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La voluntad de Benzema de triunfar en el Madrid y ocho años aguantando críticas
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Jesús Garrido

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Jesús Garrido

La voluntad de Benzema de triunfar en el Madrid y ocho años aguantando críticas

"Me molesta que diga eso de Karim la gente que sabe de fútbol, es una vergüenza", dijo Zidane respondiendo a Lineker, en lo que fue la enésima defensa al cuarto capitán del Real Madrid

Foto: Benzema nunca ha entusiasmado al madridismo. (Imago)
Benzema nunca ha entusiasmado al madridismo. (Imago)

El Calderón se lo estaba creyendo. Escondido en algún oscuro lugar de la grada del ya vacío recinto, se ubicaba el único seguidor rojiblanco que en su fuero interno confió con ojos abiertos y cerrados en que ganarle 4-0 al que iba a ser campeón de Liga era posible. Por qué no, qué narices, si lo habían hecho unos años antes. Un gol, dos goles, quedaba doblar lo hecho. En el camino invisible hacia lo imposible, el Atlético de Madrid se encontró con un fantasma del pasado. En realidad, lo tenía siempre enfrente, pero por momentos no lo reconoció, solo por un cuarto de hora. Luego, el mismo enemigo de siempre, esta vez vestido de francés irreverente, mató de una estocada a toda la resistencia rojiblanca y mantuvo firme la historia vigente en un movimiento grabado a fuego en la memoria de este gracioso deporte.

Durante años, a Benzema se le ha hecho la crítica tradicional por antonomasia a un gran futbolista: no aparece en los partidos importantes. Cuando se quiere hacer daño a un buen jugador, se le recuerda que en tal partido trascendental no hizo nada, que en no sé qué eliminatoria en la que el equipo cayó eliminado no participó, que falló un gol cantado cuando tenía toda la portería para marcar… A Benzema se le dice que no aparece en los partidos importantes, pero es solo una pequeñez en comparación con la acumulación de reproches que ha recibido el de Lyon.

La maravillosa jugada de Benzema en el Calderón.

Que no es un delantero centro, que no tiene gol, que tiene poca sangre, que no corre, que está fuera de forma, que no presiona… Todo esto viene produciéndose desde hace años. Más concretamente desde que fichó por el Real Madrid en el verano de 2009. Le hicieron ser la referencia ofensiva del equipo blanco con solo 21 años y como no ejercía su papel como lo habían hecho otros, no le entusiasmó de primeras al madridismo. Tampoco de segundas, ni de terceras. El respetable blanco se sentía muchísimo más identificado con Gonzalo Higuaín. Metía goles, pero sobre todo corría, se desvivía por esos balones que se perdían por la línea de fondo a los que sin duda no iba a llegar, pero que sin embargo perseguía con fe acérrima. Benzema nunca ha corrido cuando no hacía falta, cuando entendía que no iba a servir de nada, y de cara a la galería no queda tan bonito.

Lo curioso de este asunto es que, si algo es Benzema, es bonito. No hablamos de belleza física, que sobre ello cada cual tendrá su opinión. Hablamos de belleza, de estética deportiva. La elegancia no es un atributo que se suela adquirir con el tiempo, sino que se genera en los genes. El delantero centro, en cambio, no suele ser la posición más bonita del mundo. Uno se puede enamorar de un remate en particular, pero sin duda cae prendado hasta lo más profundo del estómago de un estilo de regate, de una manera de controlar el balón, de una cierta forma de moverse. Benzema es hermoso. Es barroco. No es que haga cosas bonitas, es que es bonito.

En aquella jugada sobre la cal del Manzanares, Benzema podría haber encontrado la vía de escape con un pase atrás a un compañero habilitado. Sin duda, la finalización de la misma no habría sido igual, aunque quizás el Madrid habría jugado la final de Cardiff igualmente. Pero Benzema decidió meterse en la ciénaga sabedor de que conocía el camino para salir de ella. Era recóndito y de valientes está el cementerio lleno, pero ahí que se fue, a eliminar a los tres defensas colchoneros con un par de 'uno-dos' que le permitieron dar un pase de la muerte a Kroos que aprovechó después Isco.

placeholder Benzema anotó en Getafe su primer gol en esta Liga. (EFE)
Benzema anotó en Getafe su primer gol en esta Liga. (EFE)

Esa idea escandalosa es un simple ejemplo del juego de Benzema. Por supuesto que no es un punta al uso, no tiene prácticamente nada de lo que caracteriza a los '9' históricos del Madrid. Pero, ¿para qué iba a querer el Madrid un '9' rematador si ya tiene a Cristiano para marcar casi todos los goles? Benzema no siempre está atinado, obviamente, pero aporta más que resta. Primero se asocia como un mediapunta con los creadores de juego, tiene inteligencia posicional no tanto para desmarcarse él mismo (que también) sino para habilitar a compañeros, es el compañero soñado para Cristiano, pues no le discute ni la posición en la banda ni en el centro, sino que le complementa allá donde lo necesite.

Foto: Zidane mostró su tremendo enfado por las palabras de Lineker contra Benzema. (EFE)

Cada verano se especula con que Benzema saldrá, ya que no es delantero para el Real Madrid. Tres Copas de Europa después, ahí sigue. A muchos no le gusta, no les llena. A Gary Lineker le parece que está sobrevalorado. El exatacante inglés y ahora buen comentarista en Sky sabe de fútbol, pero no entiende a Benzema. Pero al francés le da exactamente igual. No solo lo que diga Lineker, sino todo lo que digan sus críticos. Le importa que todos los entrenadores que ha tenido en el Madrid han acabado creyendo en él. Higuaín se cansó de tener competencia y se fue.

Benzema pudo rendirse hace mucho, dejar de creer que valía por todo lo que oía a su alrededor. Pero se empecinó en triunfar en el Real Madrid y queramos o no, lo está haciendo cada año que pasa. En todos estos ocho años de blanco, nunca ha fichado el Madrid a ningún otro gran atacante. Ninguno. Un día Benzema no estará. Y alguien lo echará de menos.

El Calderón se lo estaba creyendo. Escondido en algún oscuro lugar de la grada del ya vacío recinto, se ubicaba el único seguidor rojiblanco que en su fuero interno confió con ojos abiertos y cerrados en que ganarle 4-0 al que iba a ser campeón de Liga era posible. Por qué no, qué narices, si lo habían hecho unos años antes. Un gol, dos goles, quedaba doblar lo hecho. En el camino invisible hacia lo imposible, el Atlético de Madrid se encontró con un fantasma del pasado. En realidad, lo tenía siempre enfrente, pero por momentos no lo reconoció, solo por un cuarto de hora. Luego, el mismo enemigo de siempre, esta vez vestido de francés irreverente, mató de una estocada a toda la resistencia rojiblanca y mantuvo firme la historia vigente en un movimiento grabado a fuego en la memoria de este gracioso deporte.

Karim Benzema Zinédine Zidane
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