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¿Qué hace Munar con España en la Davis? Demostrar que es una competición muerta
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Gonzalo Cabeza

¿Qué hace Munar con España en la Davis? Demostrar que es una competición muerta

La presencia del número 245 del mundo en un país con tanta tradición como España es la última muestra de que el torneo por países no funciona. Los jugadores quieren cambios, la ITF los teme

Foto: Jaume Antoni Munar. (EFE)
Jaume Antoni Munar. (EFE)

Conchita Martínez murmura más que dice, porque sabe que una palabra más alta de otra puede hacer que su tiempo como capitana de Copa Davis sea un infierno. Al final su puesto tiene mucho más que ver con la carrera diplomática que con el deporte que ama. Ella no va a enseñar a nadie a jugar el tenis, cuando llegan a la selección es porque ya lo saben. Y puede dar alguna indicación de cómo son los rivales, pero es bastante más probable que los propios jugadores ya hayan vivido en las carnes esos duelos y sepan más de lo que ella pueda contarles.

Su trabajo es otra cosa, tener un teléfono y mucha mano izquierda. Aceptar los noes con resignación porque su mando es frágil, por no decir inexistente. Aunque la ley española pueda llegar a obligar a un deportista a competir con la selección -discutible, cuanto menos- lo cierto es que no se puede forzar la voluntad de alguien que tiene más poder que tú. Porque Conchita, ya retirada, no se atrevería nunca a un duelo de cualquier tipo con alguien como Rafa Nadal, ídolo absoluto a quien nadie, absolutamente nadie, negaría tener la razón en algo que tenga que ver con la planificación de su carrera deportiva.

Foto: Rafa Nadal jugando la Davis con España. (EFE) Opinión

Y a Nadal, como a Ferrer, a Bautista, a Verdasco o a Feliciano, esta eliminatoria no les viene bien. Jugar fuera, en Serbia, en pista dura justo antes de que empiece la gira de tierra, con un viaje de por medio y para jugar contra Djokovic, que siempre es un problema. ¿Dónde está la gloria en unos cuartos de final de una competición de capa caída? Pues en ningún lado. Los que van, Carreño, Ramos, Marc López y Munar, lo hacen porque tampoco el circuito les da muchas más satisfacciones. Aquí al menos saben que tendrán un rato de televisión y exposición pública, que no es poca cosa.

La sobreexplotación, un punto contra la Davis

El problema está, de nuevo, en la competición en sí. Hace años que este tema gira en bucle, los jugadores ya no saben cómo decir que se ha convertido para ellos en un suplicio y que no le ven ningún sentido a este formato, uno que ellos consideran muy lesivo para sus intereses profesionales. La vida del tenista es dura, el calendario tiene 11 meses que son un continuo recorrido de torneos y viajes. Poco descanso encuentran porque la mejor manera que se ha encontrado en este deporte de hacer dinero es sobreexplotarlo. Y en eso entra también la Copa Davis.

Nadie piensa en los tenistas, eso es cierto. La Federación Internacional (ITF) que antes dominaba el tenis mundial, ha visto como hace décadas que perdió la primacía. Los tenistas se juntaron en una asociación profesional, la ATP y crearon un circuito en el que jugar cada semana. Ese mundo fue creciendo a espaldas de la ITF, dando cada vez más fama, más dinero, más premios. Y, también, exigiendo a los jugadores cada vez más. A cambio de mucho dinero.

Foto: Roberto Bautista, en Sofía (EFE)

En esa pelea, claramente perdida por la federación internacional, quedaron solo algunos vestigios de su poder. Cierta mano en los Grand Slam, porque los celebran federaciones nacionales con las que tienen buenas relaciones. Pero, sobre todo, la Copa Davis. Cuatro fines de semana al año en los que explotar al máximo el formato. ¿Cómo conseguir patrocinadores? Prometiéndoles rendimiento. La ITF consigue que su patrocinador principal, BNP, tenga horas y horas al año de exposición televisiva en las distintas eliminatorias. Partidos a cinco sets, porque reducir el tiempo de tenis es darle menos valor al que paga, ¿o es que alguien piensa de verdad que alargar tanto la cosa es por mantener las esencias de este deporte?

Al final todas las propuestas de los tenistas pasan por hacer la competición más corta, pero en la ITF no terminan de verlo. No saben cómo pueden mantener su estructura, que cuesta un dinero al año, si no consiguen que la televisión les siga poniendo a los patrocinadores en la tela del fondo de la pista. A todo esto, los jugadores pierden dinero. Las dietas que da la Copa Davis, las primas de las federaciones, son una minucia en comparación con lo que pueden llegar a ganar cada semana en el circuito. Porque la ATP ha ganado esta batalla y, aunque guarde silencio, hace todo lo posible para recordar que su chiringuito tiene toda la buena salud posible y la Copa Davis no.

placeholder Pablo Carreño y Conchita Martínez. (EFE)
Pablo Carreño y Conchita Martínez. (EFE)

El gran talento de Munar, el último recurso

Queda apelar a la patria como reclamo para los jugadores. Decirles que no se olviden que cada semana llevan su nombre por el circuito y que solo estas semana, las de la Copa Davis, forman parte de algo mayor y más profundo, de un colectivo. Esos reclamos al país, muy propios de deportistas, se demuestran en la Copa Davis, o eso vienen a decir en la ITF. Eso cuela durante un tiempo. Cuando ya se ha ganado la ensaladera, algo que los principales tenistas de la actualidad ya han hecho, el objetivo pierde sentido. Ya hicieron, piensan, todo lo que debían hacer.

Jaume Antoni Munar, número 245 del mundo, estará este fin de semana en Belgrado. Tiene 19 años y, en su juventud, ganó una Davis juvenil. Era el gran talento de la cantera junto a Pedro Martínez Portero, aunque ninguno de los dos parece terminar de despegar. Tiempo tiene, faltaría más. Durante años, como mallorquín, estuvo apadrinado por Nadal, que le ha echado una mano. Es un jugador joven y con ilusión, pero claramente no uno que se haya merecido ir a la gran competición de selecciones. Para eso tiene que jugar más y ganar mucho más.

Pero no es su culpa todo esto, irá con toda la ilusión del mundo, aunque sea a sabiendas que el único motivo por el que España le ha llamado es que la casa está medio derruida y la competición a la que va ya no lo interesa a casi nadie. Ganará algo más de lo que gana en el circuito cada semana porque él aún no ha entrado en los registros en los que ir a la Davis no compensa. Su ilusión será su mejor argumento en un fin de semana en el que España, y Conchita es la primera que lo sabe, camina hacia el matadero.

"Serbia lo tiene todo a favor", dice estos días Conchita. Djokovic ha aceptado ir, juega en casa y necesita ritmo de juego después de haberse saltado el torneo de Miami. Su mera presencia, cruzada con la alineación que puede llevar España, hace muy cuesta arriba esta eliminatoria. Lo normal es perder, intentarlo de nuevo el año que viene, en el que con un poco de suerte el calendario ayuda. Si esta eliminatoria hubiese caído en España se hubiese preparado sobre tierra y, probablemente, alguno de los que la verá por la tele se hubiese enrolado en el equipo. Más como modo de preparación para lo que viene que por la competición en sí. Por su día a día profesional que al final, nadie se engaña, es lo que cuenta.

Conchita Martínez murmura más que dice, porque sabe que una palabra más alta de otra puede hacer que su tiempo como capitana de Copa Davis sea un infierno. Al final su puesto tiene mucho más que ver con la carrera diplomática que con el deporte que ama. Ella no va a enseñar a nadie a jugar el tenis, cuando llegan a la selección es porque ya lo saben. Y puede dar alguna indicación de cómo son los rivales, pero es bastante más probable que los propios jugadores ya hayan vivido en las carnes esos duelos y sepan más de lo que ella pueda contarles.