en los últimos años en esos lugares comunes futboleros. Tanto por parte del club como por parte del entrenador mexicano. El “acuerdo mutuo” en el que tanto insistió Enrique Cerezo se escenificó perfectamente con la despedida conjunta en la que Aguirre demostró señorío en el siempre doloroso adiós tras un despido. Aguirre no tiró de códigos y hasta fue comprensivo con el hecho de que el Atlético le hubiera buscado sustituto antes de echarlo. Y el presidente del Atlético se esforzó en una despedida amistosa, políticamente más que correcta, en la que de nuevo tuvo que dar la cara, como hace dos años, salvando las distancias, cuando despidió a Fernando Torres, con Miguel Angel Gil Marín, consejero delegado y máximo accionista del Atlético, también fuera de España.

Dentro de unas semanas se sabrá si la destitución de Aguirre ha sido un acierto como se está comprobando que fue acertado el cese de Schuster en el Real Madrid. Dentro de unas semanas se sabrá si la llegada de Abel Resino era lo mejor para enderezar el rumbo colchonero. Si un jugador (eternos protegidos porque son los ídolos, los gladiadores del circo del siglo XXI) hace unas declaraciones del tipo: “Ahora si que defendemos bien”, el cambio habrá sido para bien del Atlético. A todo esto, nosotros, los periodistas, seguiremos siendo, como nos llamaba Passarella, ex internacional y ex seleccionador argentino, “los invencibles”, porque como decía el aguerrido defensor de la albiceleste, “nunca pierden” y los que estaban a favor del cese de Aguirre sacarán pecho si Abel triunfa y si el cambio de entrenador no funciona se atacará al nuevo porque no supo sacarlo adelante. Y viceversa. Y los jugadores se irán de rositas, mayormente.

Mañana, pasado mañana o la semana que viene algún jugador del Atlético hará unas declaraciones del tipo: “Ahora sí que trabajamos bien” o “ahora sí que hay buen ambiente”. Cíclicamente se repiten este tipo de manifestaciones cada vez que se destituye a un entrenador y llega otro. Las hemos escuchado en las últimas semanas de boca de futbolistas del Real Madrid tras el relevo de Schuster por Juande Ramos. En el Atlético no ha sucedido en los últimos dos años y medio porque en el equipo rojiblanco se optó por la paciencia y la estabilidad manteniendo a Aguirre, pero ahora seguro que, sin jugar adivino, suceden, porque así son lugares comunes, los tópicos del fútbol, que se repiten y repiten y repiten.

Abel Resino