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Alerta máxima: la seguridad en el Mundial de Brasil, en entredicho
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz. Washington

Alerta máxima: la seguridad en el Mundial de Brasil, en entredicho

La RFEF ha doblado la presencia de efectivos además de contratar una empresa que velará por ellos en Curitiba. El problema llegará cuando salgan de allí

Foto: La policía militar ante el estadio de Brasilia (Reuters).
La policía militar ante el estadio de Brasilia (Reuters).

Primer día entero en Washington y la lluvia hizo acto de presencia. Torrencial, como hace un año en Miami. Pese a ello, España pudo trabajar en doble sesión sin que nada alterara el entrenamiento. Todo bajo control. Otra cosa será cuando se pise Brasil. Y es que la seguridad sigue preocupando.

Alerta. No en Estados Unidos y sí en Brasil. Para la ocasión, la Federación Española ha doblado la presencia de efectivos que acompañan al equipo en cualquier movimiento. De los dos habituales se ha pasado a cuatro, además de la contratación de una empresa privada de seguridad para la estancia en Curitiba.

La Ciudad Deportiva, residencia incluida, del Atlético Paranaense está bajo control. La instalación ya es un búnker de por sí y España la va a convertir en algo más impenetrable todavía. Lo que preocupa son los viajes, las apariciones en tierra extraña y lugares desconocidos. En esos momentos, el control deja de ser federativo y pasa a ser de FIFA.

La experiencia vivida hace un año en la Confederaciones invita a pensar en encerronas y en situaciones raras cuanto menos. Sin esclarecer el robo de Fortaleza de hace doce meses, la presencia de elementos extraños ha llevado a la Federación a poner hasta cuatro encargados de seguridad para todo este bajo control.

La idea que manejan en la concentración de la Selección, es que los jugadores no den un paso sin presencia de seguridad propia. No se confía en el dispositivo local que pueda poner FIFA, pero no tienen otro remedio que aceptarlo. No hay otra. En cuanto salgan de Curitiba, el dispositivo pasa a ser FIFA y se inician las dudas.

En Washington no hay problemas en ese sentido. El agobio de los aficionados apenas se deja sentir, pero aun así se han extremado las medidas para evitar situaciones que puedan salirse del control. Pese a ello, la Selección intenta dar normalidad a todo lo que hace. Y el ejemplo de ello lo pusieron Del Bosque y los suyos compartiendo una cerveza antes de comer en pleno hall del hotel Mandarín. Eso sí, lo hicieron tras regresar de un entrenamiento clandestino, celebrado en la más estricta intimidad. Ni prensa, ni aficionados.

Primer día entero en Washington y la lluvia hizo acto de presencia. Torrencial, como hace un año en Miami. Pese a ello, España pudo trabajar en doble sesión sin que nada alterara el entrenamiento. Todo bajo control. Otra cosa será cuando se pise Brasil. Y es que la seguridad sigue preocupando.

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