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Casillas-Xavi: ni veinte Mourinhos podrían separar lo que unió España
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Paco Grande

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Casillas-Xavi: ni veinte Mourinhos podrían separar lo que unió España

La final del Campeonato de Europa que la Sub 17 disputa este sábado en Bakú sirve para que las categorías inferiores de España vuelvan a demostrar la importancia que tienen

Foto: Xavi y Casillas, durante un descanso de la Selección en el Mundial de Brasil. (EFE)
Xavi y Casillas, durante un descanso de la Selección en el Mundial de Brasil. (EFE)

"Paco, que te vas a Nigeria; ve vacunándote, ponte en marcha”. Esto fue lo que me dijo un día José Ángel de la Casa en la sexta planta de Torrespaña. No era entonces, ni ahora, un experto en fútbol de categorías inferiores, aunque sí un apasionado, y la posibilidad de ir a trabajar al Mundial sub 20 de Nigeria era como para tomársela muy en serio. No había terminado el jefe de comunicármelo y ya estaba yo en la puerta, camino del Centro de Vacunación. Nigeria ya debía haber sido sede del Mundial de esta categoría en 1995, pero el cólera y la inseguridad del país, forzaron a la FIFA a llevarlo a Qatar. Cuatro años después, había llegado la hora de la verdad para que el mundial del 99 se pusiera en marcha, en el país africano.

Se acaban de cumplir 17 años de aquel mundial ganado por España y ahora que la sub17 se ha clasificado para la final del Campeonato de Europa de la categoría, que se juega este sábado en Bakú a las 18:00 horas, La Sexta, me vienen a la cabeza imágenes de aquellos tiempos y de otros que, a la larga, tanto significaron para nuestro fútbol. Primero, porque España vuelve a una final después de un tiempo en el que sus selecciones inferiores han estado lejos de los triunfos de épocas pasadas. Segundo, porque es contra Portugal, viejo y querido enemigo. Y, tercero, porque cualquier cita europea o mundial de selecciones sub no es un acontecimiento cualquiera. Para mí, es el auténtico baremo de futuro del fútbol de un país.

En el verano del 91 saludaba a Juan Santisteban poco antes de comentar la final del Mundial Sub17 en el estadio Artemio Franchi, de Florencia, y el seleccionador me decía: “¡Ay, Paquito, estos chicos de Ghana no tienen 17 años, son hombres de 21 o más! ¿Qué vamos a hacer? Se nota mucho, hijo. No sé qué va a pasar”. Pasó que España, con Robaina, Gálvez, Sandro y Dani García Lara como jugadores destacados, perdió 1-0 y Santisteban tenía razón, pues años después las selecciones africanas y la propia FIFA reconocieron haber cometido fraude con las edades de los jugadores. Una más de la FIFA…

Una situación parecida a la vivida en la final de la I Meridian Cup Sub 17 de Lisboa, disputada entre España y Nigeria. En aquel partido, el técnico español Teodoro Nieto tenía los mismos temores que Santisteban en Florencia. Sin embargo, cuando le saludé un par de horas antes del partido, me habló con emoción y brillo en los ojos de un “chavalito” que había debutado con la sub 17 en aquella competición. Se llamaba Xavi, Xavi Hernández. Puede que no lo parezca y aunque me preparo bastante cada uno de mis trabajos, no tenía ni idea de quién era aquel chico, aunque si 'El Sargento de Hierro, como era conocido Nieto, me hablaba de él, habría que estar atento. Teodoro siempre tuvo ojo fino para los buenos futbolistas y años antes ya había descubierto a otro súper clase: Iván de la Peña.

España perdió ante Nigeria por 3-2. El FC Barcelona se fijó en Simao Sabrosa, la joven estrella de Portugal y en dos jugadores nigerianos Okunowo y Bagangida. Supongo que conocían de sobra a su jugador, pero yo no. No había visto nunca un futbolista que fuera capaz de mandar en un partido de aquella manera. Pese a la diferencia física de los nigerianos, era Xavi quien decía cómo, de qué manera, de qué forma jugaba su equipo. Y todo con suma sencillez. No hace falta entrar en más detalles porque su juego ya es conocido, pero yo había quedado maravillado con aquel pequeño futbolista.

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Aún no acierto a explicarme por qué, pero bajé como loco a los vestuarios a recoger impresiones del equipo y, sobre todo, a hablar con Xavi llevado por un impulso irrefrenable. Creo que si no lo hubiera hecho, hubiera explotado allí mismo. Le saludé, me presenté y le dije “Xavi, una pena que hayáis perdido, pero permíteme que te felicite, me gusta mucho cómo juegas”. “Pues muchas gracias”, me respondió con amabilidad. Quizá pensó que era un pelota o un loco. A mí, me resultó imposible no decirle algo aquel día.

Xavi fue convocado por Iñaki Sáez para el Mundial de Nigeria 99 y yo era uno más de aquel grupo porque TVE y la RFEF así lo habían acordado para velar por la seguridad de todos. Vestía como ellos y seguía la misma rutina de asistencia a entrenamientos, comidas y concentración. Una gran experiencia que ya había vivido más o menos en Qatar 95 gracias a Andoni Goikoetxea. Pero lo de Nigeria fue mucho más intenso. Xavi era 'Pelopo' por un curioso peinado que lució con el pelo engominado y la raya en medio de la cabeza. Con peinado o sin él, fue el mejor jugador del mundial, aunque la FIFA quería quedar bien con África y el trofeo de mejor jugador se lo dieron a Keita, luego compañero suyo en el FC Barcelona. La FIFA y sus politiqueos...

