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El Bernabéu recupera un clásico: el Betis de Pepe Mel, un equipo que huele a Barça
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José Manuel García

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El Bernabéu recupera un clásico: el Betis de Pepe Mel, un equipo que huele a Barça

Hace ya tiempo que no se da un Real Madrid-Betis, un clásico del fútbol hispánico, de los que ponen al público en pie y deja el

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El Bernabéu recupera un clásico: el Betis de Pepe Mel, un equipo que huele a Barça

Hace ya tiempo que no se da un Real Madrid-Betis, un clásico del fútbol hispánico, de los que ponen al público en pie y deja el gusto rancio de los cognacs de alta alcurnia, porque la raíz genética de uno y otro equipo se pinta de bravura. Todos van a la lucha, nadie deja prisioneros. El Real Madrid mira de frente pero el modesto Real Betis también mira a los ojos. Y aguanta la mirada.

La última vez que el Betis visitó el feudo blanco de la Castellana fue en la temporada 2008/09 y recibió un saco de goles: 6-1. Pero aquel Betis agonizaba en una de sus siete vidas, y es muy distinto a éste, igual de modesto, pero más joven y, sobre todo, con la sangre renovada. Sangre de los lobos que bajan de los riscos y chorrean un hambre voraz. El que les ha inculcado Pepe Mel, madrileño, ex madridista y bético vocacional. Mel tiene en su mesa de trabajo una frase: "Prohibido el pelotazo y la desidia". Quiere fútbol, por encima de todas las cosas, convencido que este medio tan romántico desemboca en goles y en victorias. Este Betis se deja conducir por los trazos del Barcelona, con quien se midió el pasado año en Copa y le hizo morder el polvo en la vuelta. El resultado fue lo de menos, pero Pep Guardiola suele recordar los borbotones de fútbol que desprendió este Betis y que su poderoso Barça (Messi incluido) se quedó sin balón durante muchos momentos.

La historia se viste de anécdotas de ida y vuelta. Por ejemplo, José Mourinho recordará una visita que le hizo al Betis en Heliópolis y cómo su Chelsea de Champions caía en manos de los verdiblancos. El goleador Rubén Castro, que reaparecerá este sábado en Chamartín, recuerda que el mejor gol de su carrera deportiva se lo hizo a Iker Casillas. Rubén jugaba en el equipo de su tierra, la UD Las Palmas.

A comienzos de Liga, este Betis de Pepe Mel saltó como un tigre a las primeras de cambio y se encaramó en lo alto del árbol. Ahora lleva dos derrotas consecutivas, pero su fútbol no pierde frescura. Se la garantizan jóvenes talentos, que de aquí a muy poco darán mucho que hablar. Uno de ellos se llama Álvaro Vadillo, que acaba de cumplir 17 años, y mira con descaro el presente. Confía tanto en sus fuerzas este zagalón de Puerto Real, que no le teme a nadie, ni a Marcelo ni al Real Madrid. "No somos (el Betis) un equipo pequeño y no nos vamos a encerrar. Si confiamos en nuestro estilo de juego, podemos ganar".

La alineación del equipo de Mel no deja los ojos como platos. Menudea la gente que lució brillo en otros equipos modestos y otra que bregó largo tiempo en la categoría inferior. Jugadores como el vasco Beñat, el malagueño Nacho, el almeriense Salva Sevilla o el brasileño Iriney. Todos tienen muy clara una consigna: luchar a muerte por el balón y máximo respeto por el fútbol. Este es un Real Betis (metido en plena Ley Concursal) lleno de dignidad, con un presupuesto que se acerca al del Castilla, pero que mirará de frente al millonario Real Madrid. Lo hará sin asustarse. Pondrá su fútbol en la mesa y le dirá a los blancos que este equipo ha vuelto. Eso sí, con la filosofía del otro grande.

Hace ya tiempo que no se da un Real Madrid-Betis, un clásico del fútbol hispánico, de los que ponen al público en pie y deja el gusto rancio de los cognacs de alta alcurnia, porque la raíz genética de uno y otro equipo se pinta de bravura. Todos van a la lucha, nadie deja prisioneros. El Real Madrid mira de frente pero el modesto Real Betis también mira a los ojos. Y aguanta la mirada.

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