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A Alonso, un ser humano 'hecho a ordenador', no se le puede escapar el título esta vez
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Andy Soucek

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A Alonso, un ser humano 'hecho a ordenador', no se le puede escapar el título esta vez

Puedo imaginar lo que se le pasa a un piloto por la cabeza cuando se juega un título que, salvando las distancias, es de vital importancia

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A Alonso, un ser humano 'hecho a ordenador', no se le puede escapar el título esta vez

Puedo imaginar lo que se le pasa a un piloto por la cabeza cuando se juega un título que, salvando las distancias, es de vital importancia para su vida, su futuro y su historia. Lamentablemente, nunca se suele recordar al segundo clasificado, de ahí el dicho de que el segundo es el primero de los perdedores. Eso no le gusta a nadie, y menos a un animal tan competitivo como Fernando Alonso. El asturiano está a seis puntos del líder Sebastian Vettel restando cuatro carreras para el final y no querrá que le pase como en 2010.

La mente de Fernando debe estar en plena ebullición pensando en todo lo que podría haber conseguido durante estos años en Fórmula 1 y lo que se le puede escapar una temporada más. El deportista de élite sabe que tiene una vida profesional limitada y que todo lo que no consiga cuando se le presenta la oportunidad, es un fracaso. Alonso podría estar haciendo historia, igualando records y batiendo al mismísimo Michael Schumacher, pero no termina de tener la suerte (o el coche) a su favor desde que fichó por Ferrari.

Ganar una carrera es complicado, pero una vez conseguida, la satisfacción es momentánea ya que en seguida tienes la cabeza puesta en la siguiente. Ganar un Mundial, en cambio, significa que has sido el mejor durante un año entero, que has ganado una corona de lo más deseada y supone el colofón y premio a muchísimo trabajo, esfuerzo y sacrificio. Además, para los más egocéntricos, significa plasmar tu nombre aparece con letras de oro en la historia de este deporte.

Representa una gran marca de coches, un banco, un país…

Más allá de los cálculos, puntos y estrategias que tiene en su cabeza para alcanzar su objetivo, la presión a la que está sometido un deportista como Fernando es indescriptible. Salir a un circuito de carreras con un Fórmula 1, representando a la marca más importante de coches de la historia, a uno de los bancos mas importantes del Mundo y teniendo un país entero detrás empujando y animando para que ganes, tiene que ser, al menos, agobiante. Si, además, eres consciente de que no tienes el mejor coche de la parrilla ni de lejos, debes tener en tu mente una bomba de relojería.

Para asimilar algo así, Fernando tiene que tener la cabeza perfectamente asentada, asumir mucho valor y conducir con mucha sangre fría. Estos valores no le faltan y cada vez que se pone el casco se transforma en un ser de otra dimensión, un ser humano ‘hecho a ordenador’ que no comete errores y es capaz de repetir sus tiempos una y otra vez a la décima.

En el momento en que un piloto tiene la menor duda o inseguridad, corre el gran riesgo de chocarse o cometer algún error, porque nunca puedes titubear en un Fórmula 1 a 300km/h.

Cada carrera como si se tratara del estreno

Si estuviera en la piel de Fernando, afrontaría cada carrera como si la temporada acabase de comenzar, intentando plantar cara al Red Bull de Vettel e intentando recortar puntos, sin pensar en más metas porque, desgraciadamente para él no puede hacer más allá de lo que le permite su F2012. En este sentido, Ferrari tiene que dar el do de pecho ofreciéndole al asturiano lo que se merece, un coche al menos igual de rápido que el RB8.

Al fin y al cabo, la F1 no es un campeonato de pilotos, es un campeonato de equipos, de ingenieros.  Y, en este caso, la mítica Scuderia, alegando tener problemas con los datos del túnel de viento, ha sido eclipsada por un equipo que lleva en el Gran Circo desde 2005. Fernando es el único que puede dar la vuelta a la tortilla y cambiar la realidad en ficción.

A otra escala, durante mi trayectoria deportiva he tenido la suerte de poder jugarme dos campeonatos muy importantes durante la última carrera, casualmente en el circuito de Montmeló. En el primero -la F3 española-, salí airoso y gané, pero en un año después -World Series-, a pesar de liderar la clasificación hasta la última carrera, tuve que retirarme y perdí. Una de cal y otra de arena, porque el destino y la suerte son muy caprichosos. Quizás esta vez Alonso reciba la de cal.

Puedo imaginar lo que se le pasa a un piloto por la cabeza cuando se juega un título que, salvando las distancias, es de vital importancia para su vida, su futuro y su historia. Lamentablemente, nunca se suele recordar al segundo clasificado, de ahí el dicho de que el segundo es el primero de los perdedores. Eso no le gusta a nadie, y menos a un animal tan competitivo como Fernando Alonso. El asturiano está a seis puntos del líder Sebastian Vettel restando cuatro carreras para el final y no querrá que le pase como en 2010.

Fernando Alonso