Lopera compra acciones y dispara contra Chaparro

Manuel Ruiz de Lopera, máximo accionista y consejero-delegado del Real Betis, se reinventa. Si antes había extendido por la piel hispánica la voz de venta de sus acciones, porque estaba harto de los aguijonazos de muchos béticos, ahora compra y compra a buen precio: 220 euros por acción. O como don Manué dice: "ocho mil duros por acción". La oposición califica este acto como "un nuevo canto al sol" de Lopera, pero éste se arremanga y asegura: "No voy a permitir que alguien arruine al Betis". Asaeteado por la Justicia, que sigue sin darle respiro, el máximo accionista se hace fuerte en su trinchera de Jabugo y disparará contra todos, incluso contra el entrenador, Paco Chaparro.

Y es que la historia de amor-odio entre consejero-delegado y entrenador, va camino de convertirse en un folletín venezolano. Lopera, llevado por la presión popular y mediática, renovó al técnico contra su voluntad y buena parte de su Consejo. Y es que el máximo accionista no perdona al Chapa que aventara el avispero (la prensa) hacia su puerta. Chaparro, según el entorno loperiano, utilizó a los medios sevillanos para presionar en la renovación, incluso asegura que filtró ciertas noticias nada favorecedoras a los intereses de don Manuel. Finalmente, éste prolongó el contrato al técnico, pero en la otra mano Lopera mantiene el mosquetón y su dedo acariciando el gatillo.

Indicios: le ha hecho saber que la tesorería del Betis anda cortita con sifón y que, a menos que venda algunas figuras (Sobis, Odonkor, Edu, Ricardo...), no habrá dispendios, pues el club heliopolitano sólo tiene seis millones de euros para fichar. Seis. Más indicios: Lopera apenas tiene contactos con el entrenador. Sólo a través de Momparlet, el director deportivo, hombre de confianza de Lopera y cuyas relaciones con Chaparro son idénticas al zorro y la gallina. Los analistas saben que el verano será abrasador para el técnico y puede ser insufrible en el otoño: con esos flacos mimbres y con que al balón le dé por no entrar. Lopera tendrá un buen escudo con el técnico; él, Chaparro, será el que se lleve las tortas.