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Barcelona, Madrid: yo no quería que el partido terminase
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José Manuel García

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Barcelona, Madrid: yo no quería que el partido terminase

Debut, dos pases magistrales, una magistral patada recibida y, bajo el sobaco, su primer título como barcelonista, Francesc Fábregas soñó un día con este día durante

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Barcelona, Madrid: yo no quería que el partido terminase

Debut, dos pases magistrales, una magistral patada recibida y, bajo el sobaco, su primer título como barcelonista, Francesc Fábregas soñó un día con este día durante muchos días en los últimos años y, por fin, se pellizcó y se percató que era de carne y hueso el sueño. Y también es de carne y hueso Leo Messi. El rey del Barça. El verdugo para el Real Madrid. (Vea las mejores imágenes de la Supercopa)

Yo no quería que el partido se terminase, os lo confieso. Ni me importó que comenzase el miércoles y finalizase bien entrado el jueves. Yo quería más fútbol, más Barça-Real Madrid, más taconazos, un chorreón de goles, dos garrafas de adrenalina, un barco entero de calidad. Puro fútbol. Yo no quería que la noche se fuera, porque los dos equipos me regalaban generosamente fútbol y yo quedé clavado al butacón, hipnotizado por culpa de Messi y los suyos, por culpa de Xabi Alonso y los suyos; un Real Madrid solidario y guerrero, que planteaba batalla muy arriba y hacía sudar a sus adversarios de azulgrana.

Yo me quedo con detalles, retazos de seda y lujo: el pase de Messi a Andrés Iniesta, y la resolución matadora y genial del que hizo campeón del mundo a España. Pero también me quedo con los dos mano a mano ganados por Iker Casillas al 10 del Barça y de Argentina. Me quedo con el taconazo virtuoso de Piqué, pase mágico, para que el Mejor disparase al corazón blanco. Me quedo con un Real Madrid de siempre, con su vergüenza torera, demostrando que también sabe bajarla al piso y llevar al adversario a su mejor terreno y disputarle cada centímetro. Magia contra magia. Río de sudores y sangre orgullosa. Que Benzemá no es un topo mudo, que sabe revertir situaciones en contra  y conecta a la perfección con Ozil, con Cristiano Ronaldo, con Di María, con Xabi, con Khedira. Que este Real Madrid no bajó nunca la mirada y se mantuvo firme hasta el final, e hizo que el mejor Barcelona de todos los tiempos mirase con angustia el reloj y pidiese la hora.

Fue un espectáculo, sin duda el mejor del mundo, una contienda luchada de minuto a minuto por los dos equipos más grandes del planeta. Con un tipo llamado Andrés, con Xavi Hernández, un general bajito que sólo conoce victorias. Con un chaval canario llamado Pedro. Pero, sobre todo, con un tipo como Messi, que levanta la cabeza, frunce el ceño y resuelve. Un pequeño saltamontes que allí abajo se hace más grande que nadie.

Debut, dos pases magistrales, una magistral patada recibida y, bajo el sobaco, su primer título como barcelonista, Francesc Fábregas soñó un día con este día durante muchos días en los últimos años y, por fin, se pellizcó y se percató que era de carne y hueso el sueño. Y también es de carne y hueso Leo Messi. El rey del Barça. El verdugo para el Real Madrid. (Vea las mejores imágenes de la Supercopa)