Fue allí donde Iker Casillas y Xavi sellaron su amistad, por lo mucho que vivieron juntos en el seno del aquel grupo. El fútbol de categorías inferiores crea lazos tan fuertes entre los jugadores, que ni veinte Mourinhos hubieran conseguido separar a estos dos amigos cuando pasó lo que pasó entre futbolistas del Madrid y del Barça. Iker no era el portero titular de aquella selección. Para Sáez, era Dani Aranzubía, principalmente por su saque larguísimo, aunque con criterio salomónico, Iñaki decidió que Aranzubía y Casillas jugaran un partido cada uno. Iker detuvo el penalti decisivo en el partido ante Ghana, como ya lo había hecho antes en la final del Europeo Sub 16 en Alemania ante Austria, y eso permitió a España plantarse en la final y derrotar a Japón. Qué curioso que aquellos jugadores acabaran ganando un Mundial que querían perder desde el primer día, asustados por las condiciones del hotel y de la ciudad de Calabar, donde les tocó jugar los primeros encuentros.

Como miembro de aquella expedición, yo vivía entre dos realidades. De un lado, la de los jugadores españoles en la burbuja de su hotel. Es verdad que no había teteras de oro como en Qatar 95, pero sí comida abundante y mucho confort en las habitaciones. Y de otro, las calles de Calabar, Kaduna o Port Harcourt, entre gente siempre sonriente que te invitaba a sus casas para compartir una botella de Coca Cola que tenían en una nevera vieja... y vacía. Recorriendo en moto-taxi las calles de Calabar veías gente durmiendo en las copas de los árboles a todas horas (por el calor) o sujetos apaleados por la policía por haberse saltado un semáforo o disparos y tiros en una manifestación cercana al hotel de la selección en Port Harcourt.

En el campo de entrenamiento, había chicos preparando un Mundial, mezclados con chavales que jugaban al fútbol descalzos en medio del barro, los escombros o las basuras. Imposible resistirse a contar todo aquello y a romper el protocolo del grupo para ir a rodar por ahí, a buscar historias; como cuando les llevamos a ver cocodrilos comiendo carne en Kaduna (Ciudad de Cocodrilos). Unas inquietudes no siempre bien entendidas por uno de los técnicos del equipo, que me insistió en que estaba muy bien todo eso de los reportajes que hacía y tal, pero que no podía llegar tarde a las comidas, porque daba mal ejemplo a los jugadores. ¡Vaya, qué decepción!

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Estoy convencido de que cuando Iker y Xavi, ya convertidos en líderes de la selección absoluta, fueron a jugar el mundial de Suráfrica, recordaron aquellos tiempos de Nigeria, que tanto les enseñaron en lo deportivo y en lo humano. Y por todo esto, ahora que la Sub 17 se ha plantado otra vez en una final, conviene reforzar el apoyo y el interés por estas selecciones. Por el trabajo de los técnicos de las territoriales buscando nuevos talentos; por el método de la Federación desarrollado en aquellos días de opulencia. Por lo que estos equipos suponen de formación personal para los deportistas. No hay mejor convivencia entre técnicos, periodistas y futbolistas que en estas categorías. Luego todo se rompe, como recientemente ha dicho Juan Mata, pero algo queda en el interior de cada uno de ellos que no lo borrará nadie. Más fuerte que la mercadotecnia actual del fútbol, que los tatuajes, que los cortes de pelo hypsters, ahora tan de moda. Son los valores de grupo, de equipo, son los valores auténticos del deporte. Se puede odiar o querer al fútbol moderno, pero es imposible resistirse al encanto que suscitan estas categorías. Hasta que poco tiempo después, el mercado rompe con toda la poesía futbolera.

Tres equipos españoles han jugado o jugarán las dos finales europeas y es sin duda un gran éxito de estos tres clubes. Pero, para mí, son las selecciones (las inferiores y la absoluta) las que dan la medida real de nuestro fútbol. Sin que haya un equipo de fútbol español en los Juegos de Río, es este Europeo Sub 17 el que nos permite indagar de nuevo, qué talentos tenemos para el futuro. Y luego, a la vuelta de la esquina, la Eurocopa de Francia. Ahí comprobaremos a qué nivel estamos. Si olvidamos para siempre el batacazo de Brasil o entramos de cabeza en la segunda estación de la “transición dulce” (y dolorosa) que definió Vicente del Bosque. Sea lo uno o lo otro, confiar, apoyar y trabajar con los jóvenes talentos de las selecciones inferiores, es la única garantía de salir airoso de las transiciones. Dulces o amargas. Ojalá que este Europeo Sub 17 de Azerbaiyán haya sido el comienzo de otra época gloriosa del fútbol juvenil de selecciones y que veamos crecer a nuevos talentos. Antes o después, llegarán. Estoy seguro.

"Paco, que te vas a Nigeria; ve vacunándote, ponte en marcha”. Esto fue lo que me dijo un día José Ángel de la Casa en la sexta planta de Torrespaña. No era entonces, ni ahora, un experto en fútbol de categorías inferiores, aunque sí un apasionado, y la posibilidad de ir a trabajar al Mundial sub 20 de Nigeria era como para tomársela muy en serio. No había terminado el jefe de comunicármelo y ya estaba yo en la puerta, camino del Centro de Vacunación. Nigeria ya debía haber sido sede del Mundial de esta categoría en 1995, pero el cólera y la inseguridad del país, forzaron a la FIFA a llevarlo a Qatar. Cuatro años después, había llegado la hora de la verdad para que el mundial del 99 se pusiera en marcha, en el país africano.

Xavi Hernández Iker Casillas Real Federación Española de Fútbol Nigeria