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El Sevilla es grande contigo y por ti, Antonio Puerta
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José Manuel García

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El Sevilla es grande contigo y por ti, Antonio Puerta

Va por ti, Antonio Puerta. La Copa del Rey, la segunda en tres años, es tuya. Los compañeros de tu Sevilla del alma te la debían

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El Sevilla es grande contigo y por ti, Antonio Puerta

Va por ti, Antonio Puerta. La Copa del Rey, la segunda en tres años, es tuya. Los compañeros de tu Sevilla del alma te la debían y no han parado de luchar hasta que lo han conseguido: otra vez tu Sevilla, este Sevilla grande, campeón. Seis veces campeón. Para ello han cruzado desiertos, vadeado corrientes, ascendido picos escarpados, un millón de vicisitudes, océanos de barro y clavado espinas como estacas. Pero esta tropa de sangre roja y alma blanca ha superado la prueba y te entrega la Copa a ti, 16, para que la pasees por el Tercer Anillo y se la muestres a nuestros antepasados.

El partido ha sido enorme, de esos que te acuchillan el corazón de puro sufrimiento. Pero el Sevilla es así: duro, peleón, bravo, como los gladiadores de Roma; esa casta indómita que salen de esta parte de la Tierra, que nunca entrega el cuchillo y que, a la primera oportunidad, asesta el golpe de gracia.

Y tuvieron que ser Dieguito Capel y el niño Jesús Navas, tus compañeros en juveniles,  Sevilla Atlético y el primer equipo, los que, con dos estoconazos terribles, pusieron patas arriba Neptuno, y más de medio campo del Camp Nou, y bajaron de las nubes a un Atlético que ya escribía tebeos y gestas sin medir la fuerza del corazón de los tuyos, su orgullo.

Y este Sevilla grande que ahora prepara otro Antonio como la copa de un pino y se llama Antonio Alvarez, no es fácil de arrinconar, pues te va a la pelea desde que sale del hotel. En este Sevilla de chicos y veteranos todos ponen la carne en el asador. Desde Andrés Palop al Toto Squillaci, pasando por Escudé, por Renato, por Zokora (¿habrá recorrido kilómetros este marfileño?), el mudo Konko, o ese señor de las áreas, vergüenza torera, llamado Kanouté. O ese nuevo niño de la cantera blanca llamado Luna, que se pegó a Reyes como un caracol a la pared de mi casa.

El Atlético corrió como un etíope por las llanuras del gran Valle del Rift. Y luchó hasta el último minuto, pero no divisó, no supo, no pudo, con la agilidad de ese león sevillista llamado Jesús Navas, que dejó atrás dos veces a Domínguez, le miró a los ojos a De Gea y se la puso en el sitio más imposible. Ahí dobló las rodillas el cuadro rojiblanco. Y se quedó con la mirada perdida, escuchando el aliento de los suyos, sin comprender lo que había pasado, lo que le cayó encima: el huracán Sevilla. Un Sevilla tuyo, niño Puerta, 16, grande como tu equipo. ¡Qué grande!

Va por ti, Antonio Puerta. La Copa del Rey, la segunda en tres años, es tuya. Los compañeros de tu Sevilla del alma te la debían y no han parado de luchar hasta que lo han conseguido: otra vez tu Sevilla, este Sevilla grande, campeón. Seis veces campeón. Para ello han cruzado desiertos, vadeado corrientes, ascendido picos escarpados, un millón de vicisitudes, océanos de barro y clavado espinas como estacas. Pero esta tropa de sangre roja y alma blanca ha superado la prueba y te entrega la Copa a ti, 16, para que la pasees por el Tercer Anillo y se la muestres a nuestros antepasados.