Ángel Villar y la RFEF de sus amigos son anti sevillistas

La final de la Copa del Rey de 2010 pasará a la historia por servir de instrumento para desenmascarar el garito de la Federación de Ángel Villar y sus amigos. Definitivamente, la RFEF es el sitio de unos cuantos que se representan a sí mismos, pero jamás al fútbol español. Más que un doloroso grano, la RFEF es un insulto. Un insulto y una vergüenza para el fútbol hispánico.

Que a estas alturas de la temporada el Rey de los españoles no sepa el día que tiene que entregar la Copa (su Copa) al capitán del Atlético o del Sevilla es una ignominia. Que el Rey se encuentre desde hace meses en Palacio esperando que Villar le dé licencia para actuar no lo entendemos muy bien los españoles. Seguro que tampoco lo entienden los británicos. Segurísimo que tampoco en Senegal o en Argentina.

Ya sabe su Majestad que el evento sucederá en Barcelona, lo que ya es un avance. Ahora espera don Juan Carlos I otra llamadita de don Importante para sacar el billete un día (el 13 de Mayo) u otro (el 19).

El baile de fechas y escenarios para disputar la final de la Copa del Rey ha terminado de retratar a Ángel Villar y sus amigos. En otro país de la Unión Europea, tal torpeza le hubiese costado la cabeza al responsable y a su cúpula de patapalos.

Pero Villar, que no conoce lo que dijo San Agustín ("la razón no se sometería nunca, si no se juzgase que hay ocasiones en que debe someterse"), es el único presidente intocable de la UE, pues de eso se ha encargado el intocable número uno del mundo, Josep Blatter, que para eso es el presidente de FIFA, una de las principales multinacionales del planeta.

Villar y sus amigos han deducido que los sevillistas, además de tener aguante físico y paciencia infinita, son más ricos y pudientes que los atléticos

Villar y sus amiguetes tienen contentos a los aficionados del Sevilla. Porque el presidente de la RFEF, la federación de ellos, ha decidido que los aficionados del club de Nervión se metan en el pecho y el trasero algo más de 2.400 kilómetros para animar al equipo de su alma. Es decir, 1.200 kilómetros menos que los incondicionales del Atlético de Madrid.

Las meninges de Villar y sus amigos (en particular Jorge Pérez, secretario general de la RFEF, atlético de cuna) han deducido que los aficionados del Sevilla, además de tener aguante físico y paciencia infinita, son más ricos y pudientes que los aficionados del Atlético, pues estos se rascarán menos el bolsillo.

Anoten: un billete de avión Madrid-Barcelona-Madrid (salida el 13 de mayo y regreso al día siguiente) le costará a un socio rojiblanco 76 euros. Un aficionado/socio del Sevilla que quiera utilizar la vía aérea para desplazarse a Barcelona deberá abonar 215 euros, siempre que ande listo y tenga suerte, pues existen billetes todavía más caros.

Es el castigo que Villar y sus amigos le tenían preparado al Sevilla, por haberse negado a jugar en Madrid, en el Bernabéu el día 13. Es el peaje por ser rebelde, diría AV. Y todavía queda otra para agarrarse: el arbitraje de Mejuto.