Tribuna
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La falacia de las cifras aplicadas al fútbol y descontextualizadas del juego
Tratar de encasillar el desarrollo del juego en números y tantos por ciento es como pretender evaluar el grado de inteligencia de una persona mediante los kilos que pesa y los centímetros que mide
Quienes tienen una adecuada formación académica y federativa como técnicos deportivos conocen las diversas clasificaciones de las especialidades deportivas. En lo referente al fútbol, saben que es un deporte acíclico y de habilidades abiertas. Acíclico porque las acciones de los jugadores no son una sucesión de gestos iguales y repetidos, sino todo lo contrario. De habilidades abiertas porque ante cada situación existe un alto grado de incertidumbre. Añado yo: el fútbol es mucho más abierto que el baloncesto o el balonmano, por ejemplo, porque en fútbol no hay posesión individual de balón, no se puede “coger” con los pies. En consecuencia, analizar el juego de un equipo de fútbol a través de números y tantos por ciento es una quimera, o sea, se propone como posible o verdadero, no siéndolo. Tampoco puede analizarse el desarrollo de una jugada con una imagen estática por muchas flechitas y circulitos que dibujemos sobre ella.
Programas como Amisco, Nac Sport, Er1c, Sports Code, Prozone y Media Coach sirven para extraer bastantes conclusiones porque muestran secuencias completas de movimientos. Sin embargo, los datos cuantitativos aislados extraídos de un programa informático pueden servir para la estadística, pero no para sacar conclusiones tácticas ni aplicaciones a la metodología de entrenamiento. El análisis futbolístico de cualquier partido tiene que basarse en la observación del desarrollo completo de las jugadas y en la cohesión que se produce entre ellas, bien durante el juego o bien visualizando la grabación correspondiente. Lo válido es la evaluación del dónde, el cómo, el porqué y el para qué de las acciones individuales y colectivas sobre el terreno de juego, y no unos datos cuantitativos que no expresan la forma en que se han desarrollado.
Un equipo (A) que hace cincuenta pases cerca del área rival, los hace en corto o paralelos o hacia atrás (sin profundizar), y no falla ninguno: efectividad cien por cien según los datos cuantitativos. Otro equipo (B), también cerca del área rival, hace otros cincuenta pases, pero veinte de ellos los hace en profundidad hacia el desmarque de un delantero cerca de la portería rival para buscar un gol, y de estos veinte pases falla diez porque los interceptan los defensores rivales, pero con los otros diez logra ocho ocasiones de gol y dos goles. La efectividad de este segundo equipo es del ochenta por ciento según los datos cuantitativos. Resulta que los números dicen que ha jugado mejor el equipo A que el equipo B.
Para obtener los datos numéricos, cuantitativos, no se necesita conocimiento del juego, no es preciso analizar el juego, lo único que se precisa es un programa informático de los muchísimos que existen en el mercado (bastantes de ellos hicieron su aparición hace muchos años). Por eso no es correcto que a los que manejan estos programas se les llame “analistas de fútbol”, ya que sólo son “recopiladores de datos”. Tratar de encasillar el desarrollo del juego en fútbol o los análisis tácticos en números y tantos por ciento es como pretender evaluar el grado de inteligencia de una persona mediante los kilos que pesa y los centímetros que mide.
Además, estos recopiladores de datos y números que se creen modernos en su llegada al fútbol, son exactamente lo contrario, son muy antiguos. Hace muchos años que el fútbol tomaba como referencia al atletismo y la natación para planificar su entrenamiento condicional. Esa época está muy superada. En 1996 acabé el Máster de la Universidad Autónoma de Madrid y el Comité Olímpico Español, y ya en su desarrollo se abordó el análisis y la orientación del entrenamiento de los deportes de equipo de manera específica. Desde bastantes años antes yo ya argumentaba sobre ello y, también, sobre la necesidad de separar el análisis entre los deportes de equipo en que se utilizan las manos para coger el balón y los que no permiten la utilización de las manos.
Hasta los presidentes se contaminan de esta falacia que son las cifras informáticas aplicadas al fútbol y descontextualizadas del juego. Veamos un ejemplo real. Tras el segundo partido de la promoción de ascenso de la temporada anterior entre Las Palmas y el Real Valladolid (ascendió el equipo canario), surgieron muchas críticas al juego del primer tiempo del equipo castellano argumentando que había realizado un juego muy conservador. Ante esto, el presidente del Real Valladolid, Carlos Suárez, dice textualmente en la Cadena Ser de Valladolid: “según los datos que teníamos registrados la media recorrida por las Palmas es de 99 kilómetros, la nuestra es de 107 kilómetros; por eso teníamos que aguantar atrás el primer tiempo”. No añado más para no molestarles en sus descomunales carcajadas.
Jesús Cuadrado Pino es entrenador Nacional de Fútbol, Máster en Alto Rendimiento Deportivo (Universidad Autónoma Madrid y C.O.E.), Máster Profesional en Fútbol (Universidad de Murcia y CESFÚTBOL) y Director de TRAINING FÚTBOL y de CESFÚTBOL
Quienes tienen una adecuada formación académica y federativa como técnicos deportivos conocen las diversas clasificaciones de las especialidades deportivas. En lo referente al fútbol, saben que es un deporte acíclico y de habilidades abiertas. Acíclico porque las acciones de los jugadores no son una sucesión de gestos iguales y repetidos, sino todo lo contrario. De habilidades abiertas porque ante cada situación existe un alto grado de incertidumbre. Añado yo: el fútbol es mucho más abierto que el baloncesto o el balonmano, por ejemplo, porque en fútbol no hay posesión individual de balón, no se puede “coger” con los pies. En consecuencia, analizar el juego de un equipo de fútbol a través de números y tantos por ciento es una quimera, o sea, se propone como posible o verdadero, no siéndolo. Tampoco puede analizarse el desarrollo de una jugada con una imagen estática por muchas flechitas y circulitos que dibujemos sobre ella.