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Cesc y el Kun, un 'no' con tintes románticos
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José Manuel García

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Cesc y el Kun, un 'no' con tintes románticos

Pep Guardiola ha celebrado su primera rueda de prensa y en ella ha dejado bien clara cuáles son sus prioridades. Primero, un delantero; segundo, un mediocampista.

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Cesc y el Kun, un 'no' con tintes románticos

Pep Guardiola ha celebrado su primera rueda de prensa y en ella ha dejado bien clara cuáles son sus prioridades. Primero, un delantero; segundo, un mediocampista. Primero Alexis Sánchez; después, Cesc Fábregas. Y para dejar en buen escaparate los abalorios de general de fuelle y fusta, Pep desprende en su discurso unos destellos de vinagre sobre el 4 del Arsenal: “Cesc es jugador del Arsenal y tiene que hacer lo que le diga su equipo”. Guardiola es un gran jugador de ajedrez. Un maestro.

Por supuesto que Pep Guardiola sueña con ver a Cesc Fábregas luciendo la blaugrana, pero no al precio (40 millones) que el Arsenal ha situado la operación. Hace semanas, los gunners parecían dispuestos a bajar hasta los 38 millones de euros. El Barça enfrió el asunto a la espera de una nueva rebaja. El Barça sólo ofrecía 30. Cesc, que el pasado año olió la posibilidad de regresar a su tierra y observó con desazón que todos los intentos murieron en la orilla, ha pedido explicaciones al que mueve los hilos desde Londres, que es Arsene Wenger, y su mentor y padre deportivo no ha mostrado una sola mueca de duda: 40 millones.

Un mundo para lo flacas que se encuentran las arcas azulgrana, por ello le piden a Cesc “gestos”, pero el capitán gunner no es precisamente un bailarín, sino alguien que ha mamado la buena leche en las ubres del señorial club londinense y no se irá de allí incendiando el granero. O hay acuerdo entre el Arsenal y el Barcelona o, como se teme por la Massía, Cesc seguirá al otro lado del Támesis. Sigue la partida de ajedrez, siguen los movimientos del caballo, la dama y el peón. Entre golpe de reloj, un piropo de Pep Guardiola hacia Wenger, seny y gentleman, tijeras para un mismo paño. Pero bajo la mesa, vuelo de cuchillos en la jungla del fútbol.

Lo que sucede con Neymar y el Real Madrid es operación hecha. Lo del Kun Agüero, operación deshecha. En el Atlético respiran: el yerno de Diego Maradona no cruzará Madrid y, por tanto, no vestirá de blanco. En el Atlético, empero, se diseña el equipo pensando en la ausencia definitiva de Agüero.

¿Qué pasó si todo estaba arreglado en los primeros vestigios de la primavera para que el futbolista luciera la blanca en el equipo de Mourinho? ¿Qué ocurrió después de todo lo que movió Agüero en las previas de la Copa América, de todo lo que declaró, de sus guiños a la Casa Blanca, a Mou y a toda su cohorte?

La respuesta la sabe Florentino Pérez. Él y su gente más próxima. También Mou. Es más fácil tener una guerra a miles de kilómetros de distancia, que disparar contra su vecino. No era cuestión de dinero, ni de ajedrez: 40 millones no valen una guerra en el barrio. Cosas de románticos.

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Pep Guardiola ha celebrado su primera rueda de prensa y en ella ha dejado bien clara cuáles son sus prioridades. Primero, un delantero; segundo, un mediocampista. Primero Alexis Sánchez; después, Cesc Fábregas. Y para dejar en buen escaparate los abalorios de general de fuelle y fusta, Pep desprende en su discurso unos destellos de vinagre sobre el 4 del Arsenal: “Cesc es jugador del Arsenal y tiene que hacer lo que le diga su equipo”. Guardiola es un gran jugador de ajedrez. Un maestro.

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