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Xerez Club Deportivo, el milagro de Gorosito
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José Manuel García

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Xerez Club Deportivo, el milagro de Gorosito

Este fin de semana se echa el cerrojo en Primera y no recuerdo un final tan en carne viva. Por arriba, no me suena a nuevo

Foto: Xerez Club Deportivo, el milagro de Gorosito
Xerez Club Deportivo, el milagro de Gorosito

Este fin de semana se echa el cerrojo en Primera y no recuerdo un final tan en carne viva. Por arriba, no me suena a nuevo la historia (Madrid y Barça vuelven a jugarse el título al cara o cruz), pero por abajo el campo está lleno de historias. Hoy quiero escribir de una en especial, la que lleva viviendo el Xerez Club Deportivo, un equipo heroico, más modesto que nadie, pero con el orgullo de cien viriatos hirviendo.

Jerez es una ciudad con magia, una ciudad con olor rancio de las bodegas y que en días de poniente huele a mar y a tomillo de Doñana. Pero si Jerez sufre el tremendo flagelo de una tasa de paro asfixiante, al Xerez Club Deportivo lo cañonean desde todos lados: dueños poco transparentes que venden sus acciones de madrugada, una Ley Concursal que no entiende de fútbol y un Ayuntamiento que entiende menos todavía. Con diez jugadores comenzó la temporada el plantel azulino, bajo las órdenes del navarro Cuco Ciganda, y desde el inicio le pusieron al equipo rampas empinadas y Toumalets imposibles.

Con el presupuesto más bajo de la máxima categoría (18 millones frente a los más de 450 de Madrid y Barça), jugadores prestados y con sueldos mínimos, el Xerez tiró palante, directo al batacazo y con el sello de los condenados escrito en la frente. Los analistas auguraron marcas negativas, un colista merendado a las primeras de cambio y en la mano el pasaporte de equipo de Segunda una vez superada la primera vuelta.

Chapín era coto de caza de los rivales. Ahora nadie pone la mano en el fuego por el descenso del Xerez.

A mediados de enero, la barca xerecista apenas tenía arboladura y con vías de agua en popa y proa tan grandes que asustaba. Chapín era coto de caza de los rivales y fuera el equipo causaba ternura y mucha pena. Con el accionariado en manos argentinas (Federico Souza), se produjo el aterrizaje del Néstor Gorosito y su gente. 'El Pipo' llegó con los baúles rebosantes de energías e ideas. Los jugadores se pusieron en pie, las calzonas, las botas y escribieron en las camisetas “Orgullo”. Los veteranos Moreno, Bermejo, Viqueira, Redondo, Antoñito, Michel, gente de perfil humilde y piel curtida, encabezaron el pelotón. Le siguieron el resto: los Momo, Armenteros, Gioda, Aythami, Carlos Calvo, Casado, Francis, Orellana, Abel, David Prieto, Mendoza, además de Renan y Chema. Este pelotón de grumetes agarró la espada y se colocó detrás de Gorosito, un tipo convertido en aquel Espartaco de Kubrick cuya dignidad aún conmueve. El vestuario se miró al corazón y levantó la frente, convirtió Chapín en fortín y apretó el gatillo.

Hoy el Xerez sigue colista, encara en esta posición la última jornada, aunque de otra guisa. Porque hoy nadie pone la mano en el fuego por su descenso. Yo no la pongo. Yo apuesto por este campeón azul. La historia suele escribirse de mil maneras, con un millar de corazones y más de un punto suspensivo en evidencia. Pase lo que pase este domingo, el Xerez habrá escrito una bella historia, una página de oro que habla de humildad y grandeza, de héroes, espadas de capitanes y reyes sin corona. Un compendio de virtudes puestas al sol que han arrancado la sonrisa de Jerez y realizaron una obra faraónica en forma de milagro: 'el milagro de Gorosito'.

Este fin de semana se echa el cerrojo en Primera y no recuerdo un final tan en carne viva. Por arriba, no me suena a nuevo la historia (Madrid y Barça vuelven a jugarse el título al cara o cruz), pero por abajo el campo está lleno de historias. Hoy quiero escribir de una en especial, la que lleva viviendo el Xerez Club Deportivo, un equipo heroico, más modesto que nadie, pero con el orgullo de cien viriatos hirviendo.

Jerez es una ciudad con magia, una ciudad con olor rancio de las bodegas y que en días de poniente huele a mar y a tomillo de Doñana. Pero si Jerez sufre el tremendo flagelo de una tasa de paro asfixiante, al Xerez Club Deportivo lo cañonean desde todos lados: dueños poco transparentes que venden sus acciones de madrugada, una Ley Concursal que no entiende de fútbol y un Ayuntamiento que entiende menos todavía. Con diez jugadores comenzó la temporada el plantel azulino, bajo las órdenes del navarro Cuco Ciganda, y desde el inicio le pusieron al equipo rampas empinadas y Toumalets imposibles.

Con el presupuesto más bajo de la máxima categoría (18 millones frente a los más de 450 de Madrid y Barça), jugadores prestados y con sueldos mínimos, el Xerez tiró palante, directo al batacazo y con el sello de los condenados escrito en la frente. Los analistas auguraron marcas negativas, un colista merendado a las primeras de cambio y en la mano el pasaporte de equipo de Segunda una vez superada la primera vuelta.