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En Sevilla se prepara la guerra de las televisiones y el Atlético no tiene problemas para abanderarla
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José Manuel García

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En Sevilla se prepara la guerra de las televisiones y el Atlético no tiene problemas para abanderarla

Ayer por la mañana, en la zona noble del Ramón Sánchez-Pizjuán, la casa del Sevilla FC, se dio un golpe en la mesa. Uno contra los

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En Sevilla se prepara la guerra de las televisiones y el Atlético no tiene problemas para abanderarla

Ayer por la mañana, en la zona noble del Ramón Sánchez-Pizjuán, la casa del Sevilla FC, se dio un golpe en la mesa. Uno contra los grandes. Los gigantes. Los depredadores del fútbol mundial: Real Madrid y Barcelona. La rebelión de los pequeños, la rebelión de los otros. La cabeza visible de todo el entramado es José María Del Nido, presidente del Sevilla. A ella se ha sumado el Atlético Madrid. Desnudo de compromisos con el vecino gigante, pero empujado por la ingente masa social que lo atosiga, Miguel Ángel Gil Marín está dispuesto a recoger la bandera que le ha brindado el histórico equipo del sur. El Atlético quiere liderar la guerra.

Porque esto de los derechos de televisión es una guerra sin otros aderezos. La guerra de los grandes contra los pequeños. En el sanctasantorum sevillista se van a reunir toda la mañana y hasta primera hora de la tarde (con un cátering de categoría,  que proporciona Juan Robles uno de los mejores restauradores de la zona) un número no inferior a quince presidentes de la máxima categoría. Lo que Del Nido considera un éxito. Gil Marín, que la noche del martes decía que al margen del debate sobre los derechos de televisión la “Liga requiere un cambio en su estructura”, parece dispuesto a abanderar el grupo en la inminente batalla. Después de la lluvia de varapalos recibida en los últimos años ve una oportunidad de oro para lavar su imagen ante los atléticos. El Valencia, cuyas relaciones con el Sevilla son magníficas (Manuel Llorente, en la época de vacas flacas, siempre tendió una mano a los sevillistas), escuchará opiniones y entrará de lleno en el debate.

El Sevilla y el Real Betis, enemigos irreconciliables en lo deportivo, van de la mano. Es el milagro de los panes y de los peces que ha obrado el arbitrario reparto televisivo de Jaume Roures. Ambos clubes saben que, juntos, “pueden conseguir un mundo”, según nos confesó anoche un dirigente heliopolitano. El Betis, en situación de concurso, es consciente de la oportunidad y desde el principio se ha mostrado “todo oídos” a la propuesta del avispado abogado que preside el club rival. El Málaga también parece dejar en la mochila viejas rencillas de vecino. El Granada de Enrique Pina se ha erigido en uno de los más aguerridos partidarios de plantar cara al actual reparto.

Javier Tebas, ex vicepresidente de la LFP y muñidor de las últimas actuaciones del ente que preside José Luis Astiazarán, se está moviendo con diligencia para frenar el movimiento de los insumisos de Primera. Tebas es la mano que está detrás de los concursos del Mallorca, Xerez y Rayo. El Mallorca ha dicho que no viajará a Sevilla. El móvil de Tebas, impulsor del cobro a las radios, echa humo. Hay conexión directa con Chamartín.

La batalla es dura porque los grandes reciben entre140  y 150 anuales en concepto de televisión y no parecen dispuestos a rebajar sus emolumentos en beneficio del resto. El Real Madrid se ha mostrado muy activo, con llamadas personales de Florentino Pérez a sus colegas de los otros clubes, a los que les pide que reconsideren su actitud y bajen los humos beligerantes porque el camino es largo y la sonrisa breve. El Barcelona no dice nada. Sandro Rossell escucha y calla.

Pero ayer, en la zona alfombrada de Nervión, entre café colombiano, croissants y pinchos, se cocía algo más que una pataleta. Se prepararon armas para una guerra sin cuartel donde va a caber todo incluyendo las malas artes. Seguro. Será una lucha descarnada. En vivo y en directo.

Ayer por la mañana, en la zona noble del Ramón Sánchez-Pizjuán, la casa del Sevilla FC, se dio un golpe en la mesa. Uno contra los grandes. Los gigantes. Los depredadores del fútbol mundial: Real Madrid y Barcelona. La rebelión de los pequeños, la rebelión de los otros. La cabeza visible de todo el entramado es José María Del Nido, presidente del Sevilla. A ella se ha sumado el Atlético Madrid. Desnudo de compromisos con el vecino gigante, pero empujado por la ingente masa social que lo atosiga, Miguel Ángel Gil Marín está dispuesto a recoger la bandera que le ha brindado el histórico equipo del sur. El Atlético quiere liderar la guerra.