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Levante, la última insolencia de los humildes
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José Manuel García

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Levante, la última insolencia de los humildes

Pues nada, el Levante es líder otra jornada más, líder en solitario, por encima de los dos, Real Madrid y Barcelona, que contemplan con ojos de

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Levante, la última insolencia de los humildes

Pues nada, el Levante es líder otra jornada más, líder en solitario, por encima de los dos, Real Madrid y Barcelona, que contemplan con ojos de tigre en medio de una manada de antílopes la insolencia de este grupo de viejos guerreros, que está dispuesto a plantear la última batalla. O la penúltima.

Yo me descubro ante esta gente, que hasta hace poco lucía moreno de sol en la grada, con un extenso historial de luces apagadas, sombras y desengaños. En Sevilla siguen sin creerse si el Arouna Koné del Levante que se mueve como un bailarín por el césped, siempre con el balón cosido al pie, es el mismo que solía ir con muletas por la Ciudad Deportiva. En los últimos tres años, Koné marcó un gol en partido oficial con el Sevilla. Ahora lleva tres en ocho partidos, ha dado unos cuantos a sus compañeros y ha visto cómo su fama en Europa ha subido como la espuma formando parte de la banda azulgrana. A Koné, que termina contrato con el SFC a final de este ejercicio (aunque su club de procedencia se guarda una opción para repescarlo), se le borra su perenne sonrisa cuando se le habla de regresar a Nervión.

Juanlu, el goleador del Levante, estuvo en el Betis, donde destacó por su pundonor y profesionalidad en los entrenamientos y por ser “un hábil consumidor de pipas”, mientras veía desde la grada los partidos del club verdiblanco. Otro ex bético como Nano jugó un solo partido en su último año en el club de las rayas verdiblancas. El año pasado, ya de azulgrana, jugó más de treinta. Nano, con 31 años, es el “niño”, el más joven en una defensa de más de 35 años. Juanfran tiene esa edad, Javi Venta, uno más, pero el jefe, el amo de este peculiar y fructífero cortijo del fútbol, se llama Sergio Ballesteros, también con 36 años, un tipo de los duros, que nunca está de vuelta de nada y conmueve por su profesionalidad y sus ansias de juvenil.

El historial de todos está marcado de cicatrices, tarjetas y cheques sin fondo. No son multimillonarios, pero en el Levante, con la experiencia de la Ley Concursal, todos cobran. Y, lo más importante, han recobrado la sonrisa y el hambre por triunfar. Barkero, que compartió gloria y título mundial en Nigeria con gente como Iker Casillas, Xavi Hernández o Marchena, parecía que iba a comerse el mundo desde su Real Sociedad, pero se quedó en las cunetas de Segunda, masticando mucho polvo, aunque dejando muescas de clase en el Numancia o Albacete.

Esta noche se jugaba el liderato, y la Real andaba poniendo las castañas a hervir, y a punto estuvo de conseguirlo, pero en el último segundo, un tipo fornido y corto de estatura, pidió lanzar la última falta, tomó carrerilla y clavó un obús. Al chileno Bravo sólo le dio tiempo de ver un fogonazo. El que lanzó Rubén Suárez, que le pega con la zurda como el padre que lo parió: Cundi.

El cuadro granota, que con mimo adiestra Juan Ignacio Martínez, sólo vive al día, y lo disfruta como si fuera el último, el mejor. Todos saben qué hacer y nadie pisa un charco, tampoco nadie sueña con Hollywood. Eso queda para los grandes, los que acechan detrás y comienzan a poner distancia con respecto al cuarto, el Valencia. Todos saben que en enero ya habrá una distancia imposible entre los saurios y el resto. Pero de momento aguantan el baile del Levante, el humilde insolente.

Pues nada, el Levante es líder otra jornada más, líder en solitario, por encima de los dos, Real Madrid y Barcelona, que contemplan con ojos de tigre en medio de una manada de antílopes la insolencia de este grupo de viejos guerreros, que está dispuesto a plantear la última batalla. O la penúltima.

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