Negredo, en la órbita del Atlético y Borussia Dortmund, será una de las estrellas del verano

El final del curso futbolístico nos traerá un montón de luces y de sombras, un sinfín de nombres nuevos crujirán como la madera seca en el oído del aficionado. Pese a que el fútbol hispánico, salvo Real Madrid y Barcelona, anda rozando la bancarrota y cuando le hablan de números tiembla como el palo húmedo de una cucaña, el verano registrará un movimiento sísmico con muchos nombres y muy pocas preguntas. Entre el ramillete de apellidos que retumbará en los oídos de todos, uno les sonará como el estribillo de una canción de verano: Negredo.

Quédense con el nombre y luego digan. Álvaro Negredo, con diecisiete goles en Liga, es el máximo artillero nacional, internacional fijo con Vicente Del Bosque y, con Jesús Navas, figura indiscutible del Sevilla. Pero el Sevilla que preside José María Del Nido no es de esos equipos que se enganchan a los nombres y al corazón; por el contrario, el club nervionense suele hacer encajes de bolillos en las operaciones de enjundia y obtener grandes beneficios. Negredo, en plena recesión, es una joya que en la planta noble del Sevilla miman para que luzca espléndida en el mercado veraniego.

En el Atlético gusta sobremanera el jugador de Vallecas. Y a Diego Pablo Simeone, su entrenador, también le place las maneras del goleador sevillista. El Cholo sabe que este verano el Tigre Falcao rugirá lejos del Calderón. Porque el Atlético no posee el cien por cien de los derechos sobre el genial artillero colombiano  y todavía debe una importante cantidad de dinero al Oporto, equipo que lo vendió al club rojiblanco. De los cincuenta millones que se reciba de la venta de Falcao, el Atlético tendrá que hacer cuentas con sus socios en la operación (el intermediario Jorge Mendes, en nombre de un fondo de inversiones), así como saldar deudas con distintos proveedores. Con el sobrante, el Atlético deberá acometer el fichaje de un goleador top ten: el uruguayo Luis Suárez (del Liverpool) ha asegurado que sólo va a España a jugar al Real Madrid o al Barça. El bosnio Dzeko, del Manchester City, es otra pieza que gusta al entorno de Simeone. Jackson Martínez, internacional colombiano del Oporto, es otra de las estrellas en el punto de mira rojiblanco. Pero el club del norte de Portugal vende muy caro y no quiere oír del Atlético hasta que no salde su deuda. Por ello, la pieza que menos aristas ofrece se llama Álvaro Negredo. Veinte millones, dice Del Nido que es su precio.

El presidente del club del barrio sevillano de Nervión se frota las manos ante la operación, que ayudaría a la entidad a cuadrar las cuentas y, de paso, dará alas al equipo de Monchi (director deportivo), experto en fichajes de jóvenes desconocidos que apuntan a estrellas para que olisquee algún comodín en el planeta fútbol. El campo sevillista de un tiempo a esta parte se ha convertido en un auténtico zoco internacional de fútbol. Cada quince días no menos de doce ojeadores (scooters) de las potencias del fútbol europeo se dan cita en el Ramón Sánchez Pizjuán para, books en ristre, estudiar minuciosamente los movimientos de los valores más determinantes del club blanco.

Negredo es una de las piezas más analizadas y valoradas. Al Atlético le ha salido un competidor de fuste en la caza y captura de Negredo: el Borussia Dortmund. El club alemán busca recambio de garantías para sustituir la temporada próxima a una de sus estrellas: Lewandowski.  El agente del internacional polaco parece haber llegado a un acuerdo con el Bayern Munich y ha instado a los dirigentes del Dortmund a negociar el traspaso una vez finalice la temporada. El club de Pep Guardiola, a su vez, se deshará de Mario Gómez y puede que también del peruano Claudio Pizarro y reclama a Lewandowski para ser uno de los que abanderen el ambicioso proyecto que capitaneará el ex entrenador del Barça.

Los movimientos de cara al verano serán intensos. Los clubes ya están inmersos y rugen como bólidos en la parrilla de salida. Los que más ruido harán serán los dos mastodontes. Pero en la zona de los menos pudientes se escucharán crujidos… de huesos, de bolsillos y de dientes.