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Más que el Balón de oro, Messi tiene entre ceja y ceja la cita del Bernabéu
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José Manuel García

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Más que el Balón de oro, Messi tiene entre ceja y ceja la cita del Bernabéu

Cuando algún medio tuvo el atrevimiento de colocar la etiqueta de jugador en crisis a Leo Messi, éste no movió un músculo de su rostro. Dos

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Más que el Balón de oro, Messi tiene entre ceja y ceja la cita del Bernabéu

Cuando algún medio tuvo el atrevimiento de colocar la etiqueta de jugador en crisis a Leo Messi, éste no movió un músculo de su rostro. Dos partidos seguidos sin olisquear las redes, sufriendo marcajes de lobos hambrientos de las defensas y hachazos carniceros, y muchos pensando que esta Pulga de gesto inalterable olía a humano. El mítico Jorge Griffa, rosarino como Leo, sonreía bonachón, lo mismo que Pep Guardiola. “La noticia de portada es que Messi no marca goles”.  Pero el genio impasible siguió entrenándose y divirtiéndose a costa de hacer caños a los grandotes del Barça, y a Dani Alves, un lateral que se las gasta en firme.

A la tercera, como en el arreón final de la conquista de El Álamo, fue la vencida: llegó el Mallorca de Joaquín Caparrós, Leo ajustó el visor y disparó tres veces. Tres goles. Embarcó con el equipo a Praga para zanjar las dudas de la Champions, le hizo otros tres al Viktoria checo y se puso a tiro del legendario César que lleva 235. El diez azulgrana suma 202 y nadie duda que en junio superará al divino calvo.

Ahora el reto inmediato es igualar la marca de Michel Platini en la consecución del Balón de oro. El francés consiguió tres seguidos luciendo la camiseta de la Juventus. Los analistas piensan que Leo, aunque humano, subirá este año de nuevo al estrado para recoger 'su' galardón. Lo creen también sus compañeros en el Barça que acompañarán al 'Divo' en la gran noche.

Su gran rival es Cristiano Ronaldo. El portugués, que ya vio una vez a Leo un peldaño más abajo, sabe que ahora los vientos no le soplan favorables. CR7 se prepara para otro evento mucho más trascendente: el 10-D, cuando los azulgrana rindan visita liguera a Madrid. El Santiago Bernabéu inspira a Messi que aguza como nunca su olfato, ajusta la mirilla y ensarta con su aguja diabólica las redes de Casillas.

José Mourinho lleva tiempo esperando el día D, en su sala de máquinas engrasa los motores y cuida con mimo a su mejor gente. Primero fue Kaká, luego Casillas, después Marcelo, por ahí pasó también Xabi Alonso, su mariscal de campo, y uno de sus mejores solistas; el último Cristiano. Uno por uno el técnico ha visto con plena satisfacción que los suyos han asimilado muy bien la letra menuda de sus teorías. El principal, CR7. La máquina.

Mourinho sabe bien que esa noche el Real Madrid debe ser el equipo perfecto. Una fábrica de hacer fútbol capaz de romper los esquemas de Pep Guardiola y dejar la muralla azulgrana como terrones de azúcar. Dejar a cero a Messi es el gran desafío de Mou. El sueño blanco. Pero también es el reto de Leo. Casi más que el tercer Balón de oro.

Cuando algún medio tuvo el atrevimiento de colocar la etiqueta de jugador en crisis a Leo Messi, éste no movió un músculo de su rostro. Dos partidos seguidos sin olisquear las redes, sufriendo marcajes de lobos hambrientos de las defensas y hachazos carniceros, y muchos pensando que esta Pulga de gesto inalterable olía a humano. El mítico Jorge Griffa, rosarino como Leo, sonreía bonachón, lo mismo que Pep Guardiola. “La noticia de portada es que Messi no marca goles”.  Pero el genio impasible siguió entrenándose y divirtiéndose a costa de hacer caños a los grandotes del Barça, y a Dani Alves, un lateral que se las gasta en firme.

Leo Messi