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El Real Madrid llega mejor que el Barcelona al partido donde todos se hacen de oro
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José Manuel García

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El Real Madrid llega mejor que el Barcelona al partido donde todos se hacen de oro

Esta semana, y la que viene también, es la temporada alta; esa en la que los medios deportivos y los generalistas de este país tan castigado

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El Real Madrid llega mejor que el Barcelona al partido donde todos se hacen de oro

Esta semana, y la que viene también, es la temporada alta; esa en la que los medios deportivos y los generalistas de este país tan castigado aprovechan para hacer caja. Se nos viene el Real Madrid-Barcelona, cargadito de anécdotas, emociones, disgustos, alegrías y dinero. Mucho dinero. El mundo está pendiente del partido del sábado. En Inglaterra no se habla de un choque a muerte entre los Manchester. En Alemania pasó el Bayer-Dortmund con una tristeza sobrecogedora. En Italia, la Juventus se asoma arriba pero  las visitas de la 'vecchia signora' sólo alegran a esa legión del 51% de los italianos que adoran los colores 'bioconeri' del equipo turinés. En Inglaterra, Alemania e Italia, además de Sudamérica, Sudáfrica y, por  supuesto, China (ay, China…) andan con el corazón hirviendo de pura expectación. Allí alguien hará caja con los tacos de Xavi Hernández y los recortes de Özil.

Los números sobrecogen. Más de mil millones de personas se sentarán en torno al televisor para ver el Clásico. Es lo que hay. Lo que se paga. Se hacen de oro los protagonistas, las operadoras y hasta el que tiene que repartir los bocadillos. Márketing.  Merchandising. O lo que sea: dinero. 'Parné'.

Porque un Real Madrid-Barcelona ya es pura cultura en el globo terráqueo. En Argentina, México y Colombia conocen el DNI de Cristiano Ronaldo, su lugar de nacimiento. Pero también es mérito que en Watford (Inglaterra) sepan desde hace tiempo que Xabi Alonso es el comandante de campo de este apabullante Real Madrid. Lo que no saben, porque es secreto de Estado, es quien jugará arriba: Karim BenzemaHiguaín o, como ocurriera una vez, ninguno porque a Mourinho le diera por dejar a los dos con la boca abierta en el banquillo.

Conozco a un director de un medio deportivo que en los últimos tiempos reza a todo lo que se mueve, siendo el amigo más ateo que una piedra en el desierto. Pero una victoria del Real Madrid ante su eterno, aunque necesario, rival sacará de los agobios al contable del medio. Una victoria de los de Mou no sólo alegrará a los madridistas de a pie: dará un empujón al negocio de la acera distinta a la azulgrana que lleva floreciente unos cuantos años y lo que le puede quedar.

Los números y los analistas aseguran que el equipo que prepara Mourinho va redondo: o sea, que llega al sábado como la máquina de Sebastian Vettel, rugiendo y devorando asfalto. Con hambre de Barça. Y mucho más, cuando se percataron que el equipo de Pep Guardiola es humano, se equivoca, falla goles, patea al aire y no engaña a los porteros. Ese cúmulo de despropósitos, tan de ciudadano de a pie, lleva merodeando el tejadillo del genio Leo Messi según se ha visto. El argentino sigue siendo el mejor pero lo que lo hace grande, maravilloso y sublime es que es persona. Eructa.

Seguro que este sábado el libro de los records volverá a romperse. Una entrada podrá costar mil euros. Un metro en cualquier palco VIP, un ascenso a director general. El ganador del choque olerá a gloria y el perdedor tendrá ganas de esconderse en el centro del planeta Tierra. Los que saben dicen que el Real Madrid anda mucho mejor que el Barça. Los nervios jugarán su partido. El que los controle ganará, el que se desate, terminará llorando. O tuerto. Qué más da. El partido de los partidos huele a negocio. Y a fútbol.

Esta semana, y la que viene también, es la temporada alta; esa en la que los medios deportivos y los generalistas de este país tan castigado aprovechan para hacer caja. Se nos viene el Real Madrid-Barcelona, cargadito de anécdotas, emociones, disgustos, alegrías y dinero. Mucho dinero. El mundo está pendiente del partido del sábado. En Inglaterra no se habla de un choque a muerte entre los Manchester. En Alemania pasó el Bayer-Dortmund con una tristeza sobrecogedora. En Italia, la Juventus se asoma arriba pero  las visitas de la 'vecchia signora' sólo alegran a esa legión del 51% de los italianos que adoran los colores 'bioconeri' del equipo turinés. En Inglaterra, Alemania e Italia, además de Sudamérica, Sudáfrica y, por  supuesto, China (ay, China…) andan con el corazón hirviendo de pura expectación. Allí alguien hará caja con los tacos de Xavi Hernández y los recortes de Özil.