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El Sevilla ficha a Sergio Sánchez, el futbolista de los imposibles
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José Manuel García

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El Sevilla ficha a Sergio Sánchez, el futbolista de los imposibles

El fútbol nos regala en ocasiones un talonario de buenas noticias. Yo me voy a quedar con una de ellas. La primera de ellas se refiere

Foto: El Sevilla ficha a Sergio Sánchez, el futbolista de los imposibles
El Sevilla ficha a Sergio Sánchez, el futbolista de los imposibles

El fútbol nos regala en ocasiones un talonario de buenas noticias. Yo me voy a quedar con una de ellas. La primera de ellas se refiere a un joven de apenas 24 años, que un día de diciembre de hace uno sufrió un súbito apagón de ilusiones: le obligaron a bajarse del autobús justo cuando la vida le sonreía y en sus manos guardaba un ramillete con los mejores proyectos. Me refiero a Sergio Sánchez.

Yo, que hace un porrón de años peino canas, os juro que hacía tiempo que no había visto a un futbolista encarar con tantas ilusiones su fichaje por un equipo como lo hizo Sergio Sánchez por el Sevilla. El mocetón, catalán de nacimiento y convicción y familia de esta parte del Sur, se puso la nueva camiseta con una alegría contagiosa. Su presentación fue en una popular Residencia de ancianos, muy cerca de Nervión, en San Benito, con las monjitas y los abuelos zarandeando al nuevo ídolo, cuyos ojos brillaban como dos antorchas encendidas. No había personas más felices que Sergio y los ancianos. Los astros crujían en algún lugar del Universo, pero  alguna parte del inmenso corazón del joven zaguero quedó bloqueada. Apagón sin misericordia. Desesperación. Dudas. Todos creíamos que los diablos perversos que suelen aporrear la puerta del viejo club de Nervión volvían a hacer sonar el aldabón. Todos menos Sergio Sánchez, que tiró de fe y casta que adornan a sus antepasados y llamó a la guerra contra los fantasmas y su aliada la desesperación.

Tras una operación a corazón abierto en Hamburgo, el cirujano alemán -que tuvo el corazón de Sergio en su mano- declaró que también había visto una cordillera no rota de ilusiones, un mar de olas no marchitas, inmensos prados por recorrer; que el Sergio Sánchez no podía quebrarse como futbolista, sino sufrir un ligero parón, que su vida futbolística podrá tener mayor recorrido. La fe mueve montañas. Y, ahora, a la fe y a las montañas habrá que llamarles a partir de ahora Sergio Sánchez.

El club sevillista, que esta temporada no gana para zamarreos, proclamó el martes a los cuatro vientos la buena nueva de Sergio. El futbolista, que lleva semanas trabajando con gran intensidad junto al resto de la plantilla blanca, ya podrá estar a disposición de Gregorio Manzano. Estoy seguro que el técnico celebrará alborozado esta incorporación, porque no se trata de un fichaje cualquiera: hablamos de un futbolista que se une al Sevilla desde el lugar de los imposibles, y nadie duda que  su aterrizaje aportará luz y energías donde antes hubo tinieblas.

Sergio Sánchez, que puede jugar de lateral de ambos lados, y también de zaguero central, servirá de ejemplo para otros futbolistas, y me refiero a algunos colegas, que sudan la camiseta por puro compromiso. Ahí va Sergio, como un disparo de esperanza directo al corazón de los aficionados, no solo los sevillistas. Un joven que venció a los gigantes. Con alguien así a tu lado se puede llegar muy lejos.

El fútbol nos regala en ocasiones un talonario de buenas noticias. Yo me voy a quedar con una de ellas. La primera de ellas se refiere a un joven de apenas 24 años, que un día de diciembre de hace uno sufrió un súbito apagón de ilusiones: le obligaron a bajarse del autobús justo cuando la vida le sonreía y en sus manos guardaba un ramillete con los mejores proyectos. Me refiero a Sergio Sánchez.