Hecha la trampa, hecha la ley

Si ha habido escándalos de amaños de partidos en la liga italiana o la alemana, ¿por qué España iba a ser diferente? De repente, ha saltado un escándalo por un supuesto amaño en un Las Palmas-Rayo Vallecano de Segunda división y nos ha dado por pensar que si en un partido menor como este se pudo pactar un empate a cero por qué no se ha podido hacer también en encuentros en los contendientes que se juegan el ascenso o el descenso.

 

Las autoridades deportivas españolas se encuentran preocupadas desde hace varias temporadas por la posibilidad del amaño de partidos con alguna casa de apuestas de fondo. Pero en esos supuestos amaños, en los que también podría haber implicado algún árbitro, no existen pruebas salvo bastantes testimonios en forma de anécdotas a posteriori, como en el caso de las primas a terceros (por ganar y por perder).

No obstante, las autoridades deportivas españolas no han querido legislar y existe un vacío legal en España para sancionar estos amaños de partidos. Ahora que la UEFA investiga y maneja pruebas de un amaño es para dar un tirón de orejas a nuestros políticos por no haber cambiado las leyes españolas para castigar a los tramposos.

Los responsables de la Liga de Fútbol Profesional han denunciado su sospecha de que se están produciendo estos tejes manejes en sus comparecencias en el Congreso de los Diputados. El asombro de sus señorías al escuchar la posibilidad de que hubiera fraudes en partidos de Primera y Segunda división no se tradujo en que adaptasen la legislación europea a la española. Se quedó en eso, en un simple asombro, pero no movieron un dedo para legislar al respecto.

Salvando las distancias, ha sucedido algo parecido con las leyes antidopaje. Sólo cuando las instituciones deportivas internacionales han apretado a nuestro Gobierno se ha legislado con dureza y seriedad contra el doping. Ahora que parece que hay pruebas de amaños de partidos, se hará la ley para castigar a los tramposos. Por desgracia, seguimos actuando tarde, mal y nunca.