Lopera vende pero con una 'claúsula mágica'

Paco Chaparro, entrenador del Betis, cumplió a pie juntillas la promesa que hace una semana le hizo a Lopera: “Don Manué, en Villarreal ganamos. Seguro”. Dicho y hecho, se venció a los de Pellegrini, equipo que se desinfla. Victoria con sabor a gloria para los béticos y, por supuesto, del dueño del Betis, que no se quita el traje de los miedos ni a tiros. Lopera mira a Chaparro como un hambriento mira a un bocadillo de queso y es que el consejero-delegado del club de Heliópolis (su actual cargo) ha afirmado a los compradores del club que no dejará el barco hasta que el equipo no consiga salir de la zona de los peligros y tenga los pies clavados en la salvación. Luego, Dios y los dineros de los compradores dirán.

Pero si Lopera pasará a la historia del fútbol mundial será por su increíble ingenio para salir a flote y mantener el palo bético bien firme. Ha inventado la ‘cláusula mágica’. A los compradores, Castel y cía, el ‘mago del Fontanal’ les ha puesto una condición sine quanon para desprenderse de sus acciones; una cláusula muy especial, que más o menos dice así: si el Betis, cuya economía en la actualidad está saneada (al decir de Lopera), resulta vendido, los compradores deberán comprometerse a no tener déficit presupuestario durante los tres siguientes años. En caso de terminar con números rojos al final de ese período, el club regresaría a las manos de Lopera. Esa cláusula no tiene marcha atrás. Maquiavélico don Manué.

El mensaje lo han transmitido Lopera y sus más fieles allegados a los interesados en hacerse con las acciones del club heliopolitano. Por cierto, también se ha sabido que el dueño del paquete accionarial se ‘dejaría querer’ y no le haría ascos a una oferta que ligeramente supere los 72 millones de euros. Un pico.

El grupo “Por Nuestro Betis” está poniendo toda la carne en el asador para llegar con fuerza a la Junta de Accionistas del club, que se celebrará el 19 del mes en curso, lo mismo que los “abogados del Betis”.

Una del equipo verde. El portugués Ricardo jugó la última media hora de partido con un tirón. Aguantó el dolor echándole un par de narices. Se metió entre pecho y espalda el soniquete de la canción “Resistiré”, que tan machaconamente puso en los últimos días Chaparro a sus jugadores